En Cataluña continuamos ensimismados en nuestro endémico conflicto interno, convertido para desgracia de todos en un grave conflicto de Estado. Para mí, al igual que para otros muchos más ciudadanos de Cataluña, se ha convertido ya en un drama, en una auténtica tragedia personal y colectiva. Entre otras razones, porque gran parte de los dirigentes e incluso muchos de los más entusiastas seguidores incondicionales de la vía unilateral a la independencia el uso y abuso de la descalificación y el insulto a quienes discrepamos con ellos se ha convertido en una práctica poco menos que permanente.

Uno de los ejemplos más paradigmáticos de esta manera de comportarse es el de la ahora nueva eurodiputada independentista Clara Ponsatí Obiols. Nacida en la ciudad de Barcelona el 19 de marzo de 1957, Clara Ponsatí se licenció en Ciencias Económicas en la Universidad de Barcelona (UB) en 1980, obtuvo un máster en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) un par de años después, y en 1988 se doctoró en el Departamento de Economía de la Universidad de Minnesota, en Estados Unidos. Allí permaneció como profesora durante algunos años. Se especializó en la Teoría de Juegos y Economía Política. Profesora de investigación del Instituto de Análisis Económico del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), llegó a ser su directora entre 2006 y 2012.

Fue profesora visitante en las universidades de Toronto, en Canadá, y en las de San Diego y Georgetown, de nuevo en Estados Unidos. Hace ya siete años, en 2013, denunció que el Ministerio de Educación español no le renovó su puesto como profesora visitante en la cátedra Príncipe de Asturias de Georgetown por su pública posición a favor del derecho a la autodeterminación de Cataluña. A partir de entonces Clara Ponsatí comenzó a tener cada vez mayor relevancia en el movimiento independentista catalán. Directora desde 2016 de la Escuela de Economía y Finanzas en la escocesa Universidad de Saint Andrews, en el Reino Unido de la Gran Bretaña, aquel mismo año entró a formar parte del secretariado de la autoproclamada Asamblea Nacional Catalana, en 2017 fue elegida diputada en el Parlamento de Cataluña como candidata de JxCAT y entre julio y octubre del mismo año fue consejera de Educación en el gobierno de la Generalitat presidido por Carles Puigdemont hasta su cese dictado por la aplicación del artículo 155 de la Constitución española por los acontecimientos que tuvieron lugar durante el otoño de 2017 en Cataluña. Fugada de España, al igual que el expresidente Puigdemont y otros destacados miembros de aquel gobierno, Clara Ponsatí ha accedido a la condición de diputada en el Parlamento Europeo como candidata de JxCat tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE).

Es evidente que Clara Ponsatí Obiols no es una persona inculta, mucho menos aún alguien ignorante o ineducado. Así lo demuestra su extenso y muy sólido historial académico. No obstante, el nivel de su irracionalidad, y sobre todo de su fanatismo, la han convertido en uno de los exponentes más lamentables y vergonzosos de la deriva no solo iliberal sino pura y simplemente totalitaria del movimiento separatista catalán. Hace todavía muy pocos días fue recriminada por importantes asociaciones judías internacionales que le criticaron con dureza cuando, con un desconocimiento absoluto de la historia impropio en una persona de su formación, aseguró que el Holocausto judío perpetrado por el nazismo fue copiado de las persecuciones sufridas por los judíos en España, cuando son de sobras conocidos los ataques que las comunidades judías sufrieron en muchos otros países desde hace muchos siglos, con anterioridad a la expulsión de lo que hoy es España, y no solamente en el entonces Reino de Castilla sino también en el Reino de Aragón, del que formaba parte lo que ahora es Cataluña.

Vocinglera y gritona, Clara Ponsatí Obiols se lió una vez más la manta a la cabeza en el multitudinario acto secesionista celebrado en la localidad francesa de Perpiñán a mayor honra y gloria del expresidente Carles Puigdemont. Con su inmunidad parlamentaria recién estrenada como eurodiputada, se explayó a gusto. Pero todo tiene un límite, porque resulta que habló de “engaño”, incluso de “engañifa”, para criticar, desautorizar y descalificar ya de antemano el inicio de las reuniones de la mesa de diálogo entre el Gobierno de España y el Gobierno de la Generalitat. La indigencia humana, personal, intelectual y moral de Clara Ponsatí Obiols, su ruindad y mezquindad, su penosa miserabilidad, quedaron en evidencia. Porque resulta que fue ella misma quien, en uno de sus insólitos raptos de lucidez, reconoció que quienes impulsaron y llevaron a cabo la ya fracasada vía unilateral a la independencia de Cataluña “jugaban al póker e iban de farol”. Esto sí fue un gran engaño, una imperdonable, inmensa, infinita engañifa.