Los conocidos como “indignados” son en realidad un colectivo muy heterogéneo en sus motivaciones y en sus planteamientos. La base común a todos ellos está conformada por tres grandes reivindicaciones: respuestas eficaces para la crisis y el desempleo, el sometimiento de los poderes económicos a los poderes democráticos, y el perfeccionamiento de la democracia, abriendo nuevos canales de participación y erradicando comportamientos corruptos. Se trata de reclamaciones razonables y merecedoras de tanta atención como respeto. Y es verdad que sociólogos reputados como José Félix Tezanos venían pronosticando desde hacía tiempo el surgimiento de estas movilizaciones de “excluidos”. La crisis y el paro han venido a profundizar las tendencias ya observadas con anterioridad hacia el incremento de la precariedad laboral, la desigualdad social y la consiguiente desafección política. Si el sistema no responde a las necesidades de una parte de la sociedad, resulta lógico esperar que al menos esa parte de la sociedad reaccione contra el sistema.

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