Cierre de filas
Cuando fueron divulgándose iniciativas como la de la Ley de la Memoria Histórica, la oposición conservadora cerró filas y comenzó su ataque por tierra, mar y aire contra los proyectos gubernamentales relacionados con la II República y la guerra posterior, sin olvidar a la odiada masonería. Apoyados los dirigentes del PP por los líderes de la Iglesia católica, por la Brunete Mediática y por los historiadores revisionistas, el Valle de los Caídos se convirtió en el símbolo intocable de la victoria de la derechona.
Nuevo fracaso
Los intentos del PSOE y de otros partidos de la izquierda de dignificar, por fin, el Valle de los Caídos se fueron difuminando. Ayer ya era muy tarde. Demasiado tarde. Ahora, el turno de tomar decisiones al respecto está en manos de Mariano Rajoy, la familia de Franco y los jerarcas eclesiásticos. Mirará Rajoy hacia otro lado, se lavará las manos y se fumará un puro. Como mínimo. Este asunto –que se aproxima al fondo de muchas cosas que nos fueron arrebatadas mediante la fuerza armada- ha sido un nuevo fracaso de la izquierda española: desde el PSOE a IU, pasando por otros partidos.
Impotencia de los progresistas
La incapacidad de unos y otros para actuar de forma consensuada en la cuestión de la historia contemporánea y la del Valle de los Caídos refleja, por otra parte, la impotencia de los progresistas a la hora de ir juntos, sin fisuras, para conseguir objetivos básicamente comunes. ¿Qué hubiera pasado el 20-N si el PSOE hubiera concurrido a las urnas en coalición con el resto de partidos izquierdistas, aunque no a trompicones entre socialistas e Izquierda Unida, como sucedió en las elecciones generales del año 2000?
Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM
