En los últimos tiempos el aceite en spray ha ganado importancia frente a las botellas de aceite convencionales. La razón más relevante ha sido que aporta una cantidad mucho menor de calorías, que repercute en el peso y la salud cardiovascular: se estima que una cucharada de aceite de oliva tiene unas 135 kilocalorías frente a las 14 que tiene un disparo de spray. En total, suponen trece gramos de grasas en el primero de los casos y solo dos del segundo. Por ello, es la mejor opción para aquellas personas que se encuentren a dieta o en un déficit calórico.

Una de sus mayores utilidades es la de aliñar una ensalada (que con la llegada del buen tiempo se consumen mucho más), ya que se distribuye de una manera más uniforme. En el caso de las freidoras de aire también son de gran utilidad, ya que puedes usar una pequeña cantidad de aceite sobre los alimentos y que no sea excesivo como sucedería si se echase con una cuchara.

Otro gran uso puede ser para rociar una sartén, plancha o una fuente con el objetivo de que no se peguen los alimentos: resulta muy efectivo mientras consumes una menor cantidad de aceite, que de la manera convencional se hace de manera más descontrolada en lo que a cantidad se refiere.

Inconvenientes

En general, el spray supone un ahorro económico y de calorías consumidas, pero no todo son ventajas. Y es que no todo el contenido de ellos es aceite: para conseguir que el ‘oro líquido’, que es muy denso, sea distribuido de manera homogénea hay que incorporarle varios componentes: uno de ellos es la leticina, que funciona como emulsionante, y otro la dimetil silicona, que evita que se forme espuma. Otro ingrediente cuestionado es el gas, que es necesitado para que el aceite salga disparado.

Alternativa

Hay una alternativa para los aerosoles: los envases con spray que se rellenan con el aceite de las botellas. No son tan eficaces en cuanto a la distribución, pero no tiene los componentes y gases que tienen los aerosoles.