Una conversación telefónica filtrada entre el alcalde de Mérida, Antonio Rodríguez Osuna, y un antiguo trabajador del ayuntamiento emeritense descubre una red de favores, prebendas y amenazas para ocupar plazas no funcionariales en la administración municipal.

«Concede más importancia a quién es el favorecido que a lo que es el favor que recibió», escribió Séneca al procurador romano Lucilio en una de sus más famosas cartas. El filosofo cordobés, ya en los últimos años de su vida, aspiraba en sus reflexiones a la virtud de la política. A gestionar de una forma sabia, pausada y perdurable. No sé si Antonio Rodríguez Osuna ha leído a Séneca, o es más bien discípulo espiritual de Nerón, pero lo cierto es que el audio filtrado ayer lo deja en una posición delicada.

Convocando una rueda de prensa dio por bueno el audio. Así que, ciñéndonos a su palabra grabada, asume que «hay un montón de gente, de compañeros de partido de toda la vida que me han dicho lo mismo. Le hicimos un favor para estar trabajando un tiempo, pero no para quedarse toda la vida. La gente lo que pasa es que le das la mano y te coge el pie». Ay, los favores. Tener atenciones a otras personas es humano, es desprendido, es constructivo; pero como dijo Séneca, no es tanto el favor -que la gente trabaje- como quien es el favorecido -que la gente de mi partido trabaje-. Y ahí está el hueso de este aguacate político.

El socialismo se perpetúa a través del clientelismo. El poder es magnánimo para los que llevan en la cartera el mismo carnet que llevo yo. En Extremadura, como pasó en Andalucía, el tiempo equivale a compromisos. Y no hablo de promesas políticas, no hablo de proyectos, de integrar a la ciudadanía, no. Hablo de colocar a los propios. Primero a los políticos, luego a los militantes y, tras ellos, a los hijos, hermanos y esposas de los militantes. Todos remando en un mismo sentido: Perpetuar el poder para perpetuarse a sí mismos. Es una fórmula magistral. Séneca se echaría las manos a la cabeza.

Ayer pudimos ver a Rodríguez Osuna a través de la cerradura. Así es en su despacho. «El que denuncia al Ayuntamiento no entra más a trabajar. Lo indemnizamos y punto», se oye decir al regidor en la conversación telefónica privada que ahora ha visto la luz. «El que denuncia al Ayuntamiento que se vaya olvidando que vaya a entrar aquí, pero vamos, ni de alguacil», concluye. Caciquismo y chulería. Luego, en la improvisada rueda de prensa justificativa, defendió que se había sido amenazado y que no iba a tolerar que se extorsionara al Ayuntamiento. Pero lo que se vislumbra tras la polémica es que el PSOE abrió las puertas del consistorio a personas afines. Trabajos temporales, sí, pero a dedo. Por afinidad política. Por interés.

Hacer unos meses, el Partido Popular de Extremadura, que preside María Guardiola, presentó a una candidata con mucho relumbrón y a los días la defenestró. La intrahistoria, la cuento ahora, es que la candidata tenía alguna causa menor aún pendiente en los juzgados, relacionada con una de sus empresas. Nada trascendental, pero sí lo suficientemente delicado para quien quiere llegar limpia a la política. Ese es el nivel de exigencia de Guardiola, desdecirse y pedir disculpas antes de apostar por perfiles difusos; y ese es el nivel de exigencia del PSOE, mientras escribo este artículo Fernández Vara, presidente de la región y secretario general del partido, no se ha pronunciado sobre los bochornosos audios.

¿Os acordáis de Paco Buyo en los córneres? Pues así está Vox con todo esto. Desorientado, preguntándose si salir a intentar despejar la pelota o quedarse en la línea de meta a esperar si hay un remate. Y ante la duda, ya se sabe, gol en contra. El populismo de derechas anda ahora con el bulo de que PSOE y PP tienen un pacto secreto y que van a facilitarse el gobierno mutuamente en Extremadura. Ese es el nivel de su arquitectura comunicativa. Desde lo de Ricky Martin, el perro y la mermelada, no había visto una invención tan chusca. Ayer, el candidato a la Junta, Ángel Pelayo, nombró a María Guardiola para atacar a Rodríguez Osuna. Lo hizo mal y lo hizo tarde. Y encima, luego, sobreactuó. Como hacen las personas que no entienden pero que quieren hacer creer que entienden de lo que se está hablando.

Los favores. Un peligro en manos de quien no tiene escrúpulos. Son tiempos nuevos para Extremadura. La gente está cansada de dedazos, de primos hermanos y de trinques varios. Son demasiados años mandando, demasiado dinero, demasiados puestos, demasiados favores. El único jarabe que se le puede dar a la democracia es la alternancia. Que se mueva el agua, que si no se estanca. La política es maravillosa. Hay muchos representantes públicos limpios, sinceros y comprometidos con la ciudadanía. Y luego hay otros que, vistos a través de la cerradura, son así: Ombliguistas, interesados y mentirosos.