La leyenda del lago Ness ha pasado a la historia de nuestra profesión como sinónimo del peor periodismo, similar al que en la actualidad capitanea aún el magnate australiano/norteamericano Rupert Murdoch, tan loado -pronto hará exactamente un año- por Pedro J. Ramírez. Murdoch, como es sabido, fichó hace unos años a José María Aznar [díme con quién vas y te diré quién eres]. Fue el diario progresista The Guardian el que desmanteló toda la bazofia sobre la que se sustentaba el Grupo Murdoch. La Policía y la Justicia británicas siguen investigando.

El “todo vale”
Ese periodismo, sin embargo, no se limita a divulgar narraciones trucadas en torno a monstruos veraniegos de algún misterioso lago de Escocia. En España, el periodismo de ficción deliberada es abundante, mendaz y ultramontano. La derecha política, el PP, no espera a que llegue el verano para recurrir al lago Ness como hacedor de monstruos. Cada dos por tres aparece en El Mundo y su santa compaña una película orientada a destruir, mediante el recurso soez del “todo vale”, a los adversarios. Es decir, en general a los socialistas.

Del pelotón a la meta
De nuevo, el cabeza de turno es Alfredo Pérez Rubalcaba. Desaparecido por fin, y según todos los indicios, el montaje del denominado faisán -en el que se presentaba a Rubalcaba como un desalmado protector de terroristas de ETA-, ahora el PP trata de organizar otro escándalo para paliar o frenar su hundimiento en las encuestas y para descabezar cuanto antes al PSOE. Rubalcaba no acaba de arrancar como líder socialista. Es cierto, pero en cualquier momento puede alejarse del pelotón y llegar el primero a la meta. Es Rajoy el que necesita con urgencia despegar, aunque ello ya es misión imposible.

Haciendo el ridículo
Por ahora, el maestro de las conspiraciones, Pedro J. Ramírez, ha vuelto a equivocarse y no está haciendo más que el ridículo. Erró con su conspiración respecto al 11-M, por mucho que lo niegue. Metió la pata en sus constantes diatribas judiciales contra Manuel Chaves. Y se cayó del caballo jugando peligrosamente con el faisán. El martes 7 de agosto tituló en portada: “El PP ve el ‘sello Rubalcaba’ en el espionaje contra su sede”. ¡Menuda prueba se sacó de la manga el director de El Mundo! Y menuda esta otra, también a primera vista: Carlos Floriano: “La forma en que Rubalcaba me dijo ´Oigo todo lo que dices` fue para mí la constatación de que nos estaban espiando`”

Omnipresente demagogo
Luis María Anson, el omnipresente demagogo, se apresuró a echar una mano al PP y a su amigo Ramírez: “DESCOMUNAL. Este es el adjetivo. Lo que El Mundo ha descubierto al investigar las actividades de Interligare pone los pelos de punta en blanco. Coño, hay siempre corrupción, hay nepotismo, hay despilfarro. Pero es que, además, hay espionaje. Espionaje no autorizado por el juez, sino decidido por dirigentes políticos, en el más puro estilo de las dictaduras”.

Mayo de 1960, Anson
¿Anson atacando a las dictaduras? En mayo de 1960 publicó en Editorial Círculo un librito de entusiasta admiración al fascista francés Carlos Maurras. Anson escribió entonces que Maurras afirmaba sin vacilar: “La democracia es la muerte, la democracia es el mal”. O también escribió lo siguiente: “Aquellos hombres del amanecer de “Acción Francesa” se daban cuenta, como los españoles de 1936, que hay ocasiones en que la fuerza se tiene que poner al servicio de la verdad”. ¿Anson y la verdad? No puede ser.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM