El periodista Pedro Torrijos ha acostumbrado a sus seguidores a que cada jueves escribe un hilo en Twitter (bautizado como La brasa de Torrijos) en el que narra algún hecho. Esta semana le ha tocado el turno a Whittier, un pueblo de Alaska compuesto por unas 200 personas y en la que todos que vive dentro del mismo edificio, la Torre Begich.

Según Torrijos, la leyenda de Whittier data de la Segunda Guerra Mundial, época en la que se construyó este edificio, cuando Alaska era de gran importancia geoestratégica. En un principio, el bloque estaba destinado a instalaciones del ejército de Estados Unidos. Con el devenir de la Guerra Fría, la población perdió interés estratégico y el edificio, junto al Buckner Building que también se construyó en esos años, fue abandonado por el ejército.

Entonces, todos los residentes de la población se mudaron a los diferentes apartamentos que conforman la torre, y pese a que este pequeño pueblo ha sufrido distintos tipos de catástrofes naturales (terremotos y tsunamis), el edificio se ha mantenido en pie y sus habitantes no se han movido.

Como mencionábamos anteriormente, la Torre Begich está compuesto por 14 pisos y tres módulos distintos, todos ellos conectados por unos pasillos que permiten la libre circulación de todos los ciudadanos. Asimismo, además de los apartamentos residenciales, el edificio tiene un hospital un supermercado, una oficina de correos, una iglesia, una cafetería, la oficina de alcalde, una lavandería, e incluso una sala para exhibiciones y conferencias y una piscina cubierta.

Lo único que no acoge la Torre Begich es el colegio, aunque está conectado con el edificio a través una especie de túnel que protege a los niños de las bajas temperaturas de Alaska.

Sin embargo, no todo el pueblo está dentro del mismo edificio. La única nota discordante es el puerto deportivo de Whittier que durante los meses de verano recibe las visitas de pequeños veleros, embarcaciones de pesca y hasta ferrys de línea.