En el reciente discurso del 4 de julio, día de la Independencia de Estados Unidos, Donald Trump dio las gracias a los héroes norteamericanos que en 1775 "tomaron los aeropuertos que estaban en manos británicas". Los norteamericanos siempre han sido considerados unos avanzados a su tiempo, pero decir que se tomaron los aeropuertos 130 años antes de la invención del avión, evidencia, por si alguien tenía aún alguna duda, que el hombre más poderoso del mundo es un peligroso analfabeto.

Donald Trump no es un caso único, sino más bien el estandarte de muchos otros políticos que en todo el mundo están demostrando que para conseguir el poder, la ambición, por encima de cualquier otro mérito, es la cualidad más importante. En España, por supuesto, también los tenemos. Sería dificil que los nuestros, por ignorantes que sean algunos, igualaran en incultura a Trump, pero los hay que lo empatan en inventiva.

Un buen ejemplo de creatividad dialéctica lo están dando los dirigentes de Ciudadanos, en su empeño de intentar hacernos creer que el apoyo que les proporciona VOX para conseguir ayuntamientos y gobiernos autonómicos, es a cambio de la más absoluta de las nadas. La sobreactuación que están realizando es tan grande, que hasta Abascal y los suyos, no muy dotados para la reflexión, se han dado cuenta de la farsa. En Murcia se han plantado, al menos de momento, y han puesto en grave peligro, como afirmaba el viernes Inés Arrimadas, "el gobierno liberal y de regeneración que va a luchar contra la corrupción". Y, miren ustedes que cosa tan curiosa, lo van a hacer dándole la presidencia al PP, el partido que ha gobernado la región los últimos 23 años.

Intentar hacernos tragar la bula de que van a regenerar un gobierno junto a los que lo han corrompido y la extrema derecha, no me negarán ustedes que está al mismo nivel que homenajear a los héroes norteamericanos que consiguieron neutralizar la aviación británica que no existía. Piensan estos políticos que digan la barbaridad que digan hay muchos ciudadanos dispuestos a creerlos. Y, desgraciadamente, tienen razón.