Con el uso frecuente del horno, es común que la puerta de vidrio acumule grasa y restos de alimentos. Estas manchas, además de afectar la visibilidad del interior, también pueden resultar poco agradables desde el punto de vista estético. Sin embargo, devolverle el brillo original no requiere productos costosos ni herramientas especiales, solo un poco de paciencia y una limpieza adecuada.
¿Por qué aparecen estas manchas?
La acumulación de suciedad en el vidrio se debe a la evaporación de aceites y grasas durante la cocción. Estos residuos se adhieren a la superficie más fría del horno: la puerta. A esto se suman el humo de alimentos quemados y pequeñas partículas que, con el tiempo, oscurecen el cristal. Ignorar el problema es una opción común, pero con el paso de las semanas, el vidrio puede parecer más una pizarra de manchas que una ventana funcional.
Cómo desmontar la puerta para su limpieza
Afortunadamente, muchos hornos modernos facilitan la limpieza gracias a un diseño pensado para el mantenimiento. La mayoría de las puertas pueden desmontarse fácilmente. El procedimiento es sencillo: basta con abrir la puerta por completo, localizar los ganchos de metal en las bisagras, retirarlos y luego cerrar la puerta hasta la mitad. En ese punto, con un leve movimiento hacia arriba, la puerta se puede retirar por completo.
Una vez desmontada, es recomendable colocar la puerta sobre una toalla para evitar rayones. En varios modelos, el cristal también puede desmontarse, ya sea mediante pequeños botones ocultos en la parte superior o con la ayuda de un destornillador. Esto permite acceder a rincones que normalmente quedan fuera del alcance durante una limpieza superficial.
La solución: agua, detergente y bicarbonato
Para la limpieza, se recomienda una mezcla de agua tibia, detergente lavavajillas suave y un poco de bicarbonato de sodio. Esta solución debe aplicarse sobre las zonas manchadas y dejar actuar durante unos diez minutos. Después, con una esponja suave, se retiran los residuos. Los especialistas advierten que no se deben utilizar utensilios abrasivos como la lana de acero, ya que podrían rayar el vidrio de forma permanente.
Una vez limpio, el proceso de montaje se realiza en orden inverso: se colocan las piezas, se insertan las bisagras en sus rieles y los ganchos vuelven a su sitio. Con este mantenimiento, que puede repetirse varias veces al año, el vidrio del horno recupera su transparencia y mejora notablemente la experiencia en la cocina.
Así, la próxima vez que quiera comprobar si el gratinado está en su punto, no tendrá que adivinarlo tras un velo de grasa. Y sus invitados solo verán la parte más apetitosa del proceso, sin imaginar las tareas de limpieza que lo hicieron posible.