En medio de un complicado laberinto, nadie parece querer que Tío Pepe vuelva a presidir, majestuoso, uno de los laterales de la Puerta del Sol. Los dueños del edificio no tienen mucha intención de hacerle sitio, y Apple, los nuevos inquilinos si no hay sorpresas ya que el secreto es total, tampoco se da por aludida en esta batalla. Los que sí parecen haber tomado cartas en el asunto son muchos ciudadanos que a través de las redes sociales, sobre todo Twitter, están reclamando que el cartel vuelva a su lugar, como parecía claro cuando se lo llevaron hace ahora un año. Incluso se han abierto peticiones y recogidas de firmas en páginas que recogen este tipo de reivindicaciones ciudadanas. Los mensajes de los tuiteros son explícitos: “Y a Dios pongo por testigo que si Apple quita el cartel de Tío Pepe de Sol ni yo ni mis hijos volveremos a entrar a una Apple Store”, comenta uno de ellos; “Hoy mi avatar es en recuerdo del luminoso de Tío Pepe que ya nunca regresará a Sol. Lo llaman progreso”, afirma David Cierco; “Es un ataque a un pilar estético de Madrid si el cartel de Tío Pepe no vuelve a Sol. Eso sí luego los patriotas hablando de himnos”, se queja Ángel Martínez. Y hay más, muchos más.

Los tiempos cambian. Quizás en los años treinta el paradigma de la marca de éxito, lo cool, fuese Tío Pepe, pero ahora la manzana de Apple pasea su dominio por el mundo con mano de hierro, tras pasar unos momentos complicados, esa es la verdad. Quizás la batalla del cartel  sea una cuestión pequeña en comparación con los grandes retos a los que se enfrenta el país, pero no por ello deja de ser una bonita lucha en la que los ciudadanos pueden tener mucho que decir, al contrario que en otras. Es más, nunca deberíamos aceptar retirarnos de cualquier lucha sólo por el mero hecho de que situaciones más complicadas nos contemplan. Quizás resida en las pequeñas cosas ese orgullo, no patriótico ni del que requiere vestirse con banderas. Es algo sutil, que está más allá de los gritos y las frases hechas. Es la última línea de defensa. Es el cartel de Tío Pepe, o no renunciar a la verbena de las fiestas por muy mal que estén las cosas. Es algo así como… hasta aquí hemos llegado.

Ion Antolín Llorente es periodista y blogger
En Twitter @ionantolin