La lista de películas navideñas es interminable y variable en función de a quién se pregunte. La Jungla de Cristal, Love Actually, Pesadilla antes de Navidad... Incluso hay listas de películas navideñas que deberías ver si odias la Navidad. Sin muchas pruebas, pero con todas las certezas, la película por excelencia para ver en estas fechas es Solo en casa, al menos para una generación de treintañeros que vieron cumplirse en Macaulay Culkin la fantasía de romper la tiranía paterna y ser por unos días los guardianes absolutos de su hogar.

Pese a lo satisfactorio que es comer palomitas mientras se salta en la cama o hincharse a helado por la noche mientras ves películas violentas de gánsteres, Solo en casa tiene una evidente moraleja sobre la importancia de la familia. Una lección representada no sólo en la madre coraje que atraviesa medio mundo para reencontrarse con el hijo del que se ha olvidado, sino también en el papel de Marley, el misterioso anciano que aterroriza a Kevin, pero que en realidad solo es un abuelo destrozado por no poder ver a su nieta tras una absurda discusión con su hijo. En resumen, nunca desees perder de vista a tu familia porque se podría cumplir.

Pero existen varios detalles desconocidos de Solo en Casa que ahora, cuando la película está a punto de entrar en la crisis de los 30 -se estrenó un 21 de diciembre de 1990- han salido a la luz gracias a la serie documental Movies that made us de Netflix, que revisa cómo fue el rodaje de las películas que nos marcaron. Hacemos un repaso a algunos de esos secretos para que, si te decides a revisionarla en estas navidades -la tienes disponible en Movistar Cine, pero en estas fechas su emisión debería ser un derecho constitucional- puedas hacerlo con los ojos de un niño otra vez.

La cámara del cobarde

Uno de los elementos más definitorios de Solo en casa es su estética de dibujos animados. Un toque que está presente en la invasión de la casa por parte de los Bandidos Mojados, Harry y Marv, que interpretan Joe Pesci y Daniel Stern. Para lograrla, el director de fotografía, Julio Macat, pasó horas y horas viendo dibujos animados y quedándose con detalles como las plumas que caen flotando en la pegajosa trampa del comedor contra Harry o la palanqueta cayendo sobre la cabeza de Marv.

El humor físico, conocido como slapstick, es fundamental en Solo en casa. Pero la gran novedad fue la invención de la cámara cobarde por parte de Macat. Hablamos de una época donde los efectos especiales de ahora estaban en pañales y los dobles y especialistas se llevaban golpes muy reales. Tanto, que se optó por grabar una sola toma de los porrazos (por ejemplo, la caída de las escaleras congeladas de Harry) para evitar mayores lesiones a los especialistas.

Para evitar que la toma no fuese cogida por la cámara, se instaló una pequeña y barata cámara en sitios apartados, como medida de seguridad, pero con los visionados descubrieron que esos planos tenían una magia especial. Y poco a poco fueron innovando, como pasó con la toma de la plancha cayendo por el conducto de la ropa sucia, donde se decidió tirar la cámara por el hueco para grabar el impacto sobre Marv.

El sueldo de John Candy

En 1990, John Candy era uno de los chicos de oro de Hollywood. Y parte de su éxito se lo debía a su tocayo, John Hughes, el guionista y creador de Solo en casa. Juntos habían protagonizado varios éxitos de taquilla en los años previos, como Mejor solo que mal acompañado, con Steve Martin, Dos cuñados desenfrenados, con Dan Aykroyd y Solos con nuestro tío, en la que también participó un todavía más joven Macauly Culkin.

En un principio, el papel de John Candy estaba pensado como un pequeño cameo como líder de los Kenosha Kickers, los reyes de la polka del Medio Oeste que se ofrecieron a llevar a la madre de Kevin hasta Chicago. Pero ese día, en el rodaje, también apareció Hughes, que solo había pasado una jornada en el plató. Y el guionista decidió sacar el máximo jugo al actor. De hecho, todo su monólogo sobre los éxitos de su grupo -"Polka, Polka, Polka"- es una improvisación. Y lo que iba a ser un pequeño cameo se convirtió en una jornada de 23 horas de grabación que acabó con Candy llamando “hijo de puta” a Hughes. Pero de buen rollo. Tanto, que Candy no cobró su caché a los productores -habría sido una fortuna en horas extras- y acabó cobrando 414 dólares por el día completo. Como referencia, el chico que hacía de pizzero, y que no tenía ni nombre propio en el guion [Pizza boy era su referencia], cobraba 500 euros por jornada.

