No nos debería sorprender, lo cual no implica que no produzca rabia y frustración, que una cadena de televisión campe a sus anchas incitando al odio hacia el colectivo LGTBI, recurriendo continuamente al insulto, a la falta de respeto puro y duro y al chiste fácil y nada gracioso que perpetúa los estereotipos y el lesivo estigma hacia el colectivo de lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales.

¿De quién hablamos? Pues de la cadena estrella en esta materia, Intereconomía, que en su penúltimo ataque hacia el colectivo apunta misiles contra el presentador de televisión y amigo Jorge Javier Vázquez, tratándole en femenino a modo de burla y mofa por su orientación sexual.

Aunque a Jorge Javier, como podréis imaginar a estas alturas, le resbala todo esto por el ala del sombrero, no quita que hablemos y reflexionemos sobre cómo se puede permitir en un Estado de Derecho democrático que este ataque se pueda consentir sin que tenga ninguna acción punible; algo similar, a las manifestaciones en relación con la Cabalgata de los Reyes Magos realizadas por Luis del Val, en la Cadena COPE, donde de forma gráfica y sin ningún tapujo el periodista nos llamó “maricones de mierda”, viajando treinta o cuarenta años en el tiempo (hacia atrás, por supuesto).

Huelga decir que estos hechos producen rabia y frustración: a pesar de tener un nuevo Código Penal en vigor -la Ley Orgánica 1/2015 de 30 de marzo, que teóricamente penaliza estas incitaciones al odio de forma más específica que la anterior de 1995, con un artículo, el 510, que no deja espacio para dudas o interpretaciones-, es frecuente que en los juzgados haya algún juez o jueza que decidan sobreseer la denuncia alegando una supuesta libertad de expresión casualmente cuando las afrentas están relacionadas con la homofobia o con la transfobia. ¿De qué sirven las normas si quienes las tienen que aplicar no se sujetan al imperio de la ley, sino a una interpretación interesada de las mismas que lesiona 

 a un sector del tejido social?

“Chica, chico o chique”…
Intereconomía y LGTBIFobia van de la mano desde el inicio de las emisiones de esta cadena del 'TDT party'. En julio del 2010 fueron multados con 100.000 euros por emitir un anuncio LGTBIfóbico el Día del Orgullo LGTBI. Un año después, en junio del 2011, la Audiencia Provincial anulaba la citada sanción económica, alegando de nuevo la ‘libertad de expresión’ para homófobos y tránsfobos. Otro hito judicial.

Mi ‘experiencia personal’ con esta cadena comienza también en el 2011, cuando tras hacerse público que iría en las listas del Partido Socialista como diputada para la Asamblea de Madrid y que sería la primera persona transexual en acceder a un cargo de estas características, la ‘caverna’ rugió en el programa ‘El Gato al agua’ presentado por el periodista Xavier Horcajo, que me dedicó las siguientes ‘perlas’: "¿Quieren ver cómo es Carla, Carlos, Carlitos, Carlines o lo que sea Antonelli? Pues es esta señora de aspecto lozano, la chica-chico-chique que va a defender en las listas de Tomás Gómez el Madrid plural y cosmopolita como dice él. Me hubiera gustado más que incorporase a alguien con Síndrome de Down o con SIDA"…

Pero la fiesta del odio a la diversidad continuó en Intereconomía, de nuevo de la mano Xavier Horcajo, quien en octubre del 2015 me llama “el travestido de Tomas Gómez”. Con el nuevo Código Penal en la mano, interpuse entonces una denuncia en los juzgados de Plaza de Castilla, que de nuevo se sobreseería con la consabida argumentación de la “libertad de expresión” para este tipo de expresiones de odio 

hacia el colectivo LGTBI.

Ni que decir la ristra de insultos o vejaciones que sufrimos por algunos sectores de la jerarquía de la Iglesia Católica en este país. Como el obispo de Alcalá, que afirmaba en directo un Viernes Santo “que ya desde niños que tienen atracción hacia las personas de su mismo sexo y, a veces, para comprobarlo se corrompen y se prostituyen o van a clubs de hombres nocturnos”, o el arzobispo de Valencia -el del “Imperio Gay”-, que afirma que las leyes LGTBI son “comunistas y nazis”. Si quisiéramos, podríamos hacer un recorrido por casi toda la geografía española, desde el obispo de Mondoñedo, el de Málaga, o el de Córdoba hasta el de Getafe:  todos tienen carta blanca para vejarnos e injuriarnos cuantas veces quieran.  

Conclusión necesaria: a pesar de lo que digan las leyes, de todas las reformas que se hagan en el Código Penal y de lo explícito que así lo recojan sus artículos, la veda está abierta para cuantas manifestaciones LGTBIfóbicas quieran escupir contra dignidad, el derecho al honor y la intimidad, porque si se trata de lesbianas, transexuales, gays, bisexuales o intersexuales no tenemos derecho a defendernos en los tribunales.

Pero, nos van a tener enfrente: porque no vamos a parar hasta hacer de este país un espacio libre de transfobia, homofobia, lesfobia y bifobia.