Lo más importante en el arte es la pureza y la originalidad. Ver en directo cómo algo eclosiona resulta evocador. El Movistar Arena de Madrid fue testigo, la noche del 28 de mayo, de la explosión de algo genuino. El fenómeno imparable de Ca7riel y Paco Amoroso, ese dúo argentino que ha conseguido mutar del under porteño al estrellato global sin perder una pizca de descaro, se hizo con la capital de España. Un rayo imparable de carisma en una veraniega noche madrileña.
Siete meses después de su primera parada madrileña —una Sala But ya demasiado pequeña—, los autores de Baño María y Papota regresaron con una propuesta escénica que borra los límites entre el concierto y el performance art. Aquí no hay telón: hay bustos hinchables gigantes, monos que simulan cuerpos de culturista, fuego, humo y una pasarela que, por momentos, parece un bote de proteínas XXL. De 1.000 personas a reventar el Movistar Arena en tan solo seis meses.
Una rave sudada con mensaje
Desde el primer beat de Dumbai, la maquinaria estaba en marcha. Una decena de músicos (percusión, vientos, coristas) orquestaban una rave en clave jazz-funk que, sin complejos, se colaba en el trap, el rap y la electrónica con fluidez de genios. No es solo actitud: es virtuosismo disfrazado de joda.
Temas como Baby Gangsta, Mi diosa, Impostor o SHIPEA2 fueron cayendo como botellas de Fernet. Con el público gritando cada línea, el Movistar Arena se convirtió en una suerte de culto compartido. Y cuando bajaron las revoluciones con Pirlo y la BZRP Music Session #3, lo que brotó fue una intimidad cómplice, entre flashes, suspiros y whisky en mano.
Anoche Ca7riel y Paco Amoroso reventaron el Wizink con una banda increíble. Son el fenómeno del año y con razón. Jazz disfrazado de música urbana y ritmos latinos, y un carisma irresistible. Ah, los que dicen que el Wizink suena mal no estuvieron anoche. BRUTAL. pic.twitter.com/SEgg1cIzBZ
— Javi Arroyo Rock (@_JaviRock) May 29, 2025
Pero lo que distingue a Ca7riel y Paco no es solo la música. Es esa ironía hiperestética con la que reescriben los códigos del macho urbano: cuerpos hipertrofiados en trajes de lycra, frases como “¿Tatuaje en el cuello? ¿El pelo negro? ¿De silicona?” y culturistas en calzoncillos bailando en #Tetas, su sátira del culto al cuerpo.
Cuando Paco se apropió del escenario con Todo el día y Ca7riel desató su sensualidad en Polvo, quedó claro que dominan todos los registros: del bolero funky a la rave de las 6 AM.
Entre Prince y el Tiny Desk
La puesta en escena tiene algo de videoclip en vivo, con cámaras en directo, letras proyectadas en japonés o inglés, y un ritmo que nunca afloja. Como si Prince y Tyler, the Creator se hubieran colado en un episodio de Dragon Ball Z.
Y sí, todo empezó con aquel Tiny Desk que los catapultó. Pero lo de ahora es otra cosa: una experiencia total, casi teatral, que desafía los géneros musicales, los roles de género y los formatos de la música en directo.
El final fue apoteósico: El día del amigo, #Tetas y El único coreados a gritos por más de 14.000 personas. Antes de despedirse, agradecieron al público y a sus madres (“sin ellas no estaríamos acá”), y lanzaron merchandising al aire como en el capítulo de Los Simpsons en los que Mod Flandes muere por culpa de Homer durante un partido de beísbol. Gracias Tiny Desk por tanto.