La toma de oro

En cine, se conoce como Golden shot o toma de oro al plano que da sentido a la película y en cuyo presupuesto no se ahorra. En el caso de Solo en casa, la toma de oro era la mañana de Navidad, cuando Kevin se despierta y descubre que su deseo se ha cumplido y su madre ha vuelto a casa. Para ello, el guion especificaba que tenía que haber nieve. Mucha nieve.

Una misión factible cuando hablamos de Chicago en febrero, donde las temperaturas mínimas de media están en -6º y pueden llegar a los -15º. Pero aquel febrero de 1990 se presentaba seco, caluroso y sin nieve. El rodaje empezó con preocupación y con tomas que no necesitaban de estampas blancas, pero al segundo día llegó el milagro navideño. Amaneció con una nevada perfecta que dejó el barrio de los Macallister con una estampa polar. Todo el equipo se apresuró a grabar la escena final de la película, pero la nieve estaba en el suelo, no cayendo del cielo. Así que utilizaron ventiladores y varios sacos de copos de puré de patata para simular la nieve, consiguiendo el efecto perfecto. Lo que nadie previó es que los copos de patata empezaran a pudrirse en los días posteriores, dejando una peste a verdura en descomposición durante varios días en el set de rodaje.

Las palabrotas de Joe Pesci

Una de las grandes estrellas de Solo en casa es Joe Pesci, que interpreta a Harry, el líder de los Bandidos Mojados. Ver al actor de Newark en el papel de maleante es ya un clásico, incluso lo era en 1990, cuando se rodó la comedia de Chris Columbus. Por aquel entonces, Pesci había interpretado a Joey LaMotta en Toro Salvaje, a Frankie Minaldi en Érase una vez en América, a Leo Getz en Arma Letal 2 o a Tommy DeVito en Uno de los nuestros. Papeles rudos y cargados de insultos, palabrotas y maldiciones.

Sin embargo, eso no encajaba en Solo en casa, una comedia familiar que aspiraba a ser un taquillazo para todos los públicos en plena navidad. Ese no era el único problema de Pesci, que traía de cabeza al equipo de rodaje por su conocida afición al golf. James Giovinetti, segundo ayudante del director y encargado del reparto, fue quien más le sufrió. Hasta el punto de que Pesci le sacó a rastras de una reunión por haberle convocado a las 7 de la mañana para grabar. “No me necesitas a las 7:00, vendré a las 9:00”, le dijo, porque de 7:00 a 9:00 Pesci necesitaba, al menos, jugar 9 hoyos.

Al menos, ante la cámara, Pesci consiguió moderar su lenguaje. Como le dijo a Columbus, el director, “siempre que recibo un guion, si no es de Scorsese, solo soy capaz de leerlo si añado un ‘joder’ cada tres o cuatro palabras”. Sin embargo, se le ocurrió maldecir como había hecho siempre, pero farfullando. Así, consiguió crear uno de los rasgos más característicos y divertidos de Harry: sus palabrotas entre dientes cada vez que recibía un golpe.

Joe Pesci Solo en Casa

La música de John Williams

Pocas semanas antes de su estreno, Solo en casa estaba lista y montada, pero le faltaba la música. El compositor de su banda sonora iba a ser Bruce Broughton, un compositor de comedias familiares de segunda fila, como Bigfoot y los Henderson o Los rescatadores en Cangurolandia. De hecho, esta última, de 1990, coincidió con los “problemas de agenda” que le hicieron rechazar en el último momento poner la música de Solo en casa.

Y lo que parecía un contratiempo se convirtió en una oportunidad. El director, Chris Columbus, dijo a su equipo que “sería genial tener a John Williams”. Una broma que provocó las carcajadas de todos. Pero cuando acabaron las risas y se hizo el silencio, la broma tomó forma. El creador de la banda sonora de Star Wars, E.T. el extraterrestre o Superman recibió una copia de Solo en casa y quedó encantado. “Eso transformó nuestra película, una película navideña de bajo presupuesto, en una con el mayor compositor vivo”, señala Columbus. “En tres semanas, le puso esa música que cambió toda la película”, explica con sorpresa Daniel Stern, el actor que interpretó al ladrón Marv.

Una banda sonora que, posiblemente, sea la mejor lista de villancicos para estas navidades.