Javier Menéndez Flores (Madrid, 1969) lleva tres décadas de periodismo a cuestas, un tiempo en el que ha podido entrevistar a los músicos e interpretes españoles más importantes, a algunos de ellos varias veces. Guarda entre sus bienes más preciados las grabaciones de esas conversaciones (algunas se prolongaron durante horas y horas) y sus respectivas transcripciones. En su momento, las tuvo que "mutilar" para publicarlas en medios como 'Guía del Ocio', ‘Interviú’, ‘Rolling Stone’, ‘Carácter’, ‘El Mundo’ y ‘La Razón’. Eran horas y horas de confidencias y comentarios de artistas de la talla de Joaquín Sabina, María Jiménez, Joan Manel Serrat, Paco de Lucía, Aute, Robe, Christina Rosenvinge, Miguel Ríos, Antonio Vega, Tomatito, Kike Veneno, Alaska... Así hasta 40 nombres propios que son los que integran su libro 'Si tú me dices... Conversaciones con grandes figuras de la música', editado por Cúpula (Planeta). "Yo estuve allí, he sido un afortunado, pero cualquier tiempo pasado no fue mejor", asegura en una entrevista concedida a ElPlural cuando le preguntamos qué titular definiría mejor este libro.

Para Javier la clave de estas entrevistas está no solo en saber escuchar y preguntar, también en la generosidad del entrevistado. Aunque huye de la nostalgia, no puede evitar evocar esos años en los que todavía se podían hacer entrevistas fuera del tiempo de promoción y sin tantos filtros como ahora. Por ejemplo, pudo entrevistar a Joaquín Sabina "fuera de temporada" después de perseguir durante 8 meses a su secretaria personal "hasta que Su Majestad decidió recibirme y me concedió tres cuartos de hora. Estuvimos cerca de siete horas hablando y a raíz de ello empiezo a frecuentar su casa". Hubo química con él, nos explica, pero también respeto mutuo y profesionalidad. "Supe tirarle de la lengua y él era un trueno", asegura.

El chiste de Letizia a Sabina

Fue tanta la complicidad entre ambos que años después, Javier se convirtió en su biógrafo. 'Perdonen la tristeza' (Cúpula, 2018), es un documento único sobre la vida y pensamiento del cantautor que, sin embargo, es recordado por la anécdota del chiste que la entonces princesa Letizia le contó en una fiesta que hizo Sabina en su casa. "Lo sacó Peñafiel en un programa de televisión, en 'Salsa Rosa', y se montó un follón. Joaquín, evidentemente, se arrepintió de haber contado eso, pero fíjate que ninguno de los dos reparamos en la trascendencia que podía tener eso. En este libro pone a parir a la monarquía, pero a parir de verdad y resulta que eso pasa desapercibido y lo que trasciende es el chiste", nos explicia.

"La izquierda debiera pedir perdón por su complacencia con ETA durante años"

La conversación más antigua que recoge el libro es precisamente de Sabina, de 1997, pero hay otras siete más. Entre ellas, una publicada en 'Interviú', en 2001 y que tituló con un impactante: "La izquierda debiera pedir perdón por su complacencia con ETA durante años". Él, que en su momento tuvo en su casa de Londres a etarras, que "eran una gente encantadora que pegaban tiros en la nuca", no dudó en reaccionar al atentado de Hipercor de Barcelona, con el mejor altavoz posible, un escenario desde el cual les llamó "hijos de la gran puta".

Entrevista con Javier Menéndez Flores

P.- ¿Tuviste una conexión especial con Joaquín Sabina?

R.- Sí, hubo química. Él lo que vio es que a mí me gustaba su trabajo, lo traté con respeto, conocía su obra y creo que eso fue grato para él. Supe tirarle de la lengua y él era un trueno.

P.- Conseguiste meterte en su círculo, ser un amigo, ¿no?

R.- Sí, recuerdo que iba mucho a Madrid Rock, que para mí era un templo ahí en la Gran Vía y que ahora es territorio Zara, Esfera y todo eso. Iba allí a comprar discos, tenían maravillas, un fondo impresionante y cada dos por tres sacaban ofertas. Esto lo hablé, por ejemplo, con Dani Martín, quien antes de ser el conocido Dani Martín, trabajaba de mensajero con sus padres en la empresa familiar y el día de cobro se gastaba la mitad del sueldo allí. Recuerdo comprar cinco o seis discos de Sabina para mis amigos y después pasarme por su casa para que me los dedicara, todo ello sin haber quedado previamente con él. Llamaba al telefonillo y subía. Una vez llegué a las cinco de la tarde y estuve con Joaquín hasta las 10 de la mañana del día siguiente. Eso hoy es imposible.

