Con la escasa respetabilidad personal y política que le confiere todo su historial político -el que puede darle haberse opuesto a la Constitución 1978 antes de su aprobación para convertirse poco después en uno de los defensores más acérrimos de su eterna permanencia irreformable, de haber metido a España en la guerra de ocupación de Iraq contra la opinión expresada de forma muy mayoritaria por la ciudadanía española, de haber mentido tanto y en tantas ocasiones que le hizo perder a Mariano Rajoy y al PP las elecciones generales del 14 de marzo de 2004 porque mintió de un modo descarado sobre la autoría de los criminales atentados terroristas del 11-M en Madrid, de haber seguido mintiendo al servicio excluso de sus intereses personales y familiares-, resulta que ahora el expresidente José María Aznar nos ha salido con una más de sus ocurrencias, por ahora la última, que en sí misma constituye una demostración de la nadería política y personal del sujeto.

Aznar reclama ahora “una alianza de partidos constitucionales”, añadiendo que “no puede estar encabezada por quien está haciendo la contraalianza”, en clara alusión al actual presidente en funciones del gobierno, el socialista Pedro Sánchez. “¡Manda huevos!”, como podría decir aquel inolvidable Federico Trigo tan amigo de Aznar. De entrada, porque no sé yo quién decide cuáles son o no son “partidos constitucionales”. Supongo que deben serlo todos aquellos que están legalizados en la actualidad. ¿O no? ¿No lo son los que defienden la independencia de alguna comunidad autónoma española, como defendieron en la Asamblea de Madrid PP y C’s al apoyar la propuesta de Vox en este sentido? ¿Lo es Vox, que pretende, por ejemplo, abolir sin más nuestro actual Estado de las autonomías? ¿Lo son PP, C’s y Vox por exigir, sin ni tan siquiera una resolución judicial previa, la ilegalización de otras formaciones políticas que hasta ahora han sido legales?

Claro está que esta nueva ocurrencia de José María Aznar -una más, una entre muchas, por ahora la última- en realidad no es una novedad. Ya la avanzó, la misma noche del pasado 10-N cuando se conocieron los resultados electorales definitivos, el inefable secretario general del PP, Teodoro García Egea. A la vista de que le temblaban las piernas al presidente de su partido, Pablo Casado, que ni tan siquiera fue capaz de tener la mínima dignidad política de felicitar a Pedro Sánchez, que de nuevo le había vencido en las urnas, el treinteañero García Egea ya se sacó de la manga una propuesta similar a la reflejada en esta última ocurrencia de Aznar. ¿Tampoco es “constitucional” Pedro Sánchez? ¿Quién otorga o retira patentes de “constitucionalismo” en España? ¿No será que hay muchas más semejanzas entre el PP y otras fuerzas nacionalistas, por ejemplo algunas de las que integran el movimiento separatista catalán, que en Cataluña también se otorgan en exclusiva la capacidad de conceder o denegar no solo las patentes de la catalanidad sino también las de democracia? ¿No será que los extremos siempre se acaban tocando? ¿No será que, sea cual sea su lengua, su himno y su bandera, todos los nacionalismos siempre acaban siendo iguales entre sí, necesitándose los unos a los otros y viceversa, para así poder seguir retroalimentarse para subsistir?

Por último, un simple detalle anecdótico. Esta nueva ocurrencia de José María Aznar, por ahora la última, ha sido dicha por el expresidente español en un acto de la fundación que preside, la FAES, en la presentación de un informe sobre la OTAN. Supongo que, por una mínima decencia política, ninguno de los intervinientes en dicho acto se ha atrevido a faltar a la verdad histórica y no ha dicho que el PP fue siempre atlantista, porque en el referéndum de 1986, la AP que pasó a convertirse en el actual PP, con Manuel Fraga Iribarne al frente, y con el único interés de deteriorar al PSOE y a quien entonces era presidente del gobierno español, el socialista Felipe González, instó a la abstención.