Resulta sorprendente la enorme facilidad que tienen algunas personas para mentir y tergiversar la realidad, aunque muchas veces pienso que mienten tan bien porque se creen sus propias mentiras. Puede ocurrir en cualquier ámbito de la vida, pero en la política es algo tan habitual que asusta tanto descaro y tanta ignominia. De hecho, como bien decía el filósofo francés Jacques Derrida, sabemos bien que el espacio político es el espacio de la mentira por excelencia. Ello no significa que todos los políticos mientan, no. Hay políticos honrados, se nos acaba de ir uno de ellos, por ejemplo; y ésa es la clave, que los ciudadanos sepamos distinguirlos.

No es nada fácil la tarea de distinguir a las personas honradas de las indeseables en primera instancia, y más en política porque, ya digo, está llena de mentirosos patológicos y manipuladores. Y más que eso; según un artículo reciente del norteamericano Mike King, alrededor de un ochenta por cien de los altos cargos políticos técnicamente son psicópatas, es decir, personas sin capacidad de empatía, carentes de sentimientos de culpa, egoístas, narcisistas, mentirosas compulsivas, manipuladoras y, lo que es peor, personas que no sólo desprecian el dolor ajeno sino que, al contrario, disfrutan con él y se nutren de él, lo que en Psicología se conoce con el nombre de “suplemento narcisista”.

Realmente mucha gente aún sigue extrañada y muy asombrada ante la enorme maldad que se observa en buena parte de los políticos y ante una incomprensible insensibilidad ante el mal y el daño inmenso que producen en las personas y en la sociedad. Cada día hay más estudios científicos que corroboran que no se trata simplemente de maldad, sino, en muchos casos, de psicopatía. A pesar de que es un tema complejo, desconocido y vetado, aunque afortunadamente cada día está siendo más investigado con seriedad y rigor, explicaría muchas cosas, entre ellas las dictaduras y los dictadores, los micro y los macrofascismos, y, por supuesto, la ideología canalla y la crueldad infinita de los mal llamado neoliberales. El actual presidente norteamericano es un ejemplo paradigmático, pero no es el único. La España de los recortes a los más vulnerables de Rajoy mientras, por ejemplo, se aumentaba la financiación a las corridas de toros y se mantenía la multimillonaria financiación a la Iglesia católica sin bajar un euro es, a todas luces, la psicopatía llevada a la política. De la nueva extrema derecha mejor no hablar.

Leía hace unos días las declaraciones del actual presidente del maltrecho Partido Popular quien, en un mitin en Águilas, provincia de Ávila, de cara a las próximas Elecciones municipales y europeas hablaba de la unión del “centro-derecha” para conseguir que Sánchez “no tenga las manos libres para pactar con podemos y ERC”. Si el PP es centro, yo soy sor maravillas del niño Jesús. Nada más ultraconservador, neoliberal y cruel que el Partido Popular, un partido que, lo hemos sufrido todos, ha asolado a este país sin ningún tipo de escrúpulo durante varias décadas, tanto a nivel económico, como social, como institucional y como moral. El Partido Popular no sólo no es de ningún centro, sino que está en las antípodas de él. Se percibe muy fácilmente con los preceptos totalitarios y radicalmente contrarios a la defensa de los Derechos Humanos que presiden su infame gestión cuando gobiernan el país.

Y he leído también recientemente otras declaraciones del recién electo diputado del PP por Madrid Suárez Illana en un acto de apoyo a los candidatos de su partido en La Adrada y, la verdad, me pareció surrealista. Dijo, por ejemplo, que su partido “siempre se preocupa de ser el cimiento de la mejor España”; quizás se refería a la España de los recortes, de las mafias en el poder y del aumento exponencial de la pobreza y del desprecio a los ciudadanos; y dijo que “se nos reconoce porque somos capaces de gestionar la economía, de gestionar las crisis, y lejos de ser algo que beneficie a los más poderosos, es siempre una garantía para los más humildes”. Han gestionado tan bien la crisis como que fueron ellos, los neoliberales, los que la gestaron.

Afirmó también Suárez Illana, en ese discurso que es para enmarcar y que bien podría aparecer en el Guiness, que el Partido Popular quiere siempre hacer política “social” y siempre beneficiará con sus políticas a los más débiles. Sobran más palabras. Hay que ser cínico en grado sumo para emitir unas afirmaciones que son un verdadero insulto contra los españoles, que llevan sobre sus espaldas las consecuencias tremendas de la corrupción y de la miserable gestión de su partido, calificado por muchos, según la evidencia, como una verdadera organización criminal.

Y es que, ignoro si es éste o no el caso, algunos son expertos manipuladores de creencias y de conciencias, al mismísimo estilo de Goebbels, aunque ya tanto no cuela. Por ello siempre conviene recordar lo que afirma con contundencia Noam Chomsky en el prólogo del libro de Norman Baillargeon Curso de Autodefensa Intelectual: “Si de verdad tuviéramos un auténtico sistema educativo democrático se enseñaría en él cursos de autodefensa intelectual”, cursos que todos tendríamos que recibir para defendernos de tanto charlatán y tanto desalmado que supuestamente nos defienden, pero la realidad es que es de ellos de quienes hay que defenderse.

Coral Bravo es Doctora en Filología