"A veces los reflejos tienen más presencia que el objeto que se refleja", se dice en 'Los límites del control' (2008), de Jim Jarmusch, una película que no sabemos si transcurre en la mente del personaje principal o en eso que denominamos realidad. Hay otras obras en este siglo que difuminan esos límites, y durante la narración nos interrogamos sobre lo que vemos en la pantalla, como si hubiera niveles que haya que distinguir. Es el caso de obras como 'Mulholland Drive', 'Enemy', 'Origen' o 'Holy motors'.

 'Fantasmas y reflejos del cine del siglo XXI', de Alexander Zárate, es el primer volumen de la colección de cine Rosebud, de la editorial Innisfree.  Una serie de textos breves, en ocho apartados, sobre películas de este siglo que, por un lado, sirven para establecer  una radiografía de las diversas tendencias cinematográficas en el cine actual y, por otro, reflejan sus singularidades.  En concreto, ese cine que plantea desafíos a nuestra percepción, o que sirve para trazar interrogantes sobre nuestra forma de mirar, nuestra relación con el mundo, los demás y nosotros mismos. Es decir, con nuestros fantasmas y reflejos. De hecho, el segundo volumen incidirá en las mismas cuestiones, pero centradas en el concreto escenario del sentimiento amoroso y del deseo.

Sustancialmente, lo que este libro explora es cómo nuestra relación con la realidad se constituye a través de fantasmas, proyecciones, sombras, reflejos en los que nos buscamos, en los que huimos, o que reflejan el desenfoque que domina nuestro discernimiento,  los forcejeos emocionales que tiene lugar en nuestra mente con conflictos no resueltos, de los que podemos ser conscientes o no.

Entre el espejo y la pantalla nos desenvolvemos, entre sus sombras y reflejos, como fantasmas que quieren dotarse de cuerpo, que buscan definirse, que cuestionan lo que son, porque quizás lo que creíamos ser no es sino una máscara, aunque cueste separarla de la carne, y la realidad que nombramos y habitamos no sea sino un escenario que se puede desmontar para quizás montar otro que pueda ser más cierto, o digamos, esa es la ilusión, más firme. Al menos en el que sintamos que nuestra voz es la propia. Quizás. Es lo que diría con su sonrisa el gato de Cheshire, que aparece y desaparece, como descubrimos que nuestra realidad tiene esa misma condición, incierta, inestable, moldeable, variable, temblorosa, como un proyector que da bandazos.

El cine fantástico de Kiyoshi Kurosawa (Kairo, Loft, Retribution) pone en cuestión nuestra condición de <<fantasmas en vida>>, fruto de una sociedad que disuelve nuestra identidad y propicia la incomunicación y el aislamiento.  Quizás habitemos fantasmagorías, escenarios en los que no sabemos cuándo somos o cuándo actuamos, como si fuéramos participantes, sin saberlo, de una representación escénica o de un rodaje, con un papel que nos han adjudicado y del cual no llegamos a acordarnos, o sobre el que nos preguntamos si realmente es el que nos correspondería, o por qué ese y no otro. Porque ¿qué es la realidad más allá de nuestra percepción, de nuestra mente? ¿Cómo representamos nuestra relación, y su cortocircuito, con el mundo?

Los fantasmas pueden habitar nuestra realidad, son otros humanos que se revelan como espejos, contrapuntos, opuestos simbólicos, de nuestro tránsito vital: la figura del Doble, la sombra, que quizá refleja lo que se dirime en el interior de los protagonistas.  Los dilemas individuales o colectivos, sin poner en cuestión la percepción de la realidad, pueden ser representados en espectros, extraterrestres, vampiros o zombies. Así, nos encontramos con personajes que se enfrentan a su frustración ('Reflejos', 'La guerra de los mundos'), a un dolor no superado ('Señales'), a su furia o amargura ('Déjame entrar'), a los abismos de su ambición ('Sinister'), a su apatía ('World war Z'), a través de esas criaturas irreales, sus reflejos distorsionados y siniestros, sus monstruos. Como también se reflejan los fantasmas o monstruos de un imaginario colectivo en conflicto: Los diversos reflejos pesadillescos de la vulnerabilidad tras los atentados contra las Torres gemelas, las diferentes formas de confrontar esa herida aún abierta ('La niebla', 'Star trek: en la oscuridad', 'Cloverfield', 'X men-Días del pasado', 'El amanecer del planeta de los simios').

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Este libro, por tanto, indaga en los territorios difuminados entre la realidad y la mente ('Swimming pool', '2046', 'Inland empire', 'I'm not there'), en los borrosos límites de la mirada incierta, entre la sugestión y la enajenación ('Take shelter', 'Sesión 9', 'True detective', 'Hannibal', 'Spider', 'El francotirador'), entre las incógnitas, derivas y marañas de la difusa realidad, las tramas de lo aleatorio y la verdad escurridiza ('La isla mínima', 'Zodiac', 'No es país para viejos', 'Borgman', 'La noche más oscura', 'Prisioneros'), entre las proyecciones, y distorsiones de la imagen manipulada y las imposturas de la identidad ('Shutter island', 'Mystic river', 'La red social', 'En la casa', 'Perdida', 'Una historia de violencia'), entre el cuerpo como pantalla ('Ex machina', 'Inteligencia artificial', 'Nunca me abandones') y la realidad como escenario ('El gran hotel Budapest', 'Control', 'The art of killing', 'Incidente en Loch Ness', 'Escondidos en Brujas'), entre los fantasmas de la mente, las fisuras de los siniestro, la mirada del abismo y la multiplicidad de los reflejos ('Skyfall', 'Collateral', 'El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford', 'Loreak', 'Interstellar', 'Midnight in Paris'), y entre la ilusión, la memoria y la invención ('El curioso caso de Benjamin Button', 'Big fish', 'El árbol de la vida').

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