Ante la constancia de este hecho, los dirigentes de UGT y de Comisiones Obreras parecen dispuestos a ceder en frentes que consideraban hasta ahora innegociables.

Concretamente, Cándido Méndez declaraba ayer a la Cadena Ser que su sindicato estaría dispuesto a aceptar la conversión de contratos de jornada completa a tiempo parcial en las pequeñas y medianas empresas, ajustando los salarios a las horas trabajadas.

También aceptaría que los sueldos crezcan en 2012 por debajo de la inflación aunque nunca por debajo del uno por ciento.

Argumenta Méndez, cargado de razón, que la decisión del Ejecutivo de aumentar las retenciones del IRPF es una dificultad añadida en las negociaciones con la patronal ya que la medida ya ha supuesto un tajo imprevisto a las nóminas.

Sindicatos y patronales han llegado a otros acuerdos como la solución extrajudicial de conflictos, trasladar tres festivos a lunes y en lo relativo a las mutuas, absentismo y formación.

En lo que hasta ahora los sindicatos se resisten con firmeza es al ámbito de la contratación colectiva pues, remitirla al ámbito de la empresa, dejaría sin representación sindical efectiva a las entidades pequeñas y a muchas medianas.

También en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero el Gobierno amenazaba con “gobernar” si los interlocutores sociales no se ponían de acuerdo pero el significado de esta advertencia era, obviamente diferente.

Hasta mayo de 2010 los sindicatos ejercían de hecho el derecho de veto pues el Ejecutivo socialista se negaba a promulgar reformas que no fueran aceptadas por las centrales sindicales.

Incluso se llegó a considerar a Cándido Méndez como el vicepresidente económico en la sombra. Esta situación caducó en la fecha indicada y los sindicatos tuvieron que tragar con unas reformas laborales que consideraron lastimaban los intereses de sus representados.

El poder ha cambiado de manos y los sindicatos son conscientes de su debilidad y temen que las reformas laborales anunciadas por el nuevo poder sean especialmente dolorosas.

A pesar de todo son conscientes de que en estos momentos, cuando el miedo se ha instalado en la sociedad,  resultarían inviables y hasta contraproducentes las movilizaciones de otrora.

De lo que los sindicatos no han dicho ni pío es del tajo asestado a las subvenciones que recibían del Estado que serán más doloras que las aplicadas a las patronales.

José García Abad es periodista y analista político