El fútbol no educa, para eso están los colegios y las familias, pero sí sirve como espejo. Los niños van al peluquero y le enseñan fotos de sus ídolos del balón. «Córtame el pelo como a Grealish», «quiero el color de Griezmann». Imitan también sus celebraciones y hasta su manera de andar. Es mucho más que un deporte, es un tablero en el que todos quieren jugar. Una fuente de moralidad. Por eso, que futbolistas como Borja Iglesias, Aitor Ruibal y Héctor Bellerín hayan roto con lo establecido y estén creando su propia tendencia, una moda inclusiva, desprejuiciada, comprometida y profundamente honesta, es para mí, que soy militante del Real Betis, un auténtico tesoro.

La última polémica: Hace algunos días varios jugadores del club verdiblanco estuvieron en una boda. Uno de los asistentes subió a Instagram una fotografía de varios de ellos posando juntos en los que se veía a Borja Iglesias y a Aitor Ruibal, cada uno con un bolso, y con unos trajes a medio camino entre Los Chunguitos y Los Centella. Despreocupados y felices. Tras compartir ese post, fueron muchos los insultos homófobos. Ninguno de los dos se ha callado. Iglesias dijo que «cada vez que suceden este tipo de situaciones en referencia a las fobias que todavía existen, me dan fuerzas para seguir peleando para que cada uno haga y disfrute consigo y con los demás como le dé la real gana» y Ruibal explicó que «aquellos que a estas alturas continúan mostrando comportamientos de este tipo necesitan ayuda de manera urgente. El problema lo tienen ellos por su intolerancia y sus complejos».

No es la primera vez que hacen algo parecido. Tanto ellos como Bellerín se pintan las uñas habitualmente y se posicionan en asuntos de esos que otros futbolistas huyen como de una vara verde. Hablan de moda, de música y de una vida al margen de la pelota. Y no lo hacen cuando las cosas van bien, que eso lo hace cualquiera, sino en los malos momentos deportivos. Su personalidad, su forma de ser, su responsabilidad social, no se ciñe al balón ni es oportunista. Es su manera de ser y eso no se negocia. Que el Betis no quiera «meterlos en vereda», como otros jefes de comunicación paternalistas y expansivos, también habla bien de un club plural y moderno.

Joaquín, recién retirado, ha seguido con la reivindicación y ha compartido en sus redes una foto con vestido y bolso. «Que digan lo que quieran», añadió. Ninguna batalla se puede dar por ganada. Los derechos que creemos asegurados pueden tambalearse y caer. Estos gestos, protagonizados por personas con mucha repercusión en jóvenes, suman a la causa, suman a la ética y suman al progreso. Hoy me siento orgulloso de Ruibal y de Iglesias. Por lo que son dentro del campo y por lo que son fuera de él. Porque el fútbol es un deporte que se juega con la cabeza. Y ahí caben muchas cosas. No sólo el gol, no sólo el regate, sino el impacto de nuestras palabras y el encaje de los que no piensan como nosotros.

Y digo una cosa más: el problema lo tienen ellos, Borja. Tienes toda la razón. Porque a este lado del campo nos dan igual los bolsos, las uñas o los aros de oro. Tu abuelo Argemiro estaría orgulloso de ti. Eres grande en el césped y en la calle, Panda. Me emocionan tus goles y tus palabras. Porque has entendido que tu pasión va más allá del dinero, de los partidos y de los equipos. Porque has entendido que hay miles de niños que llevan tu nombre en su camiseta. Y siendo tú, siendo como eres, ellos van a vivir un mundo mejor, más comprometido y más plural. El problema lo tienen ellos, Borja, porque el futuro es tal como vosotros lo estáis dibujando. No cambiéis, te lo dice un bético.