Hasta 1981, tres años después de la aprobación de la actual Constitución española, en España las mujeres necesitaban permiso de su marido para poder trabajar, abrir una cuenta corriente, sacar su pasaporte o el carnet de conducir. Los maridos podían disponer de los bienes comunes sin el consentimiento de la esposa, con la excepción de los inmuebles y establecimientos mercantiles. Las mujeres solteras tenían la consideración legal de un menor, y no podían abandonar la casa familiar sin el consentimiento paterno. Recordando estos datos, podemos afirmar con rotundidad que la infanta Cristina, Ana Mato o Rosalía Iglesias, esposa de Luis Bárcenas, son preconstitucionales.

Un análisis somero del trato dado por la justicia española a estas mujeres, que las ha absuelto de todo delito por considerarlas no aptas para comprender el funcionamiento de la vida cotidiana, podría llevarnos al error de creer que se trata de un hecho machista. Pero no es así. Si así fuere, si las tres magistradas que han absuelto a la hermana del Rey creyeran que ésta, por ser mujer, es incapaz de entender lo que firma, de dónde provienen los millones que engrosan sus cuentas, o a qué se dedicaba la fundación que presidía, en España sólo habría cárceles para hombres. Nuestra justicia no es machista, simplemente está, como tantos otros estamentos públicos, al servicio de quien le da de comer. 

Un claro ejemplo de que la justicia española considera que las mujeres tienen, como mínimo,  la misma capacidad intelectual que los hombres, es el de Emilia Soria. Esta mujer valenciana se encontró en 2008 una cartera que contenía una tarjeta de crédito. Como no era infanta, ni ministra, ni esposa de un dirigente del PP, entendió que, aún sabiendo que lo que iba a hacer era ilegal, era una buena oportunidad para comprar comida y pañales para sus dos hijas pequeñas. Se gastó 450€, la condenaron a más de dos años de cárcel y 900€ de multa. ¿Se imaginan la cara que hubiera puesto el juez, si al abogado de esta señora se le hubiera ocurrido alegar que su clienta, por su condición femenina, era incapaz de entender que lo que había hecho no estaba bien?

Pues esa misma cara es la que se nos ha quedado a muchos españoles con la sentencia del caso Nóos, y la no inculpación de Ana Mato o Rosalía Iglesias. Y digo a muchos y no a todos, porque aún quedan españoles tan preconstitucionales como nuestras protagonistas. El editorial del periódico El País, otrora diario progresista, titulaba la misma tarde en la que se conocía la sentencia: "Se impone el Estado de derecho. La sentencia del caso Nóos refuerza la independencia de la justicia en España". Sólo faltó añadir al final del editorial un: Siempre a sus órdenes.