Una escuela concertada es aquella que no es del todo pública ni del todo privada. Su administración es privada, proveniente de la organización, entidad o sociedad propietaria del centro, pero su financiación es casi toda pública, con alguna aportación económica, supuestamente puntual, de los padres de los alumnos. Es, con un símil coloquial, como la famosa ley del embudo, lo estrecho para el otro y lo ancho siempre para uno; o, dicho de otro modo, es el negocio del siglo, porque es un negocio privado, de una organización privada, la Iglesia católica en un noventa y nueve por cien de los casos, que se financia con dinero público y que, por tanto, duplica sus beneficios a costa de dinero ajeno.

De hecho, las escuelas privadas españolas son en una inmensa mayoría propiedad de la Iglesia. Y, mientras que en el resto de Europa el promedio de centros públicos es alrededor del 90%, en España es alrededor del 68%. O sea, el porcentaje de centros privados es mucho mayor en España que la media europea, lo cual se refleja de un modo contundente en el porcentaje de alumnos que cursan sus estudios en privadas, el 32% en España; casi el doble que el promedio de la OCDE. Y es que todo apunta a que la enseñanza en España es para algunos un gran negocio.

Según datos de sindicatos de enseñanza y de diversas organizaciones educativas, desde que empezó lo que unos llaman crisis y otros llaman estafa planificada se ha normalizado la mayor creación de nuevos colegios e institutos privados y concertados que públicos. Y es que un negocio de tal calibre no merece menos, aunque sea una verdadera vergüenza el descaro con el que se maltrata a la Educación pública a favor de negocios privados que se ven favorecidos por ese maltrato, acentuando y normalizando, además, la desigualdad educativa y la desigualdad social. Por tanto, la expresión “colegio concertado” en realidad es un eufemismo que confunde los conceptos, y que significa en realidad “colegio propiedad privada, financiado con dinero público”. Contra esa idea sectaria, mercantilista, y abusadora de los fondos públicos se erige la defensa de la Educación pública, que ha sido, en la misma medida en que han crecido los centros concertados, desprestigiada y saqueada.

Otro asunto es el tema ideológico. Las escuelas públicas son, o deberían ser, laicas, por normativa estatal, es decir, deberían ser asépticas a nivel confesional e ideológico. Eso es lo que, supuestamente, aparece reflejado en la Constitución en vigor, y en cualquier constitución que se precie de democrática. La realidad es bien distinta, porque es imposible la laicidad mientras se imparte religión, que es dogma e ideología, como materia reglada. Las escuelas privadas tienen todo el derecho a impartir a sus alumnos la doctrina ideológica o religiosa, que tanto monta, que defina a la entidad que las administra, porque ha sido una elección libre de la familia de los alumnos. Y, de hecho, todos sabemos que en los centros privados el adoctrinamiento ideológico y religioso es algo sistemático y contundente. Y que ello sea así desde la perspectiva de un negocio particular de una entidad particular, es entendible. Pero no es entendible cuando esa educación dogmática y adoctrinadora en una creencia o ideología concreta la estamos pagando entre todos.

Ha salido hace unos días en la prensa, por la denuncia de un padre ante la Conselleria Balear, la negativa de uno de esos colegios concertados (repito, privados pero financiados con dinero de todos) que se ha negado a ofrecer a una alumna la asignatura alternativa a Religión (Valores Sociales y Cívicos), alternativa que la Ley obliga a ofertar (sólo faltaría). El colegio, en Mallorca, pertenece a la red de Escuelas católicas, que es una de las más grandes patronales de colegios concertados religiosos del país, y en ella se “educa” a más de un millón de niños españoles. El asunto es desolador. La Conselleria d’,Educació alega que “Los centros privados concertados están obligados a ofrecer, además de Religión, la alternativa Valores Sociales y Cívicos, siendo esta elección un derecho de los padres o tutores legales del alumno.

Ya sabemos que “con la Iglesia hemos topado”, como escribía Cervantes hace cinco siglos, y que la Iglesia no es muy dada al respeto al pluralismo y a la diversidad, sino todo lo contrario y, según la prensa, el colegio sigue negando impartir otra cosa que no sea religión.

En Francia, donde la Iglesia también tenía el monopolio de la Educación hasta la Revolución de 1789, la religión en la enseñanza pública está prohibida por Ley, exactamente por la Ley de 1905 de Separación Iglesia-Estado. Consideran que la Educación tiene que ser racional, científica y laica. Quien quiera adoctrinamiento religioso para sus hijos tiene los colegios privados, costeados por los usuarios, no por el Estado francés. En España entre todos estamos pagando ese adoctrinamiento. Los krausistas lucharon en el siglo XIX por crear una escuela científica, racional y laica en España. Ferrer y Guardia, uno de los padres de la pedagogía moderna, también; fue fusilado en 1909 y su anhelo no se hizo realidad. Realmente hemos avanzado muy poco.

Coral Bravo es Doctora en Filología