PETA (People for the Ethical Treatment of Animals – Personas por el Trato Ético a los Animales) es la mayor organización por los derechos de los animales en el mundo; tiene su base en Estados Unidos, y cuenta con más de tres millones de miembros, y muchos más partidarios y simpatizantes en todo el planeta. Su lucha general es la de concienciar a la humanidad, a las sociedades humanas de que no somos dueños de los animales, y de que estamos obligados a ejercer hacia ellos un trato más ético y respetuoso, porque tienen derecho a la vida y no nos pertenecen.
Sus campañas, todas financiadas sólo con fondos de sus afiliados, son muy elocuentes y poderosas, en esa búsqueda de impactar a la conciencia colectiva sobre una realidad que se nos oculta de manera muy bien planificada. Porque si supiéramos el horror en el que viven y mueren millones de seres vivos sintientes, en esos campos de concentración que son las industrias lechera y cárnica, y las macro granjas en general, nadie comería ni un trozo de carne ni tomaría un vaso de leche animal, a poca conciencia que se tenga. Decía Paul McCartney, vegano hace muchos años, que si los mataderos tuvieran paredes de cristal, todos seríamos vegetarianos.
Porque en las fiestas de fin de año se multiplican por tres las muertes de animales en la industria cárnica y con una crueldad inenarrable. Cada navidad se matan muchos millones de bebés animales, arrancados sin piedad a sus madres; y, sólo en España, cerca de mil quinientos millones de animales al año para alimento humano. Lo peor no es eso, sino el sufrimiento atroz que les provocamos en su encierro, desde el momento en el que nacen hasta su muerte, algo que tendría que legislarse por los gobernantes del mundo con máxima urgencia.
Es un negocio psicopático, muy macabro y siniestro, el de la carne, y terriblemente cruel, que se nutre del trato espantoso que reciben trillones de seres vivos y sintientes, como digo, desde que nacen hasta que mueren. Un negocio ya casi desaparecido en pequeñas explotaciones, mucho más naturales y compasivas, y que ya está en manos de esos grupos de poder o multinacionales que sólo se interesan por el beneficio económico, aumentando enormemente la cosificación y el maltrato animal; a pesar de que, hace ya muchos años que la ciencia ha demostrado, certificado y difundido que los animales no humanos poseen sentimientos y conciencia (Declaración de Cambridge, junio de 2012).
Por estos motivos, PETA hace, todos los años, una campaña previa a las fiestas navideñas, con el objetivo de fomentar banquetes y comidas familiares sin crueldad, o con la menos crueldad posible. Además, si nos fijamos, resulta de un cinismo y de una falsedad insultantes para la sensibilidad más básica cerrar los ojos ante la profunda inmoralidad de multiplicar por tres las torturas y las muertes de tantas vidas inocentes, en medio de falsos mensajes de amor y de paz.
Pues bien, la campaña navideña de PETA de este año es especialmente impactante ‘Happy Christmassacre’: New PETA Ad Exposes Cruelty of Festive Season . El spot, que lleva por lema “Happy Christmassacre”, está firmado por la agencia inglesa Grey Londres, la productora O Positive y el director David Shane. Recrea un banquete navideño típico, con varios comensales que intercambian conversación con tono desenfadado, tranquilo y normal. Poco a poco se percibe una cháchara anodina y superficial, pero incansable.
A partir de cierto momento, quienes forman parte de esa comida navideña, mientras hablan son salpicados, de manera progresiva hasta ser empapados, por sangre, cuyo origen, en principio, es incierto, pero que alude, metafóricamente, a la masacre de animales que ocurre todos los años para los banquetes de navidad. El intercambio banal de palabras de los comensales mientras son salpicados y mojados por un líquido rojo que simboliza la sangre animal, refleja muy bien la inconsciencia de millones de seres humanos que, celebrando supuestamente la paz y el amor, pasan por alto el enorme sufrimiento de millones de pequeños seres sintientes cuyos cadáveres llenan esas mesas.
Shane, el director del spot, afirma en este sentido que “creo que la mayor parte de nosotros hacemos caso omiso a la forma en que llega a nuestro plato la comida que consumimos en navidad”; y, por su parte, Helen Rhodes, una creativo de la agencia de publicidad, argumenta que “nada representa mejor la navidad que descuartizar el cadáver de un ser que fue sintiente delante de tus seres queridos”. Se trata de la inconsciencia, que, según Ken Wilber, es el único pecado del ser humano.
El músico británico Morrissey llega hasta el fondo de esta idea cuando afirma que “comer carne es un crimen. Está en el mismo nivel que abusar de un niño. Es lo mismo. Los animales y los niños nos buscan por protección. Es nuestro deber protegerlos”. Entiendo que llegar a este nivel de sensibilidad y de compasión no es lo normativo. Sin embargo, ojalá sirva esta reflexión, y sobre todo sirva la implacable campaña navideña de PETA, que, por cierto, en España no se verá, para tomar decisiones más saludables y compasivas a la hora de alimentarnos y de llenar nuestras mesas. Se trata de simple ética, y también de verdadera espiritualidad, porque, como afirmaba Gandhi, la espiritualidad es que te importen los otros.
Coral Bravo es Doctora en Filología