Cada vez son más las personas que hacen el ayuno intermitente. Se trata de una práctica -que no dieta- para adelgazar que se ha puesto muy de moda en los últimos meses y que consiste en no ingerir ningún tipo de alimento durante un periodo de tiempo variable, aproximadamente unas 12 horas.

Este nuevo concepto es diferente con respecto al de dieta al uso, con el que se busca una reducción de las calorías totales ingeridas para que estas nunca se sitúen por encima de las 1.200 por día, tal y como explica la Organización de Consumidores y usuarios (OCU).

¿Es saludable el ayuno intermitente?

Los cambios exactos que producen en el metabolismo tanto éste como cualquier otro ayuno están aún por confirmar. Asimismo, y según la revista científica Cochrane, todavía hay que investigar las consecuencias que éste podría tener en la mortalidad, el infarto o la insuficiencia cardiaca. Es decir, no se conocen del todo los efectos negativos que puede tener sobre el cuerpo a largo plazo, y no se puede afirmar a ciencia cierta que no pase factura.

Lo que sí se conoce es el ayuno intermitente puede resultar contraproducente si se lleva a cabo durante mucho tiempo o con demasiada frecuencia. En este sentido, la persona que lo realiza puede padecer dolor de cabeza, aturdimiento, debilidad, cambios en el carácter... y estirado al máximo puede provocar problemas en las conductas alimentarias.

En esta línea la dietista y nutricionista Bárbara Sánchez explica a Elplural.com que no tiene por qué ser malo "si se hace de forma controlada y no faltan nutrientes". Señala así que el cuerpo "está preparado para no desayunar o no cenar un día" y que otra cosa distinta es "que te tires días sin comer"

¿Sirve el ayuno intermitente para perder peso?

Aunque, como ya se ha señalado, es necesario hacer una investigación más exhaustiva acerca de sus beneficios y consecuencias, por el momento parece que el resultado que consigue, según varios especialistas, es similar al de cualquier dieta que reduce las calorías totales y nada beneficioso para personas con diabetes o trastornos alimentarios.

Puede resultar arriesgado llevar a cabo esta práctica, dado que aún no hay demasiada información acerca de ella y puede dificultar, por ejemplo, la obtención de las vitaminas y minerales necesarios para el correcto desarrollo del metabolismo. Sin embargo, no ha de derivar en problemas si se hace de la mano de un experto.

Así, Sánchez añade: "El hecho de que sea beneficioso para perder peso es por la sencilla razón de que comes menos. Al final te saltas una comida por un día y esto es lo que te hace perder peso. Depende también de las comidas que hagas durante el resto del día; lo que importa al final es el balance calórico global".

En un sentido similar, y si nos centramos en las razones por las cuáles el ayuno contribuye a la pérdida de peso, según la OCU son estas: 

  • La utilización mayoritaria de la grasa del tejido adiposo para la obtención de energía por parte del organismo. De esta manera, se reducen tanto sus reservas como el riesgo cardiovascular y metabólico a largo plazo.
  • El estrés nutricional provocado durante el ayuno determinaría parcialmente la reparación a nivel celular, así como la optimización funcional y metabólica.
  • Los ciclos circadianos o el reloj biológico que rige el metabolismo y la modificación de la flora intestinal.

De igual forma, y si atendemos a la evidencia científica -también depende de casa estudio- la reducción de masa corporal puede variar entre los 3 y los 12 kg entre los 3 y los 12 meses. Volviendo a lo de antes, se empieza a considerar beneficioso clínicamente hablando a partir de una pérdida del 5-10%, pero no hay diferencia respecto a los objetivos que logra una dieta convencional.

Entonces, ¿es malo el ayuno intermitente?

No necesariamente. Siempre que se ajuste a las necesidades de cada persona y se realice guiado por un nutricionista no debe haber problema. Lo que sí es obligado es llevar a cabo tanto esta como cualquier otra práctica con la intención de adelgazar con la ayuda de un especialista.

"Por una comida, siguiendo el protocolo habitual que son 16 horas no pasa nada, porque estás agrupando las 8 horas de sueño y las 4 de antes y después de dormir. Es decir, no pasa nada si haces las dos comidas principales del día", concluye Bárbara Sánchez.