Javier Menéndez Flores con Joaquín Sabina (Foto de su archivo personal)

P.- Esas largas noches ¿te han servido de background para las entrevistas?

R.- Hace poco me preguntaban si el hecho de tener un trato cercano con una artista no es un hándicap a la hora de entrevistarle, porque parece que tienes que ser complaciente. Yo siempre he tenido muy claro que era periodista y creo que ellos nunca se olvidaban de que lo eras. Es verdad que cuando la conversación avanza y es placentera, uno se olvida del botón rojo. Siempre he respetado ciertos límites, ciertas líneas rojas que tienen que ver con lo escabroso, con lo más personal. Pero si había un tema de actualidad que podía ser comprometido, yo me tiraba a la piscina.

Joaquín Sabina y Krahe, dos cantautores contra ETA

P.- Me ha dejado muy impactada la crítica que hace Joaquín Sabina la complacencia con ETA por parte de la izquierda y añade que en su casa ha acogido a etarras que venían de pegar un tiro en la nuca.

R.- Fue titular de una entrevista de cuatro páginas en 'Interviú', en 2001. Ussía escribió un artículo en 'ABC', citando la entrevista, donde decía que no eran amigos y habían tenido rivalidades, pero que se quitaba el sombrero ante Sabina por haber dicho algo que debía decir mucha gente de la izquierda. Muerto Franco, ¿qué sentido tenía la vida de ETA? Krahe habla también en este libro de eso y se pregunta qué sentido tiene la lucha armada tras la llegada de la democracia.

Sabina explica en otra de las entrevistas del libro que, tras el atentado de Hipercor, en Barcelona, el más sangriento de la historia de ETA, que pensó en cancelar un concierto que tenía, pero decidió que la mejor manera de atacarles era seguir haciendo nuestro trabajo, impidiendo que nos distrajeran. Se subió al escenario y les llamó hijos de la gran puta, con todo lo que lo que tiene de simbólico decirlo en público y viviendo de un personaje como Joaquín Sabina. 

P.- Después de haber entrevistado a tantos artistas, a algunos de ellos varias veces, ¿tienes la percepción de que el artista está separado de la persona?

R.- Necesariamente tienen que separar ambas facetas, sobre todo cuando alcanzan un grado de fama o celebridad importante porque de lo contrario, se volverían completamente locos. Yo, por ejemplo, he conocido a Joaquín Martínez en su casa y luego he estado con él en sitios públicos y evidentemente ahí tenía que llevar a cabo un papel, dentro de que es una persona bastante auténtica, ahí no se quitaba el bombín, pero yo en su casa le he visto en pijama, literalmente y metafóricamente, relajado, suelto... Ahí no era Joaquín Sabina, sino Joaquín Martínez. Algo parecido lo he vivido con Miguel Bosé, a quien le hice una entrevista extensísima que recojo en este libro y que no se publicó en ningún medio. Él me llamó porque había leído mi primera biografía de Sabina, 'Perdone la tristeza' y le había gustado. Me recibió, fuera de temporada, en su casa de Somosaguas. Estuvimos desde las tres de la tarde hasta las 23:00 horas hablando.

Miguel Bosé es uno de los grandes iconos pop que hemos tenido en los últimos 40, casi 50 años

P.- Esas visitas se hicieron frecuentes durante una temporada, ¿cómo es el verdadero Bosé en la intimidad?

R.- Yo sólo tengo palabras buenas sobre Miguel. Las decisiones que haya tomado posteriormente pertenecen a su esfera privada y uno puede estar de acuerdo o no, pero eso da igual. A mí me parece que es uno de los grandes iconos pop que hemos tenido en los últimos 40, casi 50 años, porque él empieza en el año 77, prácticamente antes que todos los rockeros y poperos que conocemos ahora. 

Yo he conocido un Miguel Bosé educadísimo, trabajador como pocos, muy serio, muy profesional, que nunca tuvo una salida del tiesto. Y estuve yendo a su casa del orden de tres o cuatro veces a la semana durante cuatro meses. Te hablo con absoluta franqueza, conocí a un tipo espléndido.

