Me han asegurado de buena tinta que el Presidente del Gobierno padece del síndrome conspiranoico que viene a consistir en una obsesiva y enfermiza dolencia por la que todo lo que le sucede es fruto de una conspiración inexistente y absolutamente infundada, dolencia que le lleva a sentirse perseguido y acusado por todo lo que hace y por todo el mundo. Dice el Diccionario de la RAE que conspirar es unirse contra su superior o soberano, contra un particular para hacerle daño, o concurrir a un mismo fin. Y nada más lejos de la realidad: es absolutamente incierto que poderes ocultos hayan estado o estén conspirando contra él desde el mismo día en que triunfó la moción de censura que le llevó a obtener la investidura de acuerdo con las previsiones constitucionales, y que esos mismos u otros poderes más o menos ocultos sigan conspirando a día de hoy para hacerle caer del Gobierno. Todo es falso.

¿No es verdad que desde el mismo día de su investidura la derecha política en sus diversas formas le negó legitimidad, concurriendo a un mismo fin, cual es el de privarle de legitimidad de origen?: afirmar que un Presidente es ilegítimo es tanto como insinuar con vileza que no debe ocupar el cargo, y que sus actos de gobierno, en consecuencia, carecen de legitimidad, es decir, que pueden legítimamente ser desobedecidos. ¿No es cierto también que esa concurrencia en el mismo fin tuvo su eco inmediato de forma persistente hasta el día de hoy en algunos medios de comunicación cuyas cabeceras tienen nexos innegables con sectores y grupos financieros, fondos de inversión, la Iglesia Católica y grandes empresas de sectores estratégicos, haciendo suyo el relato de la falta de legitimidad del Gobierno?

¿Es falso que a los pocos meses de celebradas las Elecciones y constituido el nuevo Gobierno, inmersos en la crisis de la pandemia, existió una concurrencia en el mismo fin para poner en contra del Presidente y su Gobierno a la opinión pública, exacerbando las dudas y sembrando sospechas sobre un supuesto afán autocrático de restringir las libertades y derechos de la ciudadanía, al hilo de la declaración de los estados de alarma? ¿ Acaso no es verdad que quienes habían tenido la responsabilidad de gobernar España y no evitaron la celebración de una consulta ilegal sobre la supuesta independencia de Cataluña, a propósito de los acuerdos del Gobierno para desbloquear la situación con la Generalitat, levantaron sus gritos al cielo acusando de traición al Presidente del Gobierno, por querer romper la unidad de España, y siguen haciéndolo hoy en cada pequeño o gran gesto de distensión, en cada acuerdo con ERC, despreciando lo que ellos mismos, sí ellos mismos hicieron entre Aznar y Pujol? La verdad es que en todo esto la concurrencia en un mismo fin es tan evidente con los poderes mediáticos aludidos que causa sonrojo hacer ejercicios de visionado de las declaraciones de unos y otros, y cómo se valoran las mismas realidades en función de quiénes fueran los actores.

¿Es mentira que cada vez que se han propuesto medidas para hacer frente a las consecuencias de la crisis sanitaria, o de la crisis por la guerra en Ucrania, como con la subida del salario mínimo, los ERTE, la reforma laboral o las medidas contra al alza de los precios de la energía, ha existido una fuerte concurrencia en un mismo fin de toda la derecha política y de sus terminales mediáticas para negarles su apoyo, restarles importancia y descalificarlas? ¿No es cierto que esa misma concurrencia en un fin se ha producido para boicotear en Bruselas cuantas iniciativas ha llevado el Presidente del Gobierno, incluso cuando se reconocen como un gran éxito de España por responsables europeos, como en el caso de los Fondos Next Generation y de la excepción ibérica para el precio de la energía? ¿Es falso que mientras millones de españoles sufrían con la subida de los precios de la electricidad el máximo responsable de una de esas empresas muy bien beneficiadas por la crisis de Ucrania se burlara de los consumidores sin que ninguna voz de esa concurrente derecha política y mediática alzara la voz con escándalo, en un ejercicio vergonzoso de silencio cómplice?

¿Es conspiranoica la derecha política española que se permite el lujo de hablar ahora de una supuesta conspiración del Presidente para manipular los resultados de las elecciones, hilvanando en una confusa madeja el hilo del CIS, el INE y de la empresa INDRA, o es mero ejercicio de cinismo, contando con la inestimable concurrencia en un mismo fin de toda la armada mediática invencible digna de mejor causa? ¿No es verdad que la derecha política en todas sus formas, ciertas grandes corporaciones relacionadas con la energía, las finanzas y los fondos de inversión, así como sus terminales mediáticas, concurren en un mismo fin en estos tiempos, que no es otro que conseguir hacer que el clima político de nuestro país resulte irrespirable, de un lado, y que la ciudadanía vaya dando por descontada una victoria de la derecha en unas hipotéticas próximas elecciones en una nueva versión de la profecía autocumplida, y de esa forma unirse para hacer daño a un particular, en este caso, a Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno de España? ¿Conspiración? No, gracias, simple concurrencia en un mismo fin.