Que el “nuevo-viejo” presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, no es de fiar era algo que ya conocíamos los españoles por sus desmanes en el Gobierno de la Junta de Galicia, por sus fotografías en yate con narcotraficantes gallegos o porque nada más llegar permitió que el PP de Castilla y León se echara en brazos de la extrema derecha de Vox, concediendo la vicepresidencia de la Junta de Castilla y León a un personaje deplorable como es García Gallardo.

Porque Feijóo y Mañueco son corresponsables de que cada intervención del vicepresidente de la Junta de Castilla y León haya sido para insultar, denigrar y faltar el respeto. En estos seis meses ha ofendido a los procuradores, ha despreciado a las personas con discapacidad, ha denigrado a las mujeres, a los sindicatos, ha menospreciado a los jóvenes, a distintos colectivos, ha menoscabado la labor de las instituciones europeas y ha avergonzado con el desprecio de cuanto ignora a toda la ciudadanía, siempre con la complicidad del PP y de Feijóo.

Sus permanentes errores de base en la interpretación de la economía, bien por desconocimiento, bien porque está mal asesorado (y que dejan en evidencia a Feijóo en los debates en el Senado con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez), su alejamiento de las posturas centradas de sus correligionarios del Partido Popular Europeo o su permanente ataque y hostilidad hacia el Gobierno de España, lo dejan en un mal lugar respecto de esa imagen moderada que pretendía proyectar y lo colocan en competición directa con los desmanes de su predecesor, el señor Pablo Casado, y de extremismo con los dirigentes de Vox.

Si desde el punto de vista de la dialéctica política el señor Feijóo demuestra pocas dotes para el debate serio y riguroso de los asuntos de Estado que de verdad importan a los españoles, como son la economía, la crisis sanitaria de la pandemia del Covid, la crisis social derivada de la guerra de Putin en Ucrania, la única dialéctica en la que “sobresale” el presidente del PP es en el insulto, la mentira, la manipulación, la descalificación y la deslegitimización del rival político.

El señor Feijóo ha caído en el mal de todos los dirigentes del PP que es intentar distorsionar y tapar la realidad social y económica en la que trabaja el Gobierno de España día a día para superar la crisis y crear un escudo social para la ciudadanía, recurriendo a una cortina de humo con dos asuntos que forman parte del pasado aunque todos tenemos presentes cada día: el terrorismo de la banda asesina ETA, que se disolvió hace ya más de 11 años, y el llamado “procés” que tanto le gustaba al PP cuando gobernaba Rajoy para crear crispación y frentismo entre los españoles pero que quedó enterrado hace un lustro.

Y mientras repite hasta la saciedad esos dos mantras Feijóo insulta, manipula y miente con la economía y la realidad social de España. Le da igual que empiece a bajar la inflación, que se hayan batido récords de creación de empleo a pesar de la crisis, o que el Gobierno apruebe cada Consejo de Ministros un nuevo paquete de medidas económicas y sociales para ayudar a la clase media y trabajadora, a las empresas, a los autónomos y a la ciudadanía en unos tiempos tan difíciles que se viven en el contexto internacional.

Y sigue Feijóo haciendo el ridículo en contra de los postulados de un Partido Popular Europeo que respalda las medidas del Gobierno de España que preside Pedro Sánchez como son, por ejemplo, la denominada “Excepción ibérica energética” o el “Impuesto a la banca y a las eléctricas”.

Sin duda el PP, Feijóo y Vox deberían explicar a los españoles por qué apoyan a bancos y compañías eléctricas y energéticas que, en lo que va de 2022, han multiplicado exponencial y milmillonariamente sus beneficios en un contexto de grave crisis económica, beneficios que, indudablemente, salen de los incrementos escandalosos, indecentes, inmorales e intolerables del recibo de la luz, la gasolina o las hipotecas que pagan los ciudadanos.

Pero por si había alguna duda de la ideología de derecha extrema y de su cuestionado “espíritu” constitucionalista y democrático el último ejemplo de la caída libre del presidente nacional del PP ha sido su espantada para renovar los órganos judiciales de nuestro país que el Partido Popular bloquea desde hace cinco años incumpliendo flagrantemente la Constitución Española.

El Partido Popular y Feijóo hace tiempo que dejaron de hacer oposición al Gobierno para hacérsela a España y se han apuntado a la insumisión constitucional al romper las negociaciones para la renovación del Consejo General del Poder Judicial.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha quedado cuestionado no sólo para dirigir el PP sino para ser candidato a presidir España, porque es un dirigente sin autonomía, sin liderazgo, al que han doblado la mano y al que le tiemblan las piernas y, además, ha perdido la oportunidad de convertirse en un verdadero patriota y en un hombre de Estado.

Hay que recordarle al señor Feijóo que la Constitución y la Ley se cumplen todos los días, desde el primero al último de sus artículos, estés en el Gobierno o en la oposición. Feijóo prefiere estar al lado de una extrema derecha nostálgica del franquismo golpista, criminal y represora y, además, incumple la Constitución Española. Malos presagios para la democracia y la libertad con el señor Feijóo.