P.- Podríamos pensar que Miguel Bosé tuvo una vida regalada por ser quién es, pero tuvo que trabajar muy duro para convertirse en el artista que es, diferenciarse de su padre y de su madre.

R.- En la primera entrevista de las tres que recoge el libro cuenta una anécdota de su padre a quien un taxista le dijo: 'yo le conozco, usted es el padre de Miguel Bosé'. A Luis Miguel Dominguín le sentó fatal, él que se autoproclamaba el número uno de todo. Eso me lo contó Miguel Bosé con mucho orgullo.

Fotos del archivo personal de Javier Menéndez Flores junto a Ramoncín y Pau Donés

Alejandro Sanz es un personaje que me habría gustado entrevistar y no lo he hecho

P.- ¿Se te ha resistido alguien a quien hayas querido entrevistar?

R.- Sinceramente, no se me ha resistido nadie, pero nunca he entrevistado a Alejandro Sanz, nunca hemos coincidido. En el momento más importante de él, con 'Corazón partío', no se dio la circunstancia y, sin embargo, cuando publiqué 'Soñar no es de locos', él escribió un texto para ese libro. Es un personaje que me habría gustado entrevistar y no lo he hecho.

P.- ¿Se han quedado muchas preguntas sin responder?

R.- Los artistas no son como los políticos, que dejan muchas preguntas sin responder. Al artista tampoco le metes en bretes tan importantes como para no contestar nada, pero a veces alguno se ha ido por la tangente.

P.- ¿Y preguntas por hacer?

R.- Si miro con perspectiva estas entrevistas no tengo la sensación de que me faltara algo. El tiempo pone las cosas en su sitio, pero creo que es imposible que el periodista que acaba de hacer una entrevista no se marche a casa con la sensación de que podría haber obtenido más.

P.- ¿Has entrevistado alguna vez a Lola Flores, por ejemplo?

R.- No, la he conocido e hice un libro con Lolita, de casi 700 páginas que publicó Martínez Roca, de Planeta. Tengo con ella muy buena relación, me parece una persona extraordinaria y una magnífica artista. También estuve en la cabaña de Antonio Flores, con él, y a Lola Flores la conocí en una sala de fiestas de Madrid donde el hermano de Adolfo Suárez, Chema Suárez, era relaciones públicas. Tengo alguna foto con ella, pero nunca la entrevisté. Me desquité en libro con Lolita, que incluye un capítulo en el que hablamos profundamente de su madre, de su madre, de Antonio Flores, de Rosario. Me habría encantado entrevistarla. Cada frase suya era un titular, eso lo comparte con Sabina. Con otros personajes, sin embargo, es muy difícil titular porque se la cogen con papel de fumar, son muy correctos y están siempre pensando en no meter la pata.

Los artistas se autocensuran no sólo cuando escriben una letra, sino cuando ponen un tuit

P.- ¿Eso hace años ya pasaba o es de ahora?

R.- En los últimos años es una cosa tremenda, sobre todo por las redes sociales y la corrección política. Lo he hablado con ellos. No es lo mismo decir una cosa a leerla, de esta manera asusta mucho más. Los artistas se autocensuran no sólo cuando escriben una letra, sino cuando ponen un tuit. Tienes que controlar no ya cada palabra, sino cada letra. En España siempre va a haber alguien que te afee lo que dices, es imposible gustar a todo el mundo.

La tan criticada entrevista de Jordi Évole a Josu Ternera, me parece que él se retrata y creo que fue una buena entrevista. Le deja hablar.

P.- A veces, sobre todo con personas de primer nivel, en esto de las redes sociales, parece que lo importante es ver por dónde se le puede dar el zasca.

R.- Para mí la libertad de expresión es fundamental, es un pilar de la democracia y no puedes coartar la expresión de nadie, la puedes compartir o no, esa es otra historia, pero las personas deben expresarse libremente y creo que todo tiene cabida. Por ejemplo, la tan criticada entrevista de Jordi Évole a Josu Ternera, me parece que él se retrata y creo que fue una buena entrevista. Le deja hablar.

P.- ¿Qué piensas de los trolls que proliferan por las redes sociales?

R.- Una persona que publica un tuit sin su nombre, sin dar su cara... ¿Eso qué es? ¿Qué valor tiene? Parapetados, escondidos, atemorizados en el anonimato. Si quieres dar tu opinión hazlo con tu nombre, apellido y tu careto, y entonces di lo que te dé la gana, claro. Ahora yo creo que va en el sueldo de una persona que alcanza la celebridad que te surjan este tipo de elementos, porque al fin y al cabo eres un privilegiado y, bueno, no puedes gustar a todo el mundo.

