Ana Garrido, conocida como La Rubia, se convirtió en la reina del narcotráfico en España en la década de los 90. La Operación Temple, dirigida por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, con Dolores Delgado como fiscal en 1999, puso fin a su carrera criminal. Fue el mayor alijo de cocaína descubierto en España, 14.000 kilos,  y ella cayó como lo habían hecho previamente otros capos de la droga como Sito Miñanco, Laureano Oubiña y el clan de los Charlines. El abogado y profesor de Derecho Ulises Bértolo (Madrid, 1967), acaba de publicar 'La Dama del Norte' (Planeta), una novela en la que recrea la vida de esta mujer a la que considera fuera de lo común. "Ella podría haber sido tan buena empresaria vendiendo hortalizas que cocaína", nos cuenta que le dijeron los agentes que participaron en su detención.

"Como novelista me interesaba la parte humana del caso y saber cómo una persona llega a convertirse en narcotraficante"

PREGUNTA.- ¿Quién es Ana Garrido?

RESPUESTA.- Una mujer como cualquier otra, con los anhelos, los deseos y los miedos de cualquier otra persona. Una madre, una hija o una hermana que podemos reconocer en alguien cercano. Como novelista me interesaba la parte humana del caso y saber cómo una persona llega a convertirse en narcotraficante. 

Hay un hecho que para mí fue sustancial: descubrir que nació en un pueblo en el norte de Asturias, un pueblo minero, en el seno de una familia muy religiosa y humilde, con un padre minero, dos hermanos mayores minero y su madre, que vivía con un miedo atroz a que la mina le arrebatarse la vida de sus seres queridos. ¿Cómo puede acabar en el narcotráfico una mujer que está en las antípodas de este mundo?

"Llegó porque le echaba más narices que los hombres"

P.- Y además, siendo mujer

R..- Sí, siendo mujer y española. ¿Cómo ha podido progresar en este mundo dominado por hombres? Supo hacerlo sin haber sido la amante de nadie, ni venir de una familia que se dedicara a esto. Lo hace sin valerse de herramientas tradicionalmente asociadas a las mujeres como la seducción. Llegó porque le echaba más narices que los hombres.

P.- ¿Sería un ejemplo de mujer empoderada, dentro de lo suyo?

R.- Absolutamente. En la medida en la que es una mujer que se sobrepone a las adversidades, sigue adelante y, aunque hubiera desarrollado una carrera en el mundo del crimen, evidentemente llega. Es una persona que se hace a sí misma. Tiene mucho que ver su sangre minera en esa capacidad que tiene de enfrentarse a las cosas. En su vida, y en el libro, está presente el miedo, es una constante en la historia, porque siempre sale a nuestro encuentro cuando uno se pone a prueba con sus propios límites.

P.- ¿Cómo ha influido su sangre minera en la historia de Ana?

R.- Su capacidad para gestionar el miedo tiene mucho que ver con la mina, con la Asturias profunda, con ese esfuerzo del trabajo de las mujeres al frente de sus casas, que lo único que querían es que a sus hombres no se los tragase la mina. Todo eso va forjando un carácter y luego le ocurre un hecho terrible, que es lo que provoca un vuelco en su vida y cambiar. Se le cae mundo encima, los pilares de su comunidad: iglesia, patria, orden... Hay gente que se resigna ante este tipo de cosas, pero ella se rebela y quiere ganar dinero para no volver a depender de nada. Yo intuyo que también es una huida de sí misma. Todos estos elementos me parecen fantásticos y es lo que construyen esta historia. Esta es una historia de emociones y temas que nos lleva a plantearnos qué somos capaces de hacer en determinadas circunstancias.

"No he pretendido ni redimir a Ana Garrido, ni juzgar lo que hizo. Eso lo tienen que hacer los lectores"

P.- Para construirse a sí misma, se mete en el mundo de la droga, a consta de la vida de muchos otros. ¿Acaso no tiene empatía con las víctimas del narcotráfico?

 R.- No he pretendido ni redimir a Ana Garrido, ni juzgar lo que hizo. Eso lo tienen que hacer los lectores. Yo no he pretendido en ningún caso entrar en preguntas que evidentemente están ahí, son evidentes, el narcotráfico es malo. Ella, en su forma de ver las cosas, reafirmó que, pese a ser la reina del narcotráfico, no tenía instinto criminal. Hablando con los agentes actuantes, en alguna medida, alguno me llego a decir que ella podría haber sido tan buena empresaria vendiendo hortalizas que cocaína. Esa contradicción, es lo que lo que a mí me interesa, poner encima de la mesa para que sea el lector el que saque sus conclusiones.

P.- ¿Por qué elige la droga, antes que vender lechugas?

R.- A veces la vida te coloca en circunstancias que aprovechas y a lo mejor eligiendo el camino equivocado. Ella en alguna ocasión, cuando estaba construyendo el personaje, me decía 'esta fue la vida que yo he vivido y es la que me tocó vivir'. Es consciente, es responsable de sus actos y ha pagado. En el narcotráfico se puede dar una cuestión que pasa mucho en el comercio, esta gente no toca la droga, no pasa por sus manos y quizás no son conscientes en ese momento de los efectos de la droga. Una vez en la cárcel, sí me habla de la ayuda que puede haber prestado a personas drogodependientes allí. Pero todas esas circunstancias no hacen que quiera renunciar a su vida. Dice: 'Fui y soy lo que fui. Ahí está mi vida. Haz con ella lo que quieras'. 

"El gran hombre de su vida es su hijo, el único que nunca la ha decepcionado"

P.- ¿Dónde está ahora ella?

R.- Ella está ahora cumpliendo una nueva condena por narcotráfico, recluida y deseando salir de la cárcel para volver a estar con el gran hombre de su vida, su hijo, el único que nunca la ha decepcionado. 

P.- ¿Tuvo que renunciar a él en una etapa de su vida, no?
Ese es el lado humano, lo que a mí me interesa de esta historia, con la que construyo toda la toda su personalidad. Fue muy duro para ella y está muy presente cuando tenía a su hijo en brazos, cuando tiene que tomar la decisión de alejarse de él y todos esos largos años de condena. Ahí prevalece el sentimiento de una madre que no difiere de cualquier otra.

"Quiero contar su vida desnuda y que sea el lector quien opine"

P.- ¿Si tuviera la oportunidad de volver atrás, elegiría otro camino? ¿Crees que está arrepentida?

R.- Son preguntas que tampoco nos hemos planteado. Es una novela inspirada en su vida, pero no para que le sirviese de redención. Quiero contar su vida desnuda y que sea el lector quien opine. 

P.- La Operación Temple, que acabó desmantelando la red que ella dirigía, fue ordenada por el juez Baltasar Garzón.

R.- Sí, el era el titular del juzgado número cinco de Instrucción de la Audiencia Nacional cuando se tramitó esta operación, con Dolores Delgado como fiscal. Uno de los agentes que investigó el caso enfatizaba la implicación del juez para poder avanzar. Ten en cuenta que cuando se hace un investigación policial, la intervención del secreto de las comunicaciones, pinchazos de teléfonos, registros, etc, son temas que tienen que ser siempre supervisados por la autoridad judicial. No puede realizarse de una manera prospectiva. En este caso terminó con una condena y una fuga de uno de los cabecillas de prisión.

Los agentes que la detuvieron creían que 'realmente no era consciente en algunos casos de las circunstancias que ocurren dentro de este mundo'

P.- ¿Cómo te has documentado para escribir esta novela?

R.- Me he centrado en ella. No es una crónica judicial y he dejado de lado mi papel de abogado para que prevalezca mi visión como novelista. Además de hablar con ella, me he entrevistado con los agentes que intervinieron en el caso para inspirar una segunda voz que cuenta todo aquello que ella no sabe, esa telaraña que se va haciendo a su alrededor. 

Algún agente mantiene una amistad a lo largo de los años con ella, porque los agentes están acostumbrados a ver todo tipo de gente en el crimen. Y hay gente mala y gente que es menos mala. Existe incluso alguna manifestación que se me hace diciendo 'realmente no era consciente en algunos casos de las circunstancias que ocurren dentro de este mundo'. Por eso ella a veces se apelaba a que no tenía instinto criminal.

P.- ¿Qué ha hecho todo estos años que ha pasado en prisión? ¿Ha estudiado Derecho?

R.- No, pero participó muy activamente en la revisión de su condena. Fueron sus letrados, pero ella la impulsó y le permitió tener sus primeros permisos antes. La condena que recibió fue muy severa, de más de 30 años de prisión.

Fue una condena ejemplar, a más de 30 años, pero no influyó el hecho de ser mujer

P.- ¿Fue una condena ejemplar?

R.- Fue una condena ejemplar, de las más duras que ha habido en estos temas. En la novela hay una parte que me parece muy importante que es el paso del tiempo. No me centro tanto en qué es lo que ocurre en su encarcelamiento, sino en cómo la afecta el paso del tiempo, quién era y quién es al salir. Esa mirada en el espejo donde uno se reconoce o no, cuando se abren las puertas y uno vuelve a la vida.

P.- ¿Influyó el hecho de ser mujer?

R.- No lo creo. Hubo un enjuiciamiento como trama, como organización criminal. Ella tiene un código de honor, de no delatar a nadie, y lo mantuvo hasta el final

P.- ¿Cómo te las has apañado para hablar con ella en la cárcel?

R.- Habíamos tenido muchas conversación antes de que entrara en prisión esta última vez. Hablar desde la prisión es complicado y establecimos una correa de comunicación a través de su hijo.

"Ana Garrido, la reina del narcotráfico, es como la vecina del 5º. Me han sorprendido sus valores"

P.- ¿Qué te ha sorprendido de ella?

R.- Ana Garrido, la reina del narcotráfico, es como la vecina del 5.º. Me han sorprendido sus valores, que no difieren de los valores que pueda tener cualquiera de nosotros. En su caso, el valor de la familia es sorprendente. Cuando conoces a alguien como ella, te das cuenta de cómo los acontecimientos pueden deshacer a las personas. Ella, en cualquier caso, no cambiaría nada de lo que es. 'Es mi vida y esto es lo que soy', dice, y sorprende su capacidad de asumirse tal y como es, en lo bueno y en lo malo.