Es curioso cómo usamos el término “patria” como lugar o tierra “a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicoshistóricos y afectivos”, si nos atenemos a la definición de la RAE. Palabra de origen latino, de género femenino, alude, sin embargo, en su raíz etimológica al padre, a un concepto patriarcal y masculino que ordenó el derecho romano, base de todos nuestros sistemas jurídicos occidentales. Por eso, y de cara a las reivindicaciones y celebraciones del 8M, Día Internacional de la Mujer, de este año anómalo en todo, a los que me sumo críticamente pero convencido, como desde que tengo uso de razón, quiero proponer el concepto alternativo de “Matria”. No es un concepto mío. Lo creó la profesora y poeta andaluza Raquel Lanseros, como título de su último libro de poemas hasta la fecha, con el que obtuvo el Premio Nacional de la Crítica de Poesía. Libro brillante, agudo, lleno de matices y sugerencias, de inteligencia inclusiva, es un acierto ya desde ese mismo título que vertebra y dimensiona el concepto del origen, de la identidad femenina, sus emociones, capacidades creativas y expresivas, de una forma extraordinaria. Digo que el libro, reconocido en sus logros y hondura poética, es un acierto ya desde el título, porque incide, sin agresividad pero con contundencia, en cómo algo tan reconocible como que nuestro origen como especie y sociedad está indiscutiblemente, umbilicalmente ligado al de la mujer, ha sido soslayado incluso de los términos jurídicos. Si algo tenemos seguro, permítanme la ironía, es nuestra madre; todo lo demás está sujeto a dudas. Razón de más pues, para que un concepto tan importante como el de nuestra vinculación a la tierra en la que nacimos o decidimos criarnos y conformarnos como seres humanos, tuviese una etimología más adecuada.

Sé que esta propuesta será considerada un ejercicio de “hembrismo” por todos aquellos que nunca han estado a favor de la igualdad de hombres y mujeres. Francamente, como diría Clark Gable a Escarlata O´hara, no me importa. Mi pedigrí democrático y en defensa de los derechos civiles está claro hace muchos años y no me preocupa nada lo que los voceros de la vuelta a las cavernas puedan opinar. Esos voceros, algunos con nombre de mujer como los de la nefasta presidenta de la Comunidad de Madrid, la señora Isabel Díaz Ayuso, que disparan contra sus propios intereses cuando atacan las manifestaciones y reivindicaciones feministas. Es evidente que el machismo no es patrimonio exclusivo de los hombres, pero resulta más escandaloso ver determinadas afirmaciones en mujeres políticas que, si lo son, lo es porque otras, antes, se jugaron hasta la vida por la lucha para llegar a serlo. Es irritante ver cómo algunos y algunas, se rasgan las vestiduras con las manifestaciones feministas cuando, en todo este largo año de pandemia, ha habido varias manifestaciones contra el gobierno de Pedro Sánchez, con fotos en Colón y dirigentes de los que ahora argumentan razones sanitarias contra el 8M, como el señor Pablo Casado, el señor Santiago Abascal, la señora Arrimadas, y otras muchas concentraciones de los sectores de la hostelería, de la cultura, de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, e incluso las lamentables manifestaciones de los negacionistas antivacunas o las algaradas en la presunta defensa de la libertad de expresión tras el encarcelamiento de Pablo Hasel. Movimientos de todo tipo donde no se han mantenido las distancias recomendadas, ni las medidas anticovid pero, claro, lo peligroso es la reivindicación del 8M. Nadie duda, y así lo ha acordado el Gobierno Central, las comunidades autónomas y las delegaciones del Gobierno, que no es el momento para ese tipo de manifestaciones multitudinarias. También lo es que, para ciertos dirigentes reaccionarios, y sus seguidores, cualquier pretexto es bueno para atacar los derechos civiles conquistados en democracia. Alguien debería explicarles a estos jóvenes dirigentes, hombres y mujeres que ostentan cargos públicos de responsabilidad, que el Día Internacional de la Mujer no se instituye por capricho de las feministas. Lo instaura la Organización de Naciones Unidas en 1975, en reconocimiento a la lucha y derechos de las mujeres en igualdad en todo el mundo. Estaría bien que, en el maratón de idioteces diarias, se pararan a repasar algunas lecciones básicas de historia contemporánea y de derechos fundamentales, no sea que, por esas cosas de la vida, acaben defendiendo lo mismo que los integristas islámicos, entre otros grupos radicales y reaccionarios. De hecho, circula en redes una campaña apócrifa que debería descubrirse quién está detrás, aunque suena la VOX, perdón, la voz, de algunos antifeministas conocidos, que dice: ”si eres buena mujer, quédate en casa”. Tan insultantemente condescendiente, como machista. Yo, que no tengo dudas ni problemas con mi género, condición ni identidad, no más de los habituales, quiero decir, me manifestaré, como he hecho siempre, desde las redes, la prensa, la opinión, como este artículo, desde ya, a favor de los derechos de la mujer. Sí al 8M. Sí a una sociedad más libre, paritaria y justa, más democrática como marcó en los calendarios Naciones Unidas. Soy consciente de que aquellos que las quieren en casa y calladitas, son los mismos que nos llevarían a algunos como yo a dar un paseíto de madrugada a una cuneta sin identificar.