Medio día fue suficiente para que uno de los últimos resquicios del fascismo europeo cayera. Tal día como hoy el régimen de Oliveira Salazar, ya muy desgastado, llegaba a su fin y daba con ello paso a una época de luz en el país vecino. Tan solo un año después, el franquismo encontraría también su punto final en España con la muerte de Francisco Franco.

Derrocar al régimen no fue coser y cantar para el territorio luso, que vio como la represión y la falta de libertades se cebaban con él desde la década de los 20 siguiendo las corrientes autoritarias de la Alemania de Hitler o la Italia de Mussolini. La dictadura se mantuvo bastante viva hasta 1968, cuando un derrame cerebral impidió que el precursor de ésta tuviera que dejar el relevo a Marcelo Caetano, cuyas formas eran más tolerantes, si es que en un régimen autoritario puede mencionarse tal palabra.

El caldo de cultivo se cocía a fuego lento por parte de la resistencia. Los detractores del nuevo -pero semejante- modelo y las falsas promesas del líder heredero para mantener el poder derivaron en el desengaño de todos, también de los militares, quienes vieron en las guerras coloniales que fueron espina dorsal de Portugal en los 70 un sinsentido. Además, a diferencia de España, el salazarismo nunca destacó por tener en el ejército un baluarte que siempre depositó en el terreno de lo civil.

Revolución de los Claveles

Las ganas de cambio provocaron el nacimiento de un movimiento ilegal de tendencia izquierdista, el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA); un conjunto de oficiales que, reunidos en secreto mostraron el rechazo al régimen, cada vez más decadente.

Un texto y una canción podrían situarse como el detonante definitivo. ¿El documento?, el libro publicado por António de Spínola, uno de los generales más influyentes del Ejército. Las páginas vaticinaban lo absurdo del colonialismo y lo complicado que se tornaba para Portugal salir de la crisis.

Lo que comenzó en rechazo estaba abocado a la conspiración, y esta se precipitó en la primavera de 1974. La ejecución del momento llegó antes de lo previsto debido a las filtraciones que habían forzado el alejamiento de algunos implicados con el régimen, a los que se sumaban la sublevación en Caldas de Rainha por parte de un pequeño grupo de oficiales. Si bien estos últimos fueron detenidos de inmediato, formaron igualmente parte del entramado que permitió dar el paso a la democracia.

Grândola, Vila Morena: la banda sonora de la resistencia

“Grândola, Vila Morena. Tierra de hermandad”, relatan los primeros versos de la canción que marcaría el momento exacto del golpe. El principio del fin. Una especie de Radio Clandestina. No podía haber mejor banda sonora para acompañar a la libertad en el país luso.

El tema estaba escrito por José Alfonso “Zeca”, una especie de Víctor Jara portugués, admirado por el pueblo tanto por sus melodías como por sus letras protestas. Unas letras que, sin embargo, muy pocos se atrevían a cantar a viva voz…

Hasta este momento, cuando la músico hizo de gancho entre la juventud en un país que sentía especial afección por un lujo censurado durante 40 años en emisoras y el conjunto del mapa. Grândola, Vila Morena bebió de lo que en España hoy serían el municipio de Marinaleda (Sevilla) o Vallecas (Madrid), un pequeño remanso -en su caso Alentejo-, que no ocultaba su rechazo por el salazarismo y su simpatía por el Partido Comunista. El tema sonó para marcar el comienzo oficial de la rebelión en la radio del episcopado: Rádio Renascença.

Grândola, Vila Morena' sonó para marcar el comienzo oficial de la rebelión

No fue la única canción que sopló brisas de cambio. También La balada E Depois do Adeus, de Paulo Carvalho, sonó a las 23:55 de la noche del 24 de abril, anunciando  en su caso que las tropas salían a la calle.

¿Y eso de los claveles?

Lo que comenzó en revolución derivó en jolgorio y el miedo en fiesta cuando los pocos afines aún al régimen no pudieron sofocar la estampida. Al principio unos pocos militares se postularon del lado del fascismo, pero no tardaron en dar media vuelta y pelear del que en seguida consideraron el lado correcto de la Historia.

En estas, y mientras la columna primaria del Gobierno en Lisboa frenaba cualquier intención de contener a las masas, una mujer con un puñado de claveles comenzó a repartírselos a oficiales de infantería. Algunos se la pusieron en la solapa, otras amas de casa las colgaron del balcón y todos hicieron de la flor el icono de una revolución rápida y prácticamente indolora para el pueblo, que decidió que ya lo había sufrido todo durante demasiados años.

La revolución portuguesa, en la actualidad

Por ellos cada 24 de abril se conmemora el aniversario de la Revolución de los Claveles. Coincidiendo con la liberación de Italia por parte de los partisanos casi 30 años antes, encuentran en Grândola, Vila Morena su particular Bella Ciao. De este modo, si bien la segunda se presupone más conocida y ha sido versionada más veces, las dos pueden oírse en la actualidad en actos políticos, festivales de música e ,incluso, series de televisión como La Casa de Papel.

En este sentido, son muchos los líderes de diferentes partidos en toda Europa que han querido celebrar el fin del fascismo en el continente y han llamado a mantenerse alerta ante el avance de la extrema derecha.