'Lo haremos bien' era el lema que daba la bienvenida al XX Congreso Nacional del Partido Popular. Elías Bendodo llegó el viernes a FIBES sabiendo que Alberto Núñez Feijóo había confeccionado un traje sastre para él: Coordinador General. Una figura que ya usaron Aznar, con Ángel Acebes, y Rajoy, con Fernando Martínez-Maillo. Un remozado rol dentro del partido, un cargo que se utilizó habitualmente cuando el Secretario General tenía obligaciones ministeriales, pero que ahora tiene connotaciones más profundas. La obligación de fortalecer el partido es apremiante. Bendodo tendrá que servir de enlace con las vicesecretarías, colaborar con Cuca Gamarra, secretaría general, y aportar al proyecto experiencia orgánica, institucional y de gestión. Un número tres que, a poco que se remangue la camisa, será un número dos. El norte quiere conquistar al electorado desde el sur. Nuevos tiempos para el PP, nuevos tiempos para Elías, que, en caso de victoria, no repetirá en el gobierno autonómico de Juanma Moreno. Andalucía es pasado, Moncloa será el futuro.

Bendodo planea y ejecuta. No le gustan los circunloquios ni los aplazamientos. No es hombre de discusiones largas ni floreadas procrastinaciones. Cambió el logo de la Junta de Andalucía casi a la vez que tomó posesión y además no dudó en contratar el nuevo diseño a Francis Romacho, un empresario históricamente de la órbita socialista. Fue concejal del Ayuntamiento de Málaga con apenas 25 años. La política es su vida. Es competitivo y no juega a nada a lo que pueda perder. Lo saben Aznar, Arenas y Zoido, con los que muchas veces ha compartido pista de pádel. Cuando Rajoy era presidente, Elías le acompañaba en esas caminatas al amanecer de más de diez kilómetros a un ritmo que muchos improvisados paseantes fueron incapaces de seguir. Elías Bendodo estaba entrenado para seguir el paso de Rajoy y de quien tocara. Ha sido otro gallego, este sin especial amor por practicar deporte, el que ha decidido nombrarlo capitán general con galones en la planta 7ª de Génova. 

Elías Bendodo y Miguel Tellado han sido claves en lo que ha pasado en el último mes en el Partido Popular. Muñidores de una alianza que cosió a todos los barones. Encargados de articular una salida rápida y lo menos traumática posible para Pablo Casado. Tenía que ganar Génova, no podía ganar Sol. Y ganó la nueva Génova, la que Bendodo llevaba dentro desde el mismo día en el que Teodoro García Egea le derrotaba en Sevilla en un duelo que se libró al sol. Juanma Moreno fue a convencer a Juan Ávila, alcalde de Carmona, para que se presentara contra la candidata del aparato, Virginia Pérez. Aquel congreso provincial acabó con dos listas y dos bandos irreconciliables. Ganó Teodoro y esa victoria trajo consigo también la destitución de Beltrán Pérez como portavoz municipal del PP y su apartamiento de la carrera a la alcaldía de Sevilla. Aquel día, henchido de poder, Teodoro también pidió la cabeza de Javier Arenas, lo quería fuera del Senado, donde está sentado designado por la comunidad autónoma de Andalucía. A esa petición se negaron Elías y Juanma, que ya fraguaban una reconquista silenciosa. Tejer sin hacer ruido. El viernes por la tarde, cuando Feijóo dio a conocer los miembros de su flamante Junta Directiva, estaban los nombres de Ávila y Pérez.  Los dos damnificados más visibles de aquella guerra del PP de Sevilla eran recompensados. 

"En lo personal gana en distancias cortas mucho. Es cariñoso, socarrón. Si sales de fiesta es tranquilo...el típico con la copa en la mano sin bailar. Pero tampoco es aguafiestas. Por eso no es bueno por ejemplo para concejal de Distrito...entre la gente corriente y sencilla no encaja...no lo reciben bien", dicen de él desde Málaga. "Es ambicioso, pero suavón. Es el cocodrilo de la fábula de Samaniego. El taimado cocodrilo que aconsejaba al perro beber tranquilo. En esos descuidos se ha comido a unos cuantos. Lo hizo con Joaquín Ramírez, sin ir más lejos, que siempre confío en él y lo hizo secretario general".

Miembros de su equipo actual lo definen como un hombre con habilidad para la negociación, así como su capacidad para no verse nunca desbordado por los retos. Sonrisa tranquila y pulso ártico. A diferencia de Moreno, a Bendodo le gusta escuchar. Prefiere la sinceridad de su equipo al halago gratuito. Es un político reposado. George Foreman: No tiene miedo a encajar, pero cuando ataca, es demoledor. Alguien que le ha ganado y que también ha perdido frente a él le define como coherente pero implacable. No es caprichoso cuando se trata de poner firme a su equipo, pero su cercanía no evita su exigencia. Nunca se ha presentado a una elección directa, su sueño es ser alcalde de Málaga, y lo de la coordinación general suena a puente hacia algo mayor. Es un hombre de aparato puro, pero lo disimula bien con su papel institucional.

Por primera vez, no se siente diseñador del plan. Su nuevo puesto es pura concordia y cohesión hasta el sprint de las Generales. Se siente triunfador, pero no quiere fallar. Hasta que no pasen las elecciones autonómicas, quizá en junio, no se irá de ningún lado, ésa es la condición que Juanma le ha puesto para asumir este desafío nacional. Elías no tiene techo y Feijóo tiene ya a su fontanero en el despacho de al lado. El PP busca ilusión y fortaleza para reconstruir un partido mohíno y desbravado. El asalto a Moncloa ya tiene capitán, es malagueño, y a sus 47 años, asume un reto con el que llevaba años soñando.