En este escenario, las actitudes que se toman retratan a unos y otros. Una vez más, el Partido Popular está haciendo de esta causa otro ariete para golpear las puertas de Moncloa sin más objetivo que derribarlas, aunque eso suponga debilitar al Gobierno, que no es lo mismo que el PSOE. Flaco favor a los demócratas, y a España, hace quien utiliza cuestiones de tanto calado y sentimiento en la esperanza de que allanarán su camino hacia la victoria electoral. Los cálculos demoscópicos que Mª Dolores de Cospedal verbaliza un día sí y otro también en su exigencia al Gobierno para que ilegalice Bildu sólo demuestran una ansiedad mal disimulada, cuando lo que toca es tener altura de miras y sentido de Estado. Lo hizo en su día José Luis Rodríguez Zapatero, proponiendo, firmando y cumpliendo un pacto antiterrorista con el Partido Popular que muchos líderes de la derecha se pasan ahora por el arco de triunfo. Lo de Jaime Mayor Oreja ya es otra cosa. Se lleva el patriotismo a tiempo parcial.

Con lo que ha puesto sobre la mesa Bildu, y ETA acorralada entre el Estado de Derecho y su destino, sólo faltaría una verdadera unidad de los demócratas para dar el golpe definitivo a los terroristas. Sin ceder un milímetro en la presión. Si alguien no condena la violencia y se muestra tolerante con los asesinos, un tiempo a la sombra siempre viene bien para reflexionar. Pero montarle al Gobierno la tormenta perfecta cuando los argumentos jurídicos se agotan para seguir dejando fuera a una coalición como Bildu, demuestra lo que entienden muchos por futuro: es un tiempo que va desde hoy hasta el lunes siguiente a las elecciones generales. Luego, tiempo habrá para volver a las andadas con ese “Movimiento Vasco de Liberación”, el mismo con el que Aznar autorizó contactos, cuando se pedía generosidad desde tantas tribunas en la derecha mediática.

Ion Antolín es periodista y bloguero