Es decir, que esta amalgama ilegible lo que buscaba es darle un guantazo a Quevedo. ¿Peleas de patio de vecinos entre periodistas populares? Algo más grave, sin duda. Esto no es una anécdota. Quevedo es un plumilla incondicional de Mariano Rajoy, probablemente su periodista de cámara, al que ha defendido casi siempre de los ataques que contra él le han montado los sectores más duros de su partido, los halcones del PP, vía aznarismo y aguirrismo. En su defensa actual de Rajoy, Quevedo ha levantado ampollas acerca de la situación de ETA. Hay que reconocérselo. Difícilmente le serán perdonadas sus palabras por aquellos a los que él señala.

Las víctimas manejadas contra el PP
En El Confidencial, donde colabora, Quevedo ha escrito el otro día un artículo con este título: Sobre las víctimas y el modo en que se las maneja en contra del PP. Enaltece al recientemente fallecido Juan Mari Bandrés y también a Mario Onaindía, fallecido hace más tiempo. Puntualiza que el pasado jueves, Rajoy le dijo a la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Ángeles Pedraza, que hay un nuevo escenario y que “esta vez sí debe conducir hacia un final sin marcha atrás”. Por su parte, Quevedo acusaba a los promotores de la manifestación del sábado, subrayando que “hay grupos empeñados en manipular esta situación en beneficio de sus propios intereses”. Sólo deberían manifestarse las víctimas –según Quevedo- para “celebrar el fin de ETA”.

“Dardos envenenados”
El periodista marianista apunta, dispara y no deja títere con cabeza. Arremete contra Federico Jiménez Losantos, al que describe “como cierto locutor de radio venido a menos”. Sostiene que quienes dirigen “esos dardos envenenados por el resentimiento” lo hacen contra el PP. Alude asimismo a El Mundo al que acusa, sin olvidar a Pedro J. Ramírez, de “enfrentar a las “víctimas con Mariano Rajoy”.

Estrategia perversa
No le perdonan al líder del PP –añade- “que ganara aquel Congreso de Valencia y mucho menos que ahora se vea a punto de subir las escalinatas de La Moncloa”. Precisa que “en esta estrategia perversa cuentan con la colaboración de un hombre, de un pobre ciudadano que sufrió el látigo del terror y cuya ignorancia fue aprovechada oportunamente por estos estrategas de la rencilla para utilizarlo contra el centro-derecha”. ¿Quién es ese hombre? Ese hombre se llama Alcaraz.

¿La muerte civil de Alcaraz?
En conversación a través de la red social, Quevedo se niega a pedir perdón a Alcaraz: “¿Perdonar yo al hombre que más daño ha hecho a las víctimas del terrorismo, empujado por Losantos y Pedro Jota? Ni de coña”. A quien le recrimina por “pisotear a las víctimas”, le responde: “Nadie ha dañado a las víctimas más que el propio Alcaraz”. Interrogados ambos por Periodista Digital, Alcaraz afirma: “Federico Quevedo no tiene suficiente con que ETA mate a mi familia, quiere mi muerte civil”. Y Quevedo le acusa de ser el que “más daño ha hecho a las víctimas, empujado por Losantos y Pedro Jota”.

La caja de los truenos
El portavoz oficioso de Rajoy ha abierto la caja de los truenos. El aroma de la victoria siempre es fortificante. Este episodio, por lo demás, corrobora que las heridas de las batallas internas en el PP y su entorno mediático no sólo no se han cerrado, sino que están a la vista de cualquier observador avezado. Lo hemos dicho y repetido en infinidad de ocasiones desde ELPLURAL.COM.

Batallas entre derecha y extrema derecha
Son peleas por el poder. Pero lo son entre la derecha y la extrema derecha, más o menos maquillada. Rajoy es, de facto, prisionero de los halcones. Les deja hacer y traga. ¿Por qué? Porque, incluso después de proclamar él, solemnemente, que había llegado el fin de ETA, tuvo de inmediato que permitir otra manifestación popular de víctimas del terrorismo. Estaba impulsada por Alcaraz. Iba dirigida contra el Gobierno y, en parte, contra el mismo Rajoy. Y es que al jefe de la derecha, entre otras cosas, le falta cuajo. Así de sencillo.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM