The New York Times ha resumido muy bien la situación de perplejidad y duda sobre la autoría de la masacre de Orlando (Florida) en un club gay: el ISIS hace borrosa la línea entre los atentados ejecutados por sus militantes “oficiales” y los de sus simpatizantes. De modo que la atribución de la autoría por la organización solo unas horas después del ataque debe ser tomada con algo más que reservas.

El asunto no es menor y el comunicado de la agencia de noticias Amaq (literalmente, profundidad, fondo…) solo confirma lo sabido y temido: además de una apreciable y diligente organización informativa, el “Estado Islámico” cuenta con los “lobos solitarios” que aspiran al martirio por su cuenta sin relación orgánica con el movimiento. No  es aventurado pensar que habrá más atentados.

El asesinato de 50 ciudadanos, todos civiles y desarmados, sería poco explicable en  términos de mentalidad occidental, que se entiende sometida al control de la opinión y los consensos que provee. No es el caso de los terroristas fanatizados y crudamente homófobos: Omar Tameen, un ciudadano norteamericano hijo de afganos y musulmán protegido constitucionalmente para la práctica libre de su religión, ha optado sencillamente por el martirio… 

Una epidemia de difícil erradicación

 Es difícil describir la dificultad del combate contra esta plaga cuyos argumentos son conocidos: la tierra del Profeta habría sido profanada por extranjeros impíos (el largo periodo colonial) pero ha llegado la hora del nuevo amanecer islámico, hecho desde una interpretación literalista y pía del Libro Sagrado. Desde septiembre de 2001 (“Torres Gemelas” y consagración de “Al Qaeda”) ese combate ha abierto el camino de la lucha armada, con expresiones principalmente terroristas ejecutadas por “mártires”.

Si se tratara de un acto extremo de homofobia, la matanza de Orlando sería un hecho limitado y relativamente controlable pero de confirmarse su origen yihadista sus fronteras se agrandan y difuminan hasta convertirse en la amenaza y tragedia de este siglo. 

¿Cómo combatir al ISIS?

 Decir que el recurso a medios solo militares es del todo insuficiente es un tópico, sobre todo desde lo que algunos especialistas tienen por el mayor error cometido por los terroristas: la creación de una entidad con pretensiones estatales en tierra árabe bajo su control en territorio de Irak y Siria: el sedicente “Estado Islámico”, con una caricatura de “califato” ejercido por un “califa” (Abu Baqr al-Baghdadí) y dos “capitales”: Raqqa en Siria y Mosul en Iraq.

Curiosamente, esas dos ciudades están bajo amenaza militar de las fuerzas de la amplia coalición anti-terrorista y serán reconquistadas más pronto que tarde… con lo que el pretendido “estado” será una banda de fugitivos cuyos líderes desaparecerán de la circulación y se esconderán en algún remoto confín como hizo el sucesor de Bin Laden, el egipcio Ayman al-Zawahirí… pero es inútil engañarse: en fuga, diezmados y derrotados, tienen partidarios. Muchos partidarios. 

Argumentos y coartadas

 La culpa colonial se argumenta con insistencia en los medios teóricos islamistas y la actitud occidental de apoyo a los dictadores y autócratas árabes late en el adoctrinamiento de los “combatientes” yihadistas dispuestos a dar la vida por sus ideas.

Naturalmente, esto no justifica el ISIS, pero lo explica en buena parte. Washington lo sabe a la perfección y de hecho, la única reticencia seria y duradera anti-golpe en Egipto fue la del gobierno Obama, que mantiene una fría opinión y una gélida relación oficial con el mariscal al-Sissi. En el escenario crudamente pre-electoral en los Estados Unidos la tragedia de Orlando podría tener grandes consecuencias.

¿La utilizará el turbio Donald Trump contra Clinton y su pretendida debilidad o su universalismo pedagógico-democrático? No sería extraño que la rusticidad del candidato republicano, un aislacionista burdo que adora las fórmulas facilonas y expeditivas se aproveche y arremeta contra el islam como un todo. Argumentos primarios y coartadas peligrosas en nombre de la seguridad nacional cuando el fenómeno ISIS, hijo de un complejo proceso, requiere, además de un combate militar anti-terrorista, paciencia, persuasión, deliberación … e inteligencia.