P.- En una entrevista, además de saber escuchar, es muy importante la generosidad del entrevistado, ¿no?

R.- Una vez José Luis Coll, en una entrevista que le hice para 'Interviú', por un diccionario que había publicado muy sui géneris, como todo lo que hacía, me felicitó por una entrevista que le hice y me dijo que el secreto de las buenas entrevistas era del entrevistador, pero no estoy de acuerdo. El entrevistado cuenta y creo, además, que además el entrevistador tiene que ser flexible. Hay periodistas que sufren porque van con su cuestionario y como no puedan meter sus preguntas, se van cabreados. Yo he ido a entrevistas con los deberes hechos, pero luego el resultado no tenía nada que ver con eso, porque el entrevistado la ha reconducido, me ha dado pie a otras preguntas y el periodista tiene que estar abierto a eso.

Por supuesto, si el personaje no es generoso, es difícil que la entrevista salga adelante. Vuelvo a citar a Joaquín Sabina, es un trueno, es decir, no se mide y jamás, nunca jamás, me ha pedido que le envié lo que había escrito para echar un vistazo. Lo que decía lo suscribiría, o no, a lo mejor luego se ha pegado un susto, pero a mí no me lo ha dicho.

Joaquín Sabina pone a parir a la monarquía, pero a parir de verdad, y resulta que eso pasa desapercibido y lo que trasciende es el chiste que le contó Letizia en una fiesta que hizo en su casa

P.- ¿Qué te dicen tus entrevistados después? Porque incluso Joaquín Sabina, algo comentará.

R.- Del libro que hicimos de conversaciones, fue muy comentado el chiste que le había contado Letizia, entonces de princesa, lo sacó Peñafiel en un programa de televisión, en 'Salsa Rosa', y se montó un follón. Joaquín evidentemente, se arrepintió de haber contado eso para el libro, pero fíjate que ninguno de los dos reparamos en la trascendencia que podía tener eso. En este libro pone a parir a la monarquía, pero a parir de verdad y resulta que eso pasa desapercibido y lo que trasciende es el chiste que le contó Letizia en una fiesta que hizo en su casa.

Javier Menéndez Flores con Aute (Foto de su archivo personal)

P.- ¿Qué titulares te han dato tus entrevistados? ¿Cuáles destacarías?

R.- Creo que los que tenían que ver con ETA, los que tenían que ver con el nacionalismo catalán. Recuerdo que en los años 90, por ejemplo, Aute, Krahe, Sabina..., todos hablaban del nacionalismo como una aberración y del independentismo como un error, porque eso era la aldea y que había que ser universalista. Luego, sin embargo, hubo un momento en el que cambiaron su apreciación y fueron más tolerantes con el nacionalismo, entendieron que era una opción respetable. Esos titulares llamaron mucho la atención. Y también alguno que tenía que ver con el sexo, que es uno de los grandes temas, no tabú, pero vende como titular.

María Jiménez era muy heavy, no tenía reparos en hablar de nada, era una perita en dulce para el periodista

P.- Si hablas de sexo, se me viene a la cabeza María Jiménez.

R.- María Jiménez era un personajazo. Era cercanísima, generosa... Lo digo, además en la entradilla que escribo de ella, porque era una mujer que estaba rota por diversas razones, sobre todo a raíz de la pérdida de su hija en un accidente de coche, tan joven. Y luego, con esas idas y venidas que tuvo con Pepe Sancho. Era una mujer a la que se le notaba la biografía en la mirada, en la cara, muy sufrida..., pero sonreía, se reía a carcajadas. Recuerdo que me propuso unas fotos para 'Interviú', ella tumbada en un diván, alzando una botella de whisky y le caía el chorro a la boca. Hicimos una doble página con esa foto. En este sentido era muy heavy, no tenía reparos en hablar de nada, era una perita en dulce para el periodista. 

P.- En estas entrevistas hablas de creación artística, pero también descubres a la persona que hay detrás, ¿no?

R.- Sí, porque estamos hablando de personas que trascienden a su obra. Son personajes: Miguel Bosé lo es, Sabina, todos los que están en el libro, Paco de Lucía... Con él pasé un día en su casa de Palma de Mallorca, hablando de todos los temas, pese a ser una persona muy hermética. Noté que se expresaba con una franqueza total, una persona sin filtros, que se dice ahora. Tuve la sensación de que había llegado a un punto en el que le daba igual. Tenía su carrera, su música y respondía con lo que pensaba. 

