Carabanchel, barrio obrero de memoria intensa y de presente en ebullición, se prepara para convertirse durante nueve días en epicentro cultural de Madrid. Del 27 de septiembre al 5 de octubre, las calles, plazas, librerías, salas de conciertos y talleres del distrito se llenarán de vida con más de un centenar de actividades bajo el paraguas de Cruza Carabanchel, un festival nacido de la energía vecinal y que en apenas tres ediciones ha logrado situarse como cita imprescindible del calendario cultural madrileño.

No es un festival más: es un intento de reivindicar la idiosincrasia de un barrio que resiste a la uniformidad. La propuesta no solo muestra arte, música o teatro, sino que invita a reflexionar sobre lo que significa ser barrio en un tiempo donde lo comunitario parece diluirse. Carabanchel, dicen sus organizadores, no quiere ser una marca, ni un producto: quiere ser sí mismo.

Un festival con raíces y presente

La presentación tuvo lugar en la Estufa Grande de la Finca de Vista Alegre, donde el presidente de Carabanchel Distrito Cultural, Ignacio Bonacho, puso las cartas sobre la mesa: “La cultura en este barrio es intrínseca. Estamos de moda, pero la cultura lleva aquí mucho tiempo. No queremos ser el Soho, somos Carabanchel. Queremos crecer por el barrio y con el barrio”.

La delegada de Cultura, Marta Rivera de la Cruz, recogió esa idea y la amplió: “Hay un florecimiento cultural del distrito con 34 galerías de arte, 200 estudios, salas de ensayo, de grabación, entre otros muchos espacios. Cruza Carabanchel es una síntesis de lo que está sucediendo. Para un ayuntamiento, esto es un lujo”.

Por su parte, el concejal presidente del distrito, Carlos Izquierdo, agradeció “el trabajo, la ilusión y las ganas” de la asociación organizadora, y subrayó que el festival “es una muestra, una exhibición de todo lo que hacemos aquí”.

En ese diálogo se desliza un mensaje más profundo: la defensa de la identidad de un barrio frente al riesgo de convertirse en un escaparate. Carabanchel ha cambiado mucho en las últimas décadas, con la llegada de artistas, galerías y proyectos que conviven con una fuerte tradición obrera y migrante. Cruza Carabanchel quiere tender puentes entre esas realidades y recordar que el concepto de barrio —la vida compartida en calles, plazas y comercios— es también patrimonio cultural.

El arranque: música, circo y danza en San Isidro

El pistoletazo de salida será el sábado 27 de septiembre en el Recinto Ferial de San Isidro, donde se entrelazarán la fotografía, la danza y el circo. A mediodía abrirá la instalación Inside Out Project, seguida de una exhibición de la RCPD Mariemma con Ana Bejarano y el espectáculo circense Sol Bemol.

Por la tarde, la música tomará el mando con grupos como ZBD Boyz, Adormidera, Poetas Puestos, Ketekalles y Tremenda Jauría, hasta culminar en una sesión con DJ sorpresa. Un inicio que promete condensar la fuerza diversa de un barrio que late al ritmo de sus artistas.

El domingo 28, el recinto se transformará en un taller abierto: cerámica, artesanía y modelado de arcilla con colectivos como Nüwa Arte y Dinámica o la Asociación Desconecta. Habrá juegos tradicionales, debates literarios con Laura Freixas, Ana Merino y William González, y la propuesta Rebailar con canciones de Rafael Mora y Moncho Otero.

Cine, literatura y teatro: el barrio como escenario

El 2 de octubre será el turno del cine. En los Cines Yelmo Islazul se preestrenará Por el camino de en medio, la nueva película de Arsenio Mayo. Esa misma tarde, el espacio Madreams acogerá Noche tras noche, proyecto audiovisual del colectivo Latido Carabanchel.

La literatura tendrá presencia constante: desde la apertura con el documental-recital Leyendo a María Zambrano en la librería El Trotajueves hasta el recital Poesía a este lado del río en el Parque de Comillas. A lo largo de la semana habrá talleres de cómic, encuentros con autores como Fidel Tomás, Teresa Olalla o Alberto Morate, y presentaciones colectivas en espacios como la Factoría Jarana.

El teatro ocupará también un lugar destacado: El centrocampista murió al amanecer, dirigido por Concha de Diego en la Casa del Barrio; Una tarde con la muerte y Holocausto de Oxígeno en la Sala Tarambana; y propuestas familiares como Impro Cuentos, de ImproXpresión. Incluso habrá clásicos en inglés, como Waiting for Godot o Victoria Station, de la mano del EOI Carabanchel y el IES María de Austria.

Diseño, artes visuales y artesanía

El festival se abre también al diseño y la arquitectura con Open House Carabanchel (27 y 28 de septiembre), un recorrido que permitirá entrar en talleres y estudios como La Nave, Hola Porqué o PhotoAlquimia Studio. En paralelo, el IED Madrid presentará Abono 03. Hogar y Espac101 ofrecerá Carabanchel 2031: un recorrido por futuros posibles.

La cerámica y la tradición artesanal se integran en talleres y exposiciones: Del papel al barro en Nüwa Arte, Memoria de agua y barro en Arcaduz Cerámica o Venus Connection en La Descentrada. Espacios donde la materia se moldea con manos vecinas y se convierte en relato colectivo.

Las artes visuales sumarán la energía de un mural colaborativo coordinado por el artista Murfin, la exposición Emet: Alma de barro de Carmina Corella Galán o la instalación participativa del colectivo Sutura Teatro, titulada Kit de supervivencia afectiva para cuando la ciudad duerme.

Conciertos y comunidad

La música será un hilo transversal: conciertos infantiles como Yo soy Ratón en la Sala Tarambana, el rock de Los Deltonos en Gruta 77, el taller de radio comunitaria en el CRPS Los Cármenes o actuaciones como las de Roni di Capo y Castor Head.

Pero más allá de la programación, el festival apunta a un objetivo mayor: celebrar la idiosincrasia de Carabanchel, su mezcla de tradición y modernidad, y repensar qué significa hoy ser parte de un barrio. En un tiempo en que las ciudades tienden a homogeneizarse, Cruza Carabanchel recuerda que el alma de un distrito no se mide en tendencias, sino en la vida compartida que se teje cada día.

Durante nueve días, el sur de Madrid se convertirá en un mapa de posibilidades: un lugar donde la cerámica se cruza con la poesía, el circo con la danza, el diseño con la memoria obrera, y donde la cultura se entiende como un territorio compartido. Del 27 de septiembre al 5 de octubre, Carabanchel abrirá sus puertas al mundo, pero sin olvidar que la raíz, la semilla y el fruto están en el propio barrio.

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