En el interior mismo del PP son muchos los parlamentarios y los dirigentes territoriales que se sienten cada vez más incómodos y molestos con las frecuentes salidas de tono de Cayetana Álvarez de Toledo, la portavoz de su partido en el Congreso de Diputados.

Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos, Marquesa de Casa Fuerte, que al parecer así rezan su nombre, apellidos y título aristocrático en su DNI, logró eclipsar incluso al presidente su propio grupo parlamentario y de su partido, Pablo Casado, a pesar de ser la de este último la principal carga de profundidad que el primer partido de la oposición dirigió contra el Gobierno de coalición progresista presidido por Pedro Sánchez, en la línea de la crítica al ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, a causa de la crisis abierta en la Guardia Civil como consecuencia del cese fulminante del coronel Diego Pérez de los Cobos.

No ha sido esta, no obstante, la primera ocasión en que Cayetana Álvarez de Toledo se ha convertido en la inesperada y desafortunada protagonista de una sesión parlamentaria. La portavoz del PP, que se denomina a sí misma “amazónica en triple sentido”, es muy consciente de que cuenta en todo momento con el aval y el estímulo del ex presidente José María Aznar, que sigue siendo la mano que mece la cuna en el partido. La marquesa de Casa Fuerte abusa de ello, para desespero de muchos de sus compañeros de bancada y de muchos otros dirigentes territoriales del PP, incluso en Cataluña, a pesar de ser la única diputada que el PP obtuvo por la circunscripción de Barcelona, o tal vez precisamente a causa de sus nada halagüeños resultados electorales. Porque la marquesa de Casa Fuerte a menudo no solo se sale del guión previamente establecido por la dirección de su grupo parlamentario sino que se sale tanto de madre que en muchos casos, con su desbordante incontinencia verbal, incluso llega a superar el lenguaje descalificador, insultante y amenazador de los representantes de la derecha más extrema, esto es de Vox.

Lo sucedido el pasado miércoles en el Congreso de Diputados, con la acusación infame y difamatoria que la marquesa de Casa Fuerte perpetró contra el padre del vicepresidente segundo del Gobierno de España, Pablo Iglesias, supera con creces los límites de la libertad de expresión de la que por fortuna gozan todos los diputados en nuestro país. Es algo absolutamente intolerable atacar a un miembro del Gobierno, o a cualquier otro parlamentario, por persona interpuesta, en este caso concreto atribuyendo la condición de terrorista al padre de Pablo Iglesias, Francisco Javier Iglesias, cuando existen y son notorias y notorias como mínimo un par de sentencias firmes que desmienten esta acusación.

El Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), en el que es cierto que militó el padre del fundador y líder de UP, fue una de las organizaciones de extrema izquierda nacidas ya en las postrimerías de la dictadura franquista, en este caso concreto como resultado de la escisión del Partido Comunista de España (PCE) protagonizada en 1964 por el Partido Comunista de España Marxista-Leninista (PCE-ML). El FRAP fue creado en 1973, y su vida fue muy breve, ya que se autodisolvió en 1978, ya con la vigente Constitución democrática aprobada. Si bien es cierto que algunos de sus miembros realizaron acciones terroristas -bajo esta acusación fueron juzgados, condenados a muerte y ejecutados tres de sus miembros (Xosé Humberto Baena Alonso, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz), que junto a dos miembros de ETA (Juan Paredes Manot “Txiqui” y Ángel Otaegui) fueron los cinco últimos fusilados por la dictadura, pocas semanas antes de la muerte de Franco.

Ninguna de aquellas acciones terroristas fue atribuida jamás al padre de Pablo Iglesias. Entre otras razones, y sin duda no es la menor, porque cuando se produjeron dichos atentados terroristas estaba preso en Carabanchel, tras haber sido detenido por agentes de la siniestra Brigada Político-Social simplemente por repartir propaganda del Primero de Mayo, una acción que nada tiene de terrorista y por la que fue defendido ante el también siniestro Tribunal de Orden Público por un abogado entonces poco conocido, José Bono, que militaba en el Partido Socialista Popular (PSP) que tenía como principal dirigente a Enrique Tierno Galván.

Más allá de la infamia perpetrada en sede parlamentaria por la marquesa de Casa Fuerte, que el PP está obligado a rechazar e incluso a condenar, Cayetana Álvarez de Toledo debería reflexionar acerca de sus propios antecedentes familiares. Si, como ella sostiene desde hace tiempo, su padre, el ciudadano francés Juan Illán Álvarez de Toledo y Giraud, fue un miembro activo de la Resistencia, ¿qué consideración merecía este activismo armado tanto por parte del Gobierno títere de Vichy presidido por el general Pétain, como por parte de las tropas de ocupación nazis? ¿Los miembros de la Resistencia no eran considerados y tratados como terroristas, como lo eran en la dictadura de Franco los militantes del FRAP, aunque no hubiesen participado personalmente en ningún acto terrorista? ¿Considera, por consiguiente, la actual marquesa de Casa Fuerte que su progenitor y directo antecesor en el título puede ser considerado también como terrorista? Por otra parte, nada sabemos de las actividades políticas, si las tuvo, de la madre de Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos, la ciudadana argentina Patricia Peralta-Ramos y Madero, pero no creo que se distinguiera en ningún momento por su oposición a la criminal dictadura militar que tanto dolor y sufrimiento causó en su país, con miles y miles de sus conciudadanos asesinados, desaparecidos, torturados y encarcelados.

Si la marquesa de Casa Fuerte desea realmente romper con la reconciliación nacional que en su momento representó el gran pacto político que hizo posible la aprobación de la Constitución y la amnistía, que lo explicite de forma clara. Y si de verdad cuenta con el apoyo público del PP, aquí se va a armar una escandalera de campeonato. No todo vale en política ni en la vida, señora marquesa. Y si todo vale, pongámonos todos ya a repasar los antecedentes políticos familiares de todos. No sería este un buen camino. Por ello el PP debería desautorizar de forma pública y rotunda las infamias lanzadas por su portavoz parlamentaria.

No es ni será nunca con el “¡más madera!” como el conjunto de la sociedad española podrá enfrentarse unida a los importantes desafíos económicos, sociales, políticos, culturales e institucionales que decidirán el futuro de España en el más inmediato futuro. Ahora, con actuaciones tan inadmisibles como la que la marquesa de Casa Fuerte protagonizó, vamos de mal en peor. Será quizá porque Cayetana Álvarez de Toledo, al igual que José María Aznar, han hecho suyo aquello de “cuanto peor, mejor”.