P.- Para él la música era todo, ¿no? No se dedicaba a la música por ambición.

R.- Una de las preguntas que le hice fue por qué seguía, después de haberse convertido en una figura de fama universal, lo tenía todo, prestigio, títulos de distintas universidades de todo el mundo, allá donde iba, llenaba , le pregunté si lo hacía por vanidad, por dinero o por qué. Dijo no, la vanidad hace mucho tiempo que está saciada y nadie hace esto por dinero. La nevera también la tengo llena. Es decir, esto lo haces porque te gusta, por amor al arte.

La cultura de la cancelación me parece una chorrada muy grande, hay que separar siempre a la artista de la persona.

P.- En este momento de tu vida personal y profesional, ¿a quién te gustaría entrevistar?

R.- A Pedro Almodóvar, quizá una entrevista larga, sin luces, sin reloj, creo que tiene una vida importante. Pero es demasiada figura como para condensarlo en una entrevista. Tiene tanto que contar. Hablaría con él de cada una de sus películas. Me parece que es un figurón más allá de sus ideas políticas, que a mí eso me da igual, lo que me interesa es el artista. 

Ahora, con eso de la cultura de la cancelación y la corrección política, ¿qué hacemos con Picasso? ¿Era mal pintor, no era un genio? ¿Qué hacemos con Woody Allen? ¿Es que ahora sus grandes películas tienen menos valor? Me parece una chorrada muy grande, hay que separar siempre a la artista de la persona. No tiene que gustarme la persona, incluso me puede parecer un gilipollas, pero un gilipollas con talento.

"He conocido a alguno y a alguna gilipollas que no están en este libro"

P.- ¿Has conocido a muchos gilipollas?

R.- A alguno ya  alguna que no están en este libro. Y sí, han sido bastante gilipollas en las entrevistas, sobrados bordes, maleducados, pero creo que va en el sueldo y que son gajes del oficio. ¿Tengo que exigirle a un personaje que sea encantador conmigo? No. A lo mejor yo he podido cometer algún desliz con alguna pregunta. En una entrevista con Adolfo Marsillach, que era un personajazo y un hombre muy inteligente, hice un símil entre una mujer que tuvo, la madre de sus hijas, y la relación entre Felipe González y Alfonso Guerra. Él se lo tomó fatal, después le pregunté por cómo se vivía el sexo después del sexo y tampoco le gustó. Entonces yo era muy joven y me contestó que 'por qué da por hecho usted que yo no tengo sexo'. Con el tiempo me he dado cuenta de que tenía razón. Al terminar él se disculpó por haber sido borde y yo por haber sido osado. Todos nos equivocamos.

P.- ¿Qué has hecho con las grabaciones de estas entrevistas?

R.- Las conservo. La mayoría de esas conversaciones las hacía en cinta casette y las tengo en las cajas. Por ejemplo, todas las conversaciones con Joaquín Sabina del libro, las del libro de Dani Martín, las de Lolita... Las he pasado a mp3 y las tengo transcritas, pero conservo los originales. Soy muy friki para eso. 

Estas entrevistas, que yo hice en su día para papel, las tuve que mutilar, porque eran horas y horas de grabación. En el libro, como tú eres amo y señor, he podido mantenerlas en bruto y eso es una pasada.

Cualquier tiempo pasado no fue mejor. Me gusta el tiempo presente, yo estuve allí, pero sigo estando

P.- ¿Qué titular le pondrías a esta entrevista? Me refiero a tu libro, a tu entrevista, a lo que tú quieres contar de este libro.

R.- Yo estuve allí, he sido un afortunado, pero suena un poco nostálgico, algo que me interesa como género literario, pero cualquier tiempo pasado no fue mejor. Me gusta el tiempo presente, yo estuve allí, pero sigo estando, porque sigo haciendo entrevistas, que es un género que me encanta. Me han preguntado muchas veces si considero que es un género decimonónico trasnochado. Para nada. Para mí es el género rey del periodismo, el placer de poder sentarte frente a alguien y hablar, con gente que en teoría es interesante porque hacen cosas que te gustan, en mi caso relacionadas con la cultura, con el arte.  Sentarte con un cineasta, un actor, un músico, un escritor, un director teatral y poder hablar de su creación y de la de otros grandes, para mí es un privilegio. Y aprender.

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