En su ficha de IMDb, la principal web de bases de datos del cine, lo pone: "Nick Cave is a man of many talents". Y es cierto: su trayectoria artística lo avala. Nick Cave es un tipo que, haga lo que haga, siempre sale airoso. Aunque la mayoría del público lo conozca por cantar en solitario o junto a su banda, The Bad Seeds, o en colaboración con otros músicos y otros grupos, Cave también es compositor no sólo de sus álbumes, sino de algunas bandas sonoras en colaboración con Warren Ellis: The Proposition, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford o La carretera, entre otras; es guionista de algunas películas como Sin ley o la citada The Proposition; actor ocasional en unos pocos filmes; ha dirigido el documental The Work of director Jonathan Glazer; y, por si esto fuera poco, es escritor: de novelas como Y el asno vio al ángel y La muerte de Bunny Munro, ambas traducidas en España, además de este largo poema de viajes titulado La canción de la bolsa para el mareo.


The Sick Bag Song, título original del volumen, sigue la estructura de los viajes que hizo en 2014 junto a su banda: un recorrido por más de veinte ciudades de Norteamérica para ofrecer sus canciones en Nashville, Denver, Seattle, Nueva Orleans o Detroit. Nick Cave escribe, en cada ciudad, en el papel de las bolsas para vomitar que dan en los aviones. Escribe a lápiz y con bolígrafos de distintos colores: en cada capítulo, en cada lugar donde se detiene, se inserta la imagen frontal y trasera de una de esas bolsas.


El material encima del que escribe le sirve como metáfora encubierta o no explícita del vómito: el autor necesita expulsar o devolver todo cuanto lleva dentro (amores, odios, fantasmas, sueños, vivencias, fantasías, enigmas, canciones) durante esos largos trayectos en los que añora a su mujer y tiene que detenerse en bares, hoteles, restaurantes, tiendas, cafeterías, taxis, autobuses… Por eso el libro, y aunque sea una especie de canción o poema dividido en varias partes, no encuentra acomodo en un género específico, no se puede clasificar ni etiquetar: es un texto tan libre como él quiere, en el que conviven los pasajes sobre la memoria, el diario de anécdotas, la imaginación que ya nos mostró en su primera novela, el aforismo, la impresión sobre la marcha… Desde el mismo principio, incluso ya desde la dedicatoria, Cave hace un homenaje al niño que fue, el niño que se subió a un puente y no se atrevía a saltar, algo que se corresponde con el hombre que debe salir a los escenarios y enfrentarse al vértigo que suponen la añoranza, el público, el éxito y la incertidumbre. El hombre y el niño se sueñan el uno al otro, leemos en más de una ocasión.


La canción de la bolsa para el mareo es una vomitona en la que el escritor, el poeta, el cantante, expresa lo que le lastra por dentro, y uno la lee con sorpresa y admiración, aturdido en unos tramos, deslumbrado en otros.