Situado en el corazón montañoso de Gran Canaria, se encuentra Tejeda, el pueblo cuya historia narra su gran resistencia indígena, su reconstrucción tras incendios y tormentas, y la fuerza de una comunidad que ha sabido adaptarse sin perder su esencia. Pasear por sus calles blancas, saborear sus dulces de almendra o contemplar el Roque Nublo es una forma de conectar con la memoria viva de la isla. En Tejeda, todo invita a detenerse, respirar y sentir el alma de Gran Canaria, siendo un magnífico destino que no se recorre deprisa, sino que se visita con la idea de contemplar cada detalle, cuyas imágenes se quedan grabadas en quienes lo conocen.

Un pueblo de resistencia y renacer

La historia de Tejeda está marcada por la resistencia, la adaptación y la memoria. Fue uno de los últimos refugios de los aborígenes, donde se enfrentaron a la conquista europea, dejando atrás un legado arqueológico único en torno al Roque Bentayga. Aislada y poco poblada durante siglos, esta zona montañosa sobrevivió gracias a su agricultura, su bosque y una comunidad resistente que supo reinventarse. Sin embargo, con el tiempo, los cultivos, la ganadería y las tradiciones culinarias han logrado mantener profundas raíces en el territorio.

Tejeda en Gran Canaria, un pueblo de resistencia, adaptación y renacer
Tejeda en Gran Canaria, un pueblo de resistencia, adaptación y renacer

Calles con historia, arquitectura tradicional y una memoria que resiste al paso del tiempo

Caminar por las calles de Tejeda es una experiencia que va mucho más allá de una simple visita a un bonito pueblo de montaña, sino que se trata de una invitación a detenerse, mirar con calma y conectar con la esencia más auténtica de Gran Canaria. Aunque el casco histórico es pequeño y se puede recorrer en apenas veinte minutos, cada rincón contiene únicas historias que descubrir

Las casas blancas, perfectamente alineadas sobre las laderas, forman una imagen de auténtica belleza. Sus tejados rojizos contrastan con el azul del cielo y el verde de las montañas que abrazan el pueblo. Esta armonía visual se ha conservado a lo largo de los años gracias a su arquitectura tradicional canaria, con fachadas encaladas, carpintería de madera y una disposición que se adapta al entorno, como si las casas brotaran de la tierra.

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Las casas blancas en Tejeda (Gran Canaria), perfectamente alineadas sobre las laderas

Una de las paradas más importantes del casco es la Iglesia de Nuestra Señora del Socorro, una construcción sencilla pero llena de historia, ubicada junto al Ayuntamiento. A su alrededor, callejuelas empedradas, plazas recoletas y miradores naturales invitan a pasear sin prisa, a observar cómo la vida discurre aquí de otra manera. 

Pasear por Tejeda es también adentrarse en su historia y en su memoria colectiva. El pueblo fue uno de los más afectados por las tormentas y los incendios forestales que ha sufrido la isla en las últimas décadas, y aun así ha sabido resurgir, reconstruirse y mantenerse fiel a sus raíces. Un gran ejemplo de ello es la gran escultura de metal conocida como La Cesta de Tejeda, ubicada a las afueras del casco urbano, que homenajea el trabajo agrícola y recuerda a una familia local fallecida durante una tormenta en 1946.

Territorio de roques, senderos y cielos abiertos

Más allá de su precioso casco urbano, Tejeda es también sinónimo de naturaleza en estado puro. Las montañas que rodean el pueblo, con sus profundos barrancos, pinares y formaciones rocosas, invitan a explorarlas de pie y con una mochila al hombro.

El Roque Nublo es uno de los destinos más especiales de Tejeda, perfecto para aquellos amantes del senderismo que pretenden difrutar de un perfecto recorrido. A tan solo unos minutos en coche del pueblo, este monumento natural es accesible mediante un corto sendero que se puede completar en menos de una hora. La recompensa al llegar a la cima compensará el esfuerzo gracias a una panorámica que abraza una buena parte de la isla, con vistas al Bentayga, al propio pueblo de Tejeda y, en días despejados, hasta al Teide en Tenerife.

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El Roque Nublo en Tejeda, Gran Canaria

Otra gran opción, pero no tan conocida, es el Roque Bentayga. Más que una roca, es un lugar sagrado que formó parte del sistema defensivo y espiritual de los antiguos canarios. En su base se encuentra un centro de interpretación gratuito que ayuda a entender el valor arqueológico y simbólico de la zona. El sendero de acceso no es muy exigente y permite acercarse a este territorio de manera cómoda y tranquila.

El Roque Bentayga en Tejeda, Gran Canaria
El Roque Bentayga en Tejeda, Gran Canaria

Asimismo, para quienes buscan una experiencia más completa, pueden acercarse a la ruta circular que une el Charco de La Paloma, la Cruz de Timagada y el pequeño núcleo de La Culata. Este sendero permite descubrir uno de los secretos mejor guardados de Tejeda: una pequeña cascada que, aunque solo corre en época de lluvias, representa un oasis escondido en medio del barranco. Incluso cuando no hay agua, el recorrido vale la pena por la belleza del entorno y las vistas que ofrece en cada tramo.

Y si aún quedan ganas de seguir caminando, Tejeda forma parte del Camino de Santiago de Gran Canaria. Esta ruta de largo recorrido cruza la isla de sur a norte y atraviesa algunos de sus paisajes más espectaculares. Recorrer un tramo desde Tejeda es una excelente forma de conocer la isla desde una perspectiva más pausada, íntima y auténtica.

Tejeda en el paladar: dulces de almendra y alta gastronomía con raíces

En Tejeda, comer es saborear la historia y el paisaje del corazón de Gran Canaria. Este encantador pueblo de cumbres es renombrado por sus almendros, que no solo tiñen de blanco el paisaje cada invierno, sino que dan vida a una tradición repostera única.

Por su parte, el “Bienmesabe”,una crema dulce y densa a base de almendras molidas, y los mazapanes artesanales son distintivos gastronómicos del municipio, disponibles en sus puestos y en el animado Mercadillo Agrícola y Artesanal que se celebra cada primer domingo de mes.

Uno de los templos de la repostería tradicional del pueblo es la Dulcería Nublo, donde las filas para poder consumir en él hablan por sí solas. Allí nadie se resiste a sus palmeras gigantes de chocolate, dulce de leche o naranja. Pero Tejeda, más allá de sus postres, mantiene viva la cocina tradicional canaria en cada uno de los restaurantes de la zona, con platos como caldos de papas, potajes de berros o jaramagos, carne de cabra o guisos de ternera al estilo de siempre.

Y para los más exigentes, el restaurante Texeda, con el chef Borja Marrero al frente, ofrece una propuesta gourmet de kilómetro cero. Marrero, tras formarse con los grandes de la cocina española, volvió a casa para cultivar, cocinar y servir una Tejeda moderna sin perder su alma. Subiendo desde el local hasta los 1.500 metros se llega a la Cruz de Tejeda, donde la antigua hostería se ha transformado en un moderno Parador Nacional. Este refugio en las alturas ofrece un spa al aire libre con vistas espectaculares, donde es posible relajarse entre aguas termales, tratamientos con rocas volcánicas, envolturas de algas o incluso baños de miel.  

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