Si se confirman las encuestas y el PSOE pasa a ser la tercera fuerza política en España, el histórico partido se va a ver sumido en una situación que ni los más viejos del partido se hubieran imaginado. Puede verse en vías de desaparición, o al menos en un puesto de marginación; puede convertirse en una fuerza irrelevante, por mucha bisagra que tuviera en su mano. Ha sido un partido de gobierno, y todo lo que no sea eso, es fracaso. Es malo para el partido, muy malo; pero mucho más malo todavía para España, que se vería privada del partido que más progreso, igualdad y bienestar social le ha dado. Sería una gran pérdida, difícil de recuperar.

Sigamos en la hipotética suposición de que el PSOE, se quedara en tercera posición, -esperamos que no sea así-, pero si así fuera, solo tendría tres salidas; el “trilema” palabro que me acabo de inventar. Cuáles serían y qué consecuencias acarrearían: Apoyar o permitir que gobierne el PP; apoyar o permitir que gobierne Podemos; o mantenerse en la firme posición de no apoyar a ninguno de los dos. ¿Cuál sería la peor? Difícil; las tres serían malísimas para el partido y para España.

No se puede apoyar a un partido que solo ha sabido gobernar depreciando a todos, basándose siempre en mentiras, sumiendo al país en la mayor de las desigualdades conocidas, y acumulando casos de corrupción hasta el hartazgo. El PSOE, por dignidad no puede apoyar eso. ¿Apoyar a Podemos? Sería lo lógico, lo natural, lo coherente, si no fuera porque su líder desde el punto de vista de la sostenibilidad política e ideológica es muy poco fiable. Es una pena. Se le tendió la mano, y la rechazó por interés estratégico; solo quería, y sigue queriendo, hacerse con el espacio político del PSOE; y ahora dice que tiende la mano al PSOE. ¡Qué listo! ¿Y no apoyar a ninguno? Sería colocar al país en otras nuevas elecciones. Fatal

Por todo ello, se impone la necesidad de que el PSOE ponga toda la carne en el asador, en la última semana, para lograr atraerse a una buena parte de esos cinco millones de descontentos con el partido. Muy difícil, pero tiene que lograrlo con inteligencia y honestidad; tiene que trabajar por entusiasmar a ese sector que un día decidieron apartarse desencantados. Y hay que entusiasmarlos con ideología y actitud socialistas.