En Pontevedra, su ciudad natal –donde recientemente se apareció a sus discípulos-, advirtió que “lo que viene para España es muy difícil”, aunque él no dejó de alardear de que tiene “las ideas claras”. De modo que, gracias a esas “ideas claras” ha llegado por fin a la conclusión de que la salida de la crisis “no es tarea de un solo Gobierno, sino de toda la nación”. También añadió que él era favorable a “controlar el gasto” para “no vivir por encima de nuestras posibilidades” porque “no podemos gastar lo que no tenemos”

Olor a naftalina
Convencido cada vez más de sus descubrimientos -aunque ya estaban descubiertos de hacía casi años y hasta olían a naftalina- Rajoy dio un paso más en sus reflexiones y atravesó la frontera española. Reconoció públicamente nuestro auténtico estadista que, como le ocurre a España, “las cosas también están complicados para otros países de la UE”.

Enorme lástima
Es una enorme lástima para los ciudadanos, sin embargo, Sr. Rajoy, que su aseveración actual de que salir de la crisis exige no la “tarea de un solo Gobierno, sino de toda la nación” llegue tan inmensamente tarde. Usted y sus voceros se han limitado -durante más de tres años consecutivos- a señalar como culpable de que no saliéramos de la crisis a José Luis Rodríguez Zapatero y, más tarde, a Alfredo Pérez Rubalcaba.

El coro de plañideras
Cuando se vaya Zapatero, repetían usted y su coro de plañideras, las cosas cambiarán, acabaremos enseguida con la crisis y volveremos a la bonanza económica de la mano del PP. Nunca Rajoy movió un dedo para respaldar al Gobierno socialista en medio de la tempestad.

El control del gasto público
Dice además el líder de la derecha que se ha de controlar el gasto público. Precisa que no se puede vivir por encima de lo que tenemos y de nuestras posibilidades. Pues bien, ¿por qué usted no controló el gasto de comunidades y ciudades, como Madrid, gobernadas por su partido desde hace unos 15 años?

La trama Gürtel, pongamos por caso
Si lo hubiera hecho, y a fondo, como deben hacerse siempre los deberes, nos habríamos ahorrado una buena parte de los gastos provocados ilegalmente por la trama Gürtel, pongamos por caso, y el despilfarro sin casi freno que ha caracterizado la gestión de Francisco Camps, Eperanza Aguirre, Ramón Luis Valcárcel, Jaume Matas o el desvergonzado Carlos Fabra, el cacique de Castellón, entre unos cuantos chupópteros profesionales. Contemplar juntos a Camps, Matas y al denominado duque de Palma, más conocido como Urdangarin, confirma que una imagen vale más que mil palabras.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM