Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, ha concedido al Gobierno una semana hábil para que le pague el IVA adeudado por el equipo de Mariano Rajoy Brey. El Gobierno de Sánchez sostiene que el pago no se puede hacer efectivo hasta que no estén aprobados los nuevos presupuestos del Estado. La cuestión podría ser una diferencia de criterios, una polémica mayor o menor, pero viniendo de quien viene, esto solo puede ser leído como una piedra más en el muro que separa a García-Page de Pedro Sánchez.

Su triunfo en las últimas elecciones autonómicas con mayoría absoluta, le hizo olvidar que en la legislatura anterior necesitó de un pacto con Podemos para gobernar, y después se opuso frontalmente a cualquier posibilidad de acuerdo entre el PSOE y los de Pablo Iglesias para formar un gobierno de coalición. Dio lecciones de moralidad, apoyándose en la negación de lo que él mismo había articulado.

Es evidente que ante la situación de emergencia política originada por la irrupción de la ultraderecha en el escenario político, no se trata de acallar las críticas, pero no parece que sea el mejor momento para dividir a la izquierda. También son graves las declaraciones de García-Page respecto a Cataluña. Tanto, que se ha instalado en un discurso que se asemeja demasiado al del Partido Popular. Lamenta el veneno del diálogo entre Sánchez y el Govern, como si hubiera otra posibilidad de solución, así como el “mercadeo” con el Código Penal.

El fracaso estrepitoso de la política del PP y la declaración unilateral de independencia en Cataluña son una muestra palmaria de la inutilidad del inmovilismo político ante el problema, como si se tratara únicamente de un hecho penalmente punible. Los pasos, más que prudentes que está dando el nuevo Gobierno, pueden ser criticados, pero no deben ser enmendados presentando como alternativa lo que ya ha fracasado. La persistencia en el error sería una irresponsabilidad. ¿Se puede creer que la simple aplicación de la letra de la Ley va a conseguir que los dos millones de independentistas catalanes desaparezcan por arte de magia? Aunque no fue plato de gusto que Esquerra Republicana se abstuviera en la investidura de Pedro Sánchez, no puede negarse lo saludable que será el diálogo acordado como consecuencia del pacto.

No acaban de entenderse bien la posición y el objetivo de García-Page. Contra los pactos con Unidas Podemos, contra el diálogo con los nacionalistas catalanes, contra la posición del Gobierno respecto a los problemas de la financiación autonómica. Si el presidente de Castilla-La Mancha quiere ampliar sus numerosos apoyos, que busque otros caminos menos comprometidos para su partido de toda la vida.