Desde el 10 de noviembre del año pasado, la oposición, liderada por el Partido Popular se ha dedicado a un monotema: gobernar, aunque no hayan ganado las elecciones. El año pasado, habían logrado, con la inestimable colaboración de la izquierda, que se repitieran los comicios. Lo intentaron de nuevo después de esa repetición, pero el inesperado acuerdo exprés entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias les pilló con el paso cambiado.

La misma noche de las elecciones, Pablo Casado, que había logrado el segundo peor resultado de la historia del PP –el primero también es una medalla que se puede colgar- , ya estaba tildando de ilegítimo un eventual gobierno de Pedro Sánchez. Desde ese día hasta hoy, no ha habido un momento de tregua.

Al margen de cuestiones éticas, no menores, a la vista de los resultados obtenidos en el pasado, no se entiende que el PP utilice un drama que afecta a todos los españoles para sacar rédito político. La gestión del atentado del 11M les llevó a la derrota de 2004, la crispación a cuenta de ETA durante toda esa legislatura les llevó a la derrota de 2008. Hoy, la vergonzosa estrategia de los populares, con casi 6000 muertes en tres semanas y casi 80.000 mil contagiados de Covid19 sobre la mesa, es una huida hacia ningún sitio.

Se hace hincapié en el PP, porque de Vox, un partido sin escrúpulos, era algo esperable. Y Ciudadanos, la nada. Ocupa un segundo plano, acorde con el resultado de las últimas elecciones. Tan desdibujado está, que Isabel Díaz Ayuso –o sus asesores- han decidido quitar la gestión de las residencias de ancianos a los naranjas, para salvar la propia imagen. Una crisis así en el Gobierno de la Comunidad de Madrid, hasta hace unos meses, habría sido un verdadero escándalo. La poca importancia que se ha dado a la noticia es un síntoma inequívoco de que Ciudadanos tiene destino de partido residual, cuando no, de desaparición.

Los populares han decidido ir por libre, utilizar políticamente a contagiados y fallecidos y hacer como que la cosa no va con ellos. Como si no tuvieran ninguna responsabilidad de gobierno. Y mientras ocupan su tiempo en criticar y pretender llegar al poder nacional a toda costa, el escándalo de las residencias de ancianos en Madrid sigue sumando capítulos. Y mientras otras comunidades autónomas hacen compras de material sanitario, Díaz Ayuso queda en ridículo, sin poder explicar dónde están los dos aviones con material comprado el fin de semana, que prometió que estarían aquí el martes pasado.

Los populares han decidido ir por libre, utilizar políticamente a contagiados y fallecidos y hacer como que la cosa no va con ellos.

Rosa Díez, tan cercana al Partido Popular en las últimas elecciones, tanto que sonó como posible candidata de los de Casado en el País Vasco, exigió desde Twitter un gobierno de emergencia nacional “en legítima defensa” durante la crisis. ¿Después? Elecciones. El último Gobierno de “emergencia nacional” autoproclamado con el objetivo de convocar elecciones, es el de Bolivia. Aquí las elecciones no están ni se esperan.