El próximo presidente del Gobierno, que todavía no es presiente electo pues en un sistema parlamentario de elección presidencial en segunda instancia, no lo será hasta que no sea elegido por los diputados, ha expresado sus prioridades con la agenda.

Antes de recibir a los agentes o interlocutores sociales se ha visto con los banqueros estimando, con toda razón, que el gran problema es la situación de las entidades financieras. Ahora, ni los bancos ni las escasas cajas vivas, cumplen o pueden cumplir con su función esencial que es conceder créditos sin los cuales no hay inversión posible y ni siquiera la continuidad de la actividad productiva.

En el mismo plano de prioridad se encuentra la necesidad de manejarse en la Unión Europea y, especialmente, en su zona euro en la que estos días se decide el futuro de la moneda única y si España podrá mantenerse en primera división. Recuérdese que hace un par de días, Javier Solana que entiende mucho de los mecanismos europeos, nos llamaba la atención dramáticamente en twitter, de que habían hecho un preocupante rancho aparte Merkel, Sarkozy y Monti.

El martes pasado Mariano Rajoy recibió al vicepresidente de la Comisión Europea, Antonio Tajani; antes había telefoneado a Ángela Merkel y Nicolas Sarkozy. Solo en tercer lugar ha recibido a los agentes sociales. Lo ha hecho en reuniones diferenciadas, como indicando que podía firmar la paz por separado con alguno de ellos. Es fácil de entender que el futuro presidente reciba separadamente a sindicatos y patronal cuando estos no han llegado a un acuerdo que el futuro presidente pueda rubricar con una foto ad hoc.

En cambio el hecho de que se entreviste por separado con la pareja sindical, con el dirigente de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo y con Cándido Méndez, de UGT, por este orden; uno por la mañana y otro por la tarde solo puede responder a una argucia galaica; quizás a la esperanza, que ya albergara José María Aznar de dividir para vencer. No se presentan ahora las mismas circunstancias que en la época de este último y no creo que Rajoy logre romper, si es que se lo ha propuesto, la unidad sindical. ¿O sí?.

La verdad es que ambos sindicatos están acongojados con la situación y atribuyen la prioridad debida a la generación de empleo. Por las declaraciones de ambos dirigentes uno puede deducir que están dispuestos a tragar con el presidente conservador lo que no hubieran aceptado del progresista. Son significativas las declaraciones de Fernández Toxo sobre la actitud del presidente “in pectore” respecto al abaratamiento del despido: “Rajoy es mucho más inteligente como para pensar que los problemas del desempleo se resuelven con el coste del despido".

Son las paradojas de la política y la propensión al pacto inherente a la función de unas centrales sindicales tanto más realistas cuando están más escaldadas.

En estas condiciones, y en estos momentos, la huelga general está fuera de la agenda. Ya tendrán ocasión de convocarla como hicieron con González, Aznar y Zapatero. Todo presidente tiene derecho a una huelga general.