El PP vive en estado de sitio. Está sitiado por sus propios problemas de corrupción y por sus políticas antisociales. Tan dramática es su situación que una formación que cuenta con el mayor poder que ha tenido nunca grupo político alguno (al menos desde el partido único, aquel del Movimiento), un partido que gobierna en Madrid con mayoría absoluta, y tiñe de su azul todo el mapa autonómico con tan sólo cinco excepciones, un partido que cuenta con el mimo del poder financiero y empresarial, un partido así... vive atrincherado en sus sedes, asustado y mudo.

Han forzado a la ciudadanía a ir a buscarles a sus casas
La situación es tan patética, la han convertido en tan evidente, que han forzado a la ciudadanía, que no les encuentra en ningún lado, con los líderes populares escondidos en sus sedes, e incluso el Congreso de los diputados atrincherado tras vallas y furgonas policiales, a tirarse a los escraches, a ir a buscarles a sus casas para demostrarles el desagrado que les producen sus políticas sociales.

Lo de hoy de Rajoy, hablando tan sólo a sus cuadros, y mostrándose a los demás a través de una pantalla de plasma, como hizo en su anterior comparecencia, allá por el mes de diciembre, es la gran imagen de ese asilamiento. Es verdad que no es el único. La responsable del partido, su secretaria general, Maria Dolores de Cospedal, lleva cinco semanas desaparecida también. Desde que la descubrimos 'mintiendo' sobre Bárcenas y Sepúlveda y la lluvia de demandas que iban a caer 'con-tra-to-dos, con-tra-to-dos'  los que hablaran de estos dos 'chorizos' (habrá que escribir presuntos) y su relación con el partido,  también ella está desaparecida. Hace cinco semanas de esto.

Rajoy parece creer que las cosas no existen si no tiene que contestar sobre ellas
Pero este presidente al que sólo podemos ver hablándonos desde la pantalla, un ridículo 'Gran Hermano' que parece creer que las cosas no existen si no le preguntan y no tiene que contestar sobre ellas, es el colmo paradigmático de la situación a la que nos han llevado un partido y un Gobierno que parece que ha quedado pasmado al descubrirse a sí mismo haciendo trampas.

Tan sólo han dejado un micrófono abierto en el PP. Ese por el que escuchamos la voz de Alfonso Alonso, portavoz del Grupo Parlamentario. Que pillado en semejante situación se encuentra a menudo, 'ojo perpléjico',  contestando preguntas que seguramente no le corresponden. Porque tiene que contestar a todo. Tal es su desconcierto que, como hizo ayer en el Congreso, gesto entre contrito y frustrado, tiene que recordar que ya le advirtieron que igual era muy joven para ocupar el cargo.Y es que se encuentra, el pobre Alonso, contestando a los 'desmanes' y aparente descontrol del partido (ya no habla ni el verborréico y torpe Floriano); se ve contestando a los silencios de Rajoy y su Gobierno (ya no habla ni siquiera el verborréico y chulesco Wert); se ve contestando por el retraso en las reuniones de la dirección de su partido, y por Feijoo y por Bárcenas, y por ... ¡Pobre Alonso, el pim pam pum, que ha puesto delante de los periodistas el mudo presidente del Gobierno 'emplasmado'!

En sólo 15 meses ha sucedido esto. El derrumbe del PP y su Gobierno -que ganó las elecciones sobre las cenizas del 'zapaterismo', y que se aprovecha de este PSOE hundido a cuyos márgenes, alimentándose de sus disensiones internas, crecen dos partidos hasta hace nada 'enanos'- tiene mucho que ver con sus propias mentiras y con la pérdida de legitimidad que han traído a su incontestable y brutal victoria electoral.

Se esconden para no tener que reconocer que nos mintieron en la campaña electoral
El PP nos mintió con su programa. Nos hablaron de que no harían recortes sociales, de que respetarían la sanidad pública, de que no subirían los impuestos, de que crearían empleo, de que eran el partido de los trabajadores y no de la reforma laboral, de que nos sacarían de la crisis con su simple llegada ("que caiga España, que ya la levantaremos nosotros", llegó a decir Montoro)... Y quien dirigía a todos los que nos lo decían, Mariano Rajoy, vendía su imagen de 'hombre normal', y aseguraba que él jamás se contradecía, que su gran virtud estaba precisamente en que era confiable, en que era 'el hombre previsible'.  Curiosamente lo que sí amenazaron con hacer, por ejemplo una ley nueva del aborto, es lo que no han hecho.

Y es por eso, por no tener que reconocer que nos mintió/nos minitieron, es por lo que Cospedal, que tan mordaz y aguerrida era habitualmente en sus apariciones públicas, ha atado su lengua. Y es por eso por lo que Rajoy se esconde y se ha erigido en un presidente 'emplasmado'.

Francisco Medina es director adjunto de ELPLURAL.COM