Este 8 de abril se cumplen diecinueve años del asesinato del cámara José Couso durante la invasión de Irak, a causa del impacto de un proyectil que dispararon tropas norteamericanas. Y para conmemorar la fecha, vuelve al Teatro del Barrio El fuego amigo: un monólogo de la compañía Vuelta de Tuerca, que interpreta Marta Alonso y escribe y dirige Juanma Romero, y se basa en aquel ataque al Hotel Palestina de Bagdad. También este jornada, tras dos años de parón por la pandemia, la Asociación de Hermanos, Amigos y Compañeros de José Couso reanudará sus concentraciones para reclamar justicia por aquel crimen. En esta ocasión, la convocatoria es frente a la sede del Ministerio de Justicia (San Bernardo, 42), a las 19:00hs.

Marta, Juanma, ¿cómo surge la idea de llevar al teatro el crimen de José Couso? Surge de un deseo de reparar este asesinato, que para nosotros es una herida colectiva. Y de recordar a una persona que, cuanto más la conocíamos en el proceso de documentación, mayor era la deuda que sentíamos hacia él. De los sacrificios y compromisos del periodista de guerra, tenemos mucho que aprender los escritores que contamos historias desde la comodidad de nuestra casa. Hace poco vimos el documental sobre Robert Fisk, y volvimos a sentir la misma admiración.  

¿Por qué la idea de la música en directo? Cuando escuchamos a Beatriz en directo, hace ya años, quedamos fascinados por su capacidad de crear atmósferas y llevarte de viaje a lugares inexplicables. Nosotros no queríamos hacer una obra documental, sino una obra poética, cargada de emociones. Y la música te lleva a ese sitio. El grito de Beatriz en El fuego amigo expresa mejor que mis palabras la rabia que sentimos por el asesinato de José.

¿Cómo ha cambiado el montaje desde su estreno? Ha crecido en evocar sensaciones de rabia e indignación, no sólo por lo que sigue ocurriendo a nuestro alrededor o por la falta de respuestas a las reclamaciones de justicia en el caso de José. También porque la propia obra lo pedía: no queríamos contar una tragedia, para luego hundirnos en la desesperación. Al crearla, descubrimos el lado positivo de la ira, y así llegamos a algunas de las frases más emblemáticas de la pieza: “La ira es una ofrenda. La cámara no va a dejar de grabar”.