A las preguntas que hacían referencia al origen de la crisis, les respondo que sí, que vale, que es verdad, que se trata de un asunto mundial y no exclusivamente zapateril. Como entenderán, tras esta respuesta, las soluciones a un problema global difícilmente las vamos a poder dar nosotros, simples administradores, con permiso de Alemania y los mercados, de este bendito país nuestro. Ese es el motivo de que Mariano, doce días después del día de la victoria, no haya dicho aún esta boca es mía, entre tras cosas porque esa boca, como su estómago, pertenecen a Merkel.

Para explicarles el porqué de la crisis necesitaría: por mi parte recurrir a más espacio que el de esta sencilla columna y por la suya un conocimiento que, visto lo que votan ustedes, me temo no poseen. Así que me limitaré a abrirles una serie de interrogantes para que reflexionen cuando se aburran, cuestiones que espero por nuestro bien y por el de su salud mental, no lleguen nunca a responder. Empezaremos con una cuestión filosófica: ¿Es correcto hablar de crisis mundial? Simplificaré la pregunta con un ejemplo práctico: ¿sería posible que todos los jugadores del Monopoly, incluida la banca, perdieran una partida?

Supongo que la primera pregunta servirá para que la mayoría de ustedes pasen entretenidos el domingo, pero si alguno no tiene suficiente, les dejo aquí otras perlas con las que activar sus neuronas. ¿Porqué Europa es el principal blanco de los mercados, si su deuda es muy inferior a la de la otra gran potencia económica occidental, Estados Unidos? Como en el caso anterior les dejo una pista que les ayude: tiene mucho que ver con el estado de bienestar.

Y una tercera y última cuestión antes de que su cabeza pueda regresar al dulce aletargamiento de las tardes de domingo: ¿Si los mercados somos todos, y los mercados están ganando mucho dinero con la crisis, porqué yo (me refiero a ustedes, claro) cada día soy más pobre? Si llegan a la conclusión de que puede ser un puro asunto de mala suerte personal, pregunten a sus vecinos si les ocurre lo mismo.

Y ahora, tras este divertido juego transgresor que me he permitido llevado por la euforia de la victoria, regreso a mi cola tras la puerta del despacho de Mariano, a la espera de una noticia sobre lo mío. Estoy deseando saber si voy a estar del lado de los que sirven a la crisis o de los que se sirven de la crisis, en todo caso, me siento muy afortunado de no estar del lado de ustedes, de los que son crisis.

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