Faltan más o menos unos cinco meses  para los comicios de noviembre. Para marzo quedan alrededor de nueve. El PP está convencido de que demasiado tiempo puede jugar en su contra y prefiere, por tanto, no exponerse a susto o tropezón alguno. Las encuestas siguen favoreciendo a los genoveses. Sin embargo, la última conocida -difundida en El País del lunes- apuntaba un recorte de tres puntos respecto al sondeo de abril, aunque los populares llevan nueve cómodos puntos a los socialistas.

Dato significativos
Entre éstos -entre los socialistas- no faltan voces que, como consecuencia del temor a que empeore la economía y aumente el número de parados, abogan por que el punto final se produzca en otoño. El sector más pesimista del PSOE  parece desechar un dato como mínimo significativo. Pero por algo será que desde hace meses la derecha viene insistiendo en la conveniencia para España –utilizada España como coartada- de cambiar de Gobierno y de presidente.

Resbalones y caídas
Da la impresión, ciertamente, de que los populares no las tienen todas consigo porque los vaivenes electorales conducen en ocasiones a resultados sorprendentes. Y en Génova 13 no quieren que haya resbalones y caídas de última hora. Por consiguiente, Rajoy aprovechó la tribuna parlamentaria para blandir de nuevo la bandera del adelanto electoral.

Clave retórica
Irrumpió en el Congreso y se preguntó a sí mismo en clave retórica: “¿Hasta cuándo Zapatero impedirá que termine este calvario y esta lenta agonía?”  Y añadió que así, con elecciones anticipadas, “la gente podrá hablar y podrá opinar.” O sea, que Rajoy, siguiendo el argumentario de su partido,  envió urbi et orbe un mensaje torticero: “Yo soy el que os devolveré la libertad de expresión a los españoles”.



Le falta arrojo
Rajoy, en todo caso, ha demostrado otra vez su incapacidad para plantar cara a José Luis  Rodríguez Zapatero, que defiende que la legislatura debería agotarse en marzo, según las previsiones. No se trata ni de calvarios ni de lentas agonías. Rajoy podría haber anunciado ayer, en el Congreso de los Diputados, que iba a poner en marcha una moción de censura al todavía presidente del Gobierno, Zapatero. Pero a Rajoy, como es sabido, le falta arrojo y le sobra pusilanimidad. Es un líder de trapo, al que le ha beneficiado la crisis. ¡Qué chollo el de la crisis, pusilánime!



Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM