Preparar bien un plato de pasta va más allá del sabor o de la presentación. Un reciente estudio ha recordado que la manera en que cocinamos alimentos como espaguetis o penne puede influir directamente en su impacto sobre nuestra salud, especialmente en lo relacionado con los niveles de azúcar en sangre.

La clave está en la textura

El punto clave está en la textura. Cocinar la pasta al dente —es decir, firme por dentro y sin llegar a estar completamente blanda— no solo mejora la experiencia al masticarla, sino que también reduce su índice glucémico. Este indicador, junto con la carga glucémica, mide cómo afectan los alimentos con carbohidratos al nivel de glucosa en sangre.

Qué efecto tiene cocer en exceso la pasta

Según Michelle Hauser, profesora clínica de cirugía en el Hospital Stanford Health Care, la pasta cocida en su punto justo tiene un índice glucémico de 45, mientras que, si se cocina más de la cuenta, este puede elevarse hasta 55. La diferencia se debe a que la pasta al dente requiere más masticación y se digiere más lentamente, lo que retrasa la absorción de la glucosa.

Mantener niveles de azúcar en sangre estables es importante no solo para personas con diabetes, sino también para la población general. Un aumento rápido de glucosa puede provocar síntomas como fatiga, dificultad para concentrarse o sensación de hambre poco después de haber comido. A largo plazo, niveles altos sostenidos aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas.

Cuidado con enjuagar la pasta después de cocinarla

Otros hábitos también pueden influir. Por ejemplo, enjuagar la pasta con agua fría después de la cocción —algo habitual en platos como la ensalada de pasta— puede hacer que pierda parte de su valor nutricional, según un estudio de la Universidad de Wyoming. En su lugar, se recomienda añadir un poco de agua fría a la olla para detener la cocción sin eliminar los nutrientes.

Los beneficios de la pasta recalentada

Además, existe evidencia de que recalentar la pasta después de haberla enfriado puede ser beneficioso. Durante el enfriamiento, los almidones se reorganizan formando lo que se conoce como almidón resistente, que actúa de forma similar a la fibra y ralentiza la absorción de azúcar al digerirse más lentamente.

En definitiva, pequeñas decisiones en la cocina —como dejar la pasta un minuto menos o no pasarla por el grifo— pueden tener un efecto notable en nuestra salud.

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