Ha vuelto don Pablo Casado. Si alguien tenía la esperanza de que su nuevo look barbado fuera señal de renovación, que no se equivoque. Es el mismo Casado de siempre. Hasta para las explicaciones: no es un cambio de look; se dejó barba porque se fue a Ávila sin maquinilla. Como todos sabemos, Ávila está en medio del desierto del Sáhara y, claro, comprar maquinillas allí es muy difícil.

Después de las vacaciones, que todos niegan a Pedro Sánchez, el líder popular ha ido a Canarias a hacerse la foto. Esa foto que nadie entiende, pero que le sirve para ganar portadas. ¿Su propuesta contra los incendios? Prisión permanente revisable, que así es como soluciona todos los problemas su partido. Nunca se vuelca con la prevención, siempre contra las consecuencias. Pero aunque ni siquiera se conocen todavía las causas del incendio de Gran Canaria, quizá olvida que él y su partido modificaron la Ley de Montes en 2015, para que se pudieran recalificar áreas quemadas. Los ecologistas y la entonces oposición ya advirtieron, en su momento, que se podrían provocar más incendios intencionados.

En su loca carrera por ganar a Pedro Sánchez y llegar antes a las islas, de criticar las negociaciones entre PSOE y Podemos o de contar los días de la crisis del Open Arms, se le olvidó un pequeño detalle: la gestión de la crisis sanitaria en Andalucía era responsabilidad de su propio partido. Y tanto mirar al otro, provocó chapuza tras chapuza de la consejería de Sanidad de la Junta de Andalucía. Lo único que se escuchó por boca del consejero Jesús Aguirre, y de sus múltiples portavoces, fue que no había nada que temer si no se consumía la carne contaminada (ofreciendo ninguno, o muy pocos, detalles para identificarla), que estaba todo controlado y que no había ninguna posibilidad de contaminación cruzada. Dos muertos más tarde, se ha instalado la polémica: científicos expertos y Ministerio de Sanidad confirman que sí es posible esa contaminación cruzada.

El discípulo más aventajado de José María Aznar está hoy ocupado en confirmar que abrirá el curso político del PPCV en Benidorm, en criticar la subida de la deuda pública (que después de los casi 30 puntos que la subió Mariano Rajoy Brey, Pedro Sánchez la subió menos de un punto), o en exigir al presidente en funciones que opine sobre las declaraciones de Quim Torra. Todo a golpe de tweet, como corresponde a un político moderno y con barba.