La voz de Simone de Beauvoir llega a Madrid como nunca lo ha hecho: saltando de las páginas en un papel a una obra de teatro. Anabel Alonso tiene el reto de encarnar en carne y hueso la prosa de la filósofa francesa en La mujer rota, un reto profesional en el que la actriz se muestra desenvuelta, segura y con ganas de dar a conocer al público sus dotes interpretativos al pie del escenario.
Alonso se embarca en este proyecto de la mano de Heidi Steinhardt en la dirección y con la productora La Zona para dar vida a un relato con mirada feminista que promete dar un giro a los estereotipos que giran en torno a la soledad, la frustración o las expectativas que la sociedad empuja en las mujeres.
La protagonista de la historia que mantiene viva a De Beauvoir no sólo entre páginas desgrana en esta entrevista las claves de la obra y, entre otras reflexiones, su percepción acerca del panorama cultural, político y social.
PREGUNTA (P): ¿Qué trasfondo feminista guarda La mujer rota?
RESPUESTA (R): De entrada, es el monólogo de una mujer a la que Simone de Beauvoir le da voz. Murielle es una mujer que está sola en su casa y lo que no se atreve a decir a la cara de los demás, aunque ella a veces se reivindique que es muy sincera, se lo dice a sí misma. Hay que pensar que le dio voz en 1967, unos años en los que las mujeres tenían poca narrativa, pero en este caso es darle voz a una mujer que al no desempeñar ninguno de los roles que la sociedad le impone -hija, madre, esposa- digamos que no encuentra su lugar en el mundo y, por otro lado, se reivindica, se revela y se enfrenta a toda esa gente que tiene alrededor que la ha rechazado.
Hay un poco de todo, está la reivindicación de estar en el mundo y la rabia de que los demás la rechacen por no ser como debería ser, también su deseo de ser como ellos quieren que sea. Lo que me gusta de Simone de Beauvoir son sus contradicciones, hace que el espectador o lector se plantee cuestiones o preguntas, pero ella no da respuestas, cosa que también me gusta, que cada uno saque sus propias conclusiones.
Es como cuando ella dice que hay muchas mujeres machistas, y es cierto, porque llevamos miles de años que están haciendo una labor en la que se nos dice qué es ser buena hija, buena madre, buena mujer. Como su frase famosa de ‘una mujer no nace, se hace’, porque te van educando para ser mujer. Venimos al mundo con una serie de aptitudes pero se nos encarrila, la maternidad influye mucho, a desempeñar una serie de roles.
Las mujeres siempre tenemos ese estigma de ser medidas con otro rasero
P: La soledad, la frustración y la necesidad de reconocimiento de los demás marca el paso de la trama, ¿permanece la mirada machista en estos puntos y de qué manera?
R: Una mujer que no sigue las pautas establecidas en la sociedad no digo que sea rechazada, pero no es aceptada de la misma manera. Hemos avanzado mucho, pero seguimos a años de luz de conseguir esa igualdad y que seamos libres de actuar como nos dé la gana. Igual ahora a las jóvenes no les pasa tanto, pero a mí me preguntaban cuándo iba a tener hijos, incluso en las entrevistas, mientras que a los compañeros no. Siempre tenemos ese estigma de ser medidas con otro rasero y eso le pasa a Murielle en la escena de Simone de Beauvoir, siempre somos medidas con otras expectativas. Las cuestiones que son admiradas por los hombres son criticadas a nosotras.
P: ¿Por qué siempre se espera que las mujeres cumplan un rol?
R: Ha sido así a lo largo de la historia. Cuando las mujeres han tenido cierto poder, como en la Edad Media o el siglo XV que las mujeres eran las que sabían más de medicina, ya se inventaron muy mucho para o bien quemarlas por brujas o impedirles poner en práctica esos conocimientos. Siempre se nos ha intentado ningunear en todos los aspectos. Hay grandes escritoras, pintoras y músicas que están absolutamente olvidadas o mujeres que, como no tenían vocación de casadas, se tenían que meter a monjas porque no había otra opción para poder seguir estudiando o pudiendo realizarte de otra manera.
Ahora estamos llegando a un ‘ten con ten’, pero lo que me inquieta es que hay hombres que piensan que quitamos derechos, cuando son privilegios. A nosotras se nos exige además de trabajar fuera llevar el peso de la casa y que ellos digan ‘te ayudo’ o ‘colaboro en’, no estamos al 50%. Nosotras hemos ampliado la jornada laboral. Estamos de tú a tú, tenemos el mismo derecho a todo, pero sigue sin estar y queda mucho por recorrer.
P: ¿Cómo encarnas este papel más dramático en tu carrera? Su recorrido en la comedia es el más conocido en el mundo del espectáculo. ¿Resulta cómodo o arriesgado?
R: Quiero pensar que es tocar otras teclas del mismo piano. A lo largo de mi carrera el 90% ha sido comedia, pero me apetecía cumplir 60 años y darme un gusto. En la comedia me lo paso muy bien, me divierto, funciona y es muy gratificante escuchar la risa del público, pero, de repente, necesitaba hacer esta incursión. Pasa como en todas las carreras, poder tocar otras teclas del piano siempre es maravilla.
Además, cuando ya llevas unos años con una carrera a tus espaldas y por suerte eres conocida, puedes provocar estas cosas, en este espectáculo soy coproductora. Con Heidi, que es la directora y mi mujer, me dio a conocer este texto. Es estupendo tomar la iniciativa, en audiovisual es más complicado pero en teatro puedes poner en pie proyectos que igual, de otra manera, no llegarían.
Todo está teñido de política
P: En el mundo del espectáculo, cuando hay voces que defienden que no se debe mezclar con política. ¿Qué le diría a aquellos compañeros que no guardan silencio sobre escenarios como el de Gaza?
R: Yo no puedo reprochar a nadie que haga o deje de hacer, no soy quien. Sé lo que yo considero que debo hacer. ¿Qué no es política? Hasta cuando te suben el IVA de una cosa es política. ¿Por qué tenían IVA los támpax como un artículo de lujo y otras cosas no? Todo está teñido de política. Cuando veo tremendas injusticias no me puedo callar, pero no le puedo decir a nadie lo que tiene que hacer. Yo lo hago, cierro los ojos en la almohada, y digo ‘estoy tranquila’. Decir las cosas con educación, con buen talante y de la manera apropiada no tiene por qué molestar a nadie.
Ahora, que haya haters o gente que quiere malinterpretar o extrapola las cosas que dice, que me ha pasado que las malinterpretan porque así lo quieren, es otra cuestión. Realmente, todo es política. Cuando uno va de privado, luego viene el fontanero y no me importa a quién vota, yo lo que quiero es que me arregle el grifo. Cuando me dicen cosas como ‘es que me gustabas mucho como actriz, pero ahora…’, ¿y qué tiene que ver una cosa con otra?
Si no le gusta la paella a todo el mundo, por qué les voy a gustar yo
P: La cultura del veto y la censura está a la orden del día en el debate de la libertad de expresión artística, ¿cómo se percibe desde dentro?
R: No tengo noticias de que me hayan vetado, puede haber pasado, pero nunca le vas a gustar a todo el mundo. Muchas veces al hacer repartos, por un comentario de alguien, pues igual te has caído y no sabes por qué. Fluctuamos así. Si no le gusta la paella a todo el mundo, por qué le voy a gustar yo. Más allá de lo que piense o deje de pensar, como no le voy a gustar a todo el mundo, me quedo tranquila. En cuanto a vetos, no he sido consciente de ninguno.
P: Discursos ultra marcan el paso del escenario político y buena parte del odio que se percibe en redes sociales cala en las generaciones jóvenes. ¿Qué nos queda por ver?
R: En redes me he retirado un poco porque creo que mientras exista la impunidad y el anonimato, va a haber barbaridades. Alguien que pone una foto de esto y me pueda insultar, amenazar, denostar, inventarse cosas sobre mí, tirarme mierda encima o poner cosas en mi boca que no he dicho con total impunidad, no me interesa. Como pasa en todas las redes, creo que si se acabara con el anonimato se acabaría con el 95% de las barbaridades que vemos, oímos y leemos, estoy convencida. Así de fácil. Si todo el mundo fuera con su cara por delante como voy yo, ya te digo que aquello sería una balsa de aceite. Todo.
Mientras exista la impunidad y el anonimato en redes, va a haber barbaridades
P: Este halo de crispación que vemos en los círculos políticos, públicos y artístico. ¿Cómo cree que se puede combatir o sobrellevar?
R: Lo han polarizado y crispado las derechas. A raíz de la moción de censura, que ya dijeron que era un Gobierno ilegítimo, está contemplado en la Constitución y salió adelante, como deslegitiman lo que es legítimo, han entrado en un maremágnum tremendo.
Si se sosegara la derecha… los ultras, allá películas, pero si tuviéramos una derecha europeísta, la democracia cristiana de toda la vida, esto volvería todo a su cauce, habría una alternancia con unos más conservadores y otros más progresistas que se alternarían como toda la vida, pero no ‘o conmigo o contra mí’, poniéndolo todo con un plus y una sobreactuación que no va a ninguna parte.
Está muy sobreactuada la política, pero creo que la derecha es la que está sobreactuando y diciendo cosas tremendas. Uno no se puede burlar de un genocidio, uno no puede decir que se han ido a tomar cervecitas o a hacer un crucero con la Flotilla. Hay cosas que no sé por qué se consienten, incluso dentro de los partidos. Habría que decir ‘venga, vamos a sosegarnos, hasta aquí’ o ‘Vamos a hacer política, oposición o gobierno, en el caso que sea’, pero con sensatez y responsabilidad, creo que es lo que hace falta.
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