Al obispo Munilla le debe rechinar el rito matrimonial en esa frase que indica: “Mujer te doy que no sierva”. Porque a todos los efectos el prelado de la diócesis de Donostia ha demostrado una falta de sensibilidad rayana en la amoralidad en lo que se refiere a sus opiniones sobre el género femenino.

Aprovechando los micrófonos de Radio María, emisora muy afín a lo que piensa Munilla, se ha despachado a gusto ante la reivindicación del 8 de marzo. Planteó promover desde la Iglesia un feminismo femenino alejado del que está manipulado por la ideología de género, y acusó a las promotoras de la huelga de defender el aborto, el lesbianismo, y el bisexualismo.

Para el obispo, el demonio ha metido un gol desde sus propias filas. Opinión en que se volvió a afianzar, cuando en una tertulia con estudiantes intentó matizar sus propias palabras enredándolas más.

No, la mujer ni sierva, ni esclava, como a usted y a otros pensamientos retrógrados de su estilo sin duda les gustaría. La mujer es libre

Tales barbaridades en este príncipe de la iglesia no son nuevas. Desde su llegada a San Sebastián como prelado de la diócesis, comunidades cristianas y parroquias progresistas han mantenido una dura pelea porque, según dicen en Donostia, lo habitual es que “no escucha ni toma en consideración aquellas opiniones diferentes a la suya”. ¡Y menudas opiniones!

Muy diferentes a las que había expuesto días atrás el cardenal y arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, hombre ecuánime, amigo del Papa Francisco, que ha visto necesario apoyar la lucha de las mujeres afirmando: “Hay que defender sus derechos. Lo haría también la Virgen”.

A Munilla le han contestado desde el propio Euskadi. Desde las filas del PNV han surgido varias voces calificando de desafortunadas, impropias, no compartidas por la mayoría y anacrónicas, sus palabras. Pero quien le ha definido a la perfección ha sido el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Lo ha hecho en una carta abierta en que dice lo siguiente: “Sus palabras desconocen los últimos cinco siglos de civilización, de modernidad y de secularización, situándose al margen del humanismo, de la libertad, del Renacimiento, de la Ilustración, de los Derechos Humanos, incluso del Concilio Vaticano II, de Juan XXIII, de Pablo VI o de Francisco”.

No, la mujer ni sierva, ni esclava, como a usted y a otros pensamientos retrógrados de su estilo sin duda les gustaría. La mujer libre y con impulso para llegar cada día más y más lejos. Mal que le pese. Y el obispo Munilla sigue siendo un obispo de los que creen que la mujer solo existe para una solo cosa, además de opinar que deben rezar el rosario a las doce la mañana.