La derecha andaluza está empeñada desde su llegada al Gobierno de la Junta de Andalucía en invisibilizar la historia de la autonomía en sus 37 primeros años, en los que estuvo en manos del PSOE, o reducirla a sus aspectos más negativos: cifras de paro superiores a la media española, ERE, etcétera. Nada de lo mucho que tuvo de construcción cuando apenas se parecía a la Andalucía que hoy conocemos.

Este revisionismo histórico sesgado ha convergido con la oposición del PP y Vox  a las leyes de memoria histórica democrática estatales y autonómicas impulsadas por el PSOE, los partidos a su izquierda y los nacionalistas periféricos, los grandes perjudicados por la dictadura franquista.

Por eso hay que dar la bienvenida a los libros de memorias de los protagonistas progresistas de nuestra historia más reciente, como el último en publicarse Mi sombra ante mí, de Manuel Gracia Navarro, subtitulado Pasajes de la memoria: de la postguerra a la España actual y presentado el pasado jueves, 19 de octubre de 2023, en Sevilla.

Manuel Gracia Navarro ha sido el primer consejero de Educación y después ocupó las carteras de Presidencia y Gobernación, mientras era presidente José Rodríguez de la Borbolla Camoyán, que ha prologado su libro. Pero este político, cordobés por más señas, lo ha sido casi todo en la política andaluza y española: senador constituyente, diputado en el Congreso y en el Parlamento de Andalucía, del que fue su presidente entre 2009 y 2015.

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Este libro cuenta cómo se superó en Andalucía el principal déficit histórico con el que partió la autonomía: una tasa de analfabetismo absoluto del 17% y un analfabetismo funcional superior al 20%. Fue pionero de infinidad de políticas, pero la que relata con más orgullo --como señaló la periodista Isabel Pedrote, quien presentó el libro- fue la de hilvanar el tejido de la educación pública en Andalucía, una experiencias que fue inspiración para la primera ley educativa de España, en la que participó Manolo Gracia.

Las memorias de Manuel Gracia vienen a sumarse a otras publicadas recientemente como las de José Rodríguez de la Borbolla o Pepe Griñán que ayudan a contar con rigor la historia de la autonomía andaluza y a contrarrestar la permanente corrección de nuestro pasado más cercano que se realiza en las trincheras mediáticas de la ultraderecha, que quiere cancelar o censurar todo lo que no coincide con sus postulados ideológicos.

Al terminar de leerlo, me quedo con su mensaje optimista ante un presente y un futuro inciertos, que dependen del compromiso individual y colectivo por cambiar el mundo en que